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Las Bocas del silencio, Yarumo Libros 2025, es la ópera prima de Juan Antonio Pizarro Leongómez, quien nació como escritor en Cartagena de Indias, después de haber decidido, dejar Bogotá y radicarse en esta ciudad. Es un escritor que nació en sus años otoñales, después de recorrer la vida por varios ámbitos…
Pizarro estudió Derecho, pero, como el mismo ha dicho, nunca ha sido abogado. Transitó por la empresa privada con éxito y ahora, no solo tiene inquietudes de historiador, sino que se lanzó a la escritura con esta obra.
A mí me gusta pensar que este novel escritor es una especie de Benjamin Button, ese personaje del cuento de Scott Fitzgerald, que nace viejo y se va volviendo cada vez más joven, hasta llegar a ser de nuevo un bebé… porque Juan Antonio de alguna manera es un hombre que, a sus años, es bastante más joven, en actitud y mente, que muchos de sus contemporáneos.
No es habitual encontrar personas que a estas edades emprendan nuevos proyectos y sobre todo que los cristalicen con éxito. Ante esto, me quito el sombrero, frente a él y a su inseparable esposa, Anamarta de Pizarro, quien ha sido pieza fundamental en esta nueva etapa que, a muchos, les parecería un tanto tardía.
Hecha la presentación del autor, ahora quiero contarles de la novela. ¿De qué trata Las bocas del silencio y por qué vale la pena leerla? El libro es una colección de relatos polifónicos que se deben leer con atención porque encontrarán historias que, como en una suerte de muñecas rusas, dentro de cada una, tienen otra y otras. Además, en ellas se asoma, bien documentada, la Historia con mayúscula. Estos relatos encuentran un hilo conductor que los teje, hasta convertirlos en una novela bien estructurada.
Lo primero que me sorprendió del libro fue la frescura de los diálogos que, al mezclarse con una buena arquitectura narrativa, dan voz a personas de ciertos sectores de quienes poco o nada hemos escuchado a través de los tiempos. La gracia narrativa del texto, acompañada de una prosa ágil y alegre, engancha al lector de principio a fin, además, de mantenerlo en vilo con un secreto que, si bien se esboza desde el inicio, no se viene a develar completo, sino ya casi al final.
La novela empieza con un párrafo contundente que abre un camino para que el narrador en primera persona, empiece a contar, desde Cartagena, la historia de su abuelo español, a partir del momento en el que decide, en el siglo XVIII, abandonar España para venir, como tantos otros, a aventurar a América. Su mira estaba en Perú, pero la escala en la bella Cartagena de Indias, lo ancla a la ciudad, donde hace una vida que se irá descubriendo a través de múltiples acontecimientos y aventuras que permiten conocer las costumbres y la vida de la ciudad desde diferentes ángulos.
Este abuelo no es el típico español que llega a hacer parte de las élites criollas, sino que al enamorarse de una negra de Getsemaní, encuentra otros caminos para integrarse a esa sociedad y a esa nueva vida que ha elegido.
Los incidentes que viven los personajes permiten al lector asomarse a los hechos y acontecimientos más importantes de la historia de Cartagena, como fueron la esclavitud, pasando por el grito de independencia y llegando hasta el violento Sitio de Morillo en 1815. Desfilan también por sus páginas, personajes bien conocidos como Bolívar o el Sabio Caldas, entre otros. También da cuenta, de manera bien investigada y argumentada, de las relaciones del país con otras naciones de América como, por ejemplo, Haití, que fuera tan importante en su momento. Todo lo anterior va condimentado con amor, sexo, crímenes, conflictos familiares y otros ingredientes que permiten sazonar bien las aventuras y desventuras de los personajes.
La escritora Doris Lessing dijo alguna vez que “No cabe duda de que la ficción es mejor para tratar la verdad” y creo que en esta novela de ficción con trasfondo histórico, se demuestra al narrar hechos y verdades de una manera distinta.
En un aparte de la novela, uno de los personajes dice: (…) “El problema con los paraísos es que la perfección, repetida hora a hora, día a día, cansa. Los humanos no estamos hechos para vivir la perfección, sino para construirla, así nos cueste trabajos, pesares y lágrimas”. (…) No pude evitar que este párrafo de la novela, me recordara algo que alguna vez leí del gran León Tolstoi: “la felicidad es una alegoría; la desdicha, una historia”.
Ahora, para que se hagan una idea del tono de la narración, transcribo aquí un fragmento que me hace mucha gracia:
“Tu abuelo, aún con la sangre caliente, se fue directo para la casa donde le dio un par de bofetadas a su mujer antes de tirarse a dormir la borrachera en el catre. Algunas horas más tarde lo despertó un dolor de todos los demonios en su mejor mano, la izquierda, pues era zurdo. Cuando la miró estaba ensangrentada… y le faltaba el dedo meñique, que tu bisabuela sostenía en una mano mientras, mirándolo fijamente, le decía: «Blanquito: la próxima vez el dedo que te cortaré será ese pequeñito que tienes entre las piernas»”.
Algunas voces sobre la novela:
“Las voces del silencio hablan alto en la novela de Juan Antonio Pizarro”, Alfonso Múnera Cavadía
“Por culpa de tu novela, hoy no he desayunado, ni almorzado”, Darío Jaramillo. “Pizarro nos descubre un Caribe inédito y se reinventa a sí mismo”, Iván Onatra
La novela ya está disponible en librerías y créanme, vale la pena leerla. No se van a arrepentir.