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Sarah Cadavid: Diseñar junto al niño interior

La colombiana, radicada en Países Bajos, es la diseñadora de la copa menstrual Beppy Cup y una ilustradora fascinada con el color. Dice que encuentra inspiración en las películas animadas.

Daniela Cristancho
05 de diciembre de 2022 - 02:00 a. m.
Sarah Cadavid, manager de producción de diseño y negocios en el continente americano para Beppy.
Sarah Cadavid, manager de producción de diseño y negocios en el continente americano para Beppy.

¿De dónde surgió su inclinación por la ilustración?

Yo tuve un profesor al comienzo de mi carrera que me dijo: “El diseño no es Dios, pero está en todas partes. Sin embargo, cuando los diseñadores industriales empiezan a organizarse profesionalmente, toda esa creatividad se va yendo poco a poco, porque están ligados a los procesos productivos, a los materiales, a las leyes y eso, diseñar dentro de una caja, mata la creatividad”. Entonces lo que yo tengo que hacer es mantener mi mente creativa y lo logro es con la ilustración.

Entiendo que uno de los insumos de los que se nutre su inspiración es de las películas animadas…

Sí, me dan ese foco de inspiración porque yo siempre he tenido una relación muy tóxica con el color. Siempre quiero que todo sea lo más colorido posible. Entonces esas películas de Disney me dan pie a realmente entender cómo funciona la luz, cómo los artistas ven el mundo real, y cómo lo interpretan de maneras distintas. Cada una de las películas se hace diferente, las viejas en 2D son dibujadas cuadro por cuadro, otras hechas en stop motion, etc.

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¿Por qué dice que la relación con el color es tóxica?

No es necesariamente tóxica para mí como persona natural, pero sí ha sido problemática a lo largo de mi vida. En el colegio me molestaban porque tenía la maleta, los pantalones de colores, los zapatos de Floricienta. Si eres fuerte te deja de importar lo que piensa todo el mundo y sigues adelante con tus delirios, eso fue lo que hice yo. Llené todo de colores. Ya cuando empiezas con el diseño industrial tienes que aterrizar un poco, pues no puedes utilizar cualquier color que quieras para un producto.

Supongo que para ciertos públicos el color es muy atractivo…

Claro. Además, si uno deja de lado lo que uno es, uno no va a tener éxito. En el primer empaque de la Beppy Cup usamos los colores institucionales. La otra caja, llena de colores, nació cuando dije: “Vamos a hacer algo distinto”. Por fuera es muy pulcra y minimalista, pero cuando la abres te sorprendes con la explosión de colores. Lo hicimos reflexionando en la experiencia del usuario. En general, mucha gente odia la menstruación, entonces teníamos que hacer un producto que realmente cambiara la perspectiva que se tiene frente al cuerpo y sus procesos naturales. El diseño colorido y emocionante de la caja y la copa es parte de eso.

¿Y cómo se aterriza ese cambio de perspectiva frente al cuerpo en otros escenarios?

Por ejemplo, hablar sin pelos en la lengua en redes sociales. Eso lo peleé del cielo a la tierra. Nosotros crecimos en una sociedad que muestra la menstruación azul y campos de flores. No puede ser así, tenemos que mostrar sangre y las cosas como son. Es una propuesta arriesgada, pero así se naturalizan las cosas.

¿De dónde viene el auge de las copas menstruales?

Las copas menstruales existen desde 1930. La persona que se las inventó tuvo la patente y después de 20 años la dejaron de pagar y se liberó. Entonces, ahí fue cuando empezó la comercialización de copas menstruales masivamente, hace unos 20 años más o menos. Cinco años antes del covid-19 empezó como la ola verde, donde muchas personas querían empezar a utilizar productos sostenibles, cuyo ciclo de vida no fuera inmediato. Este movimiento les dio pie a más personas para diseñar copas menstruales.

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¿Nunca pensó en estudiar Arte?

Sí, de hecho, antes de empezar a estudiar Diseño Industrial, yo estaba estudiando Arte en el Miami Dade College, pero me di cuenta de que eso no era exactamente lo que yo quería. El arte cumple más un rol sentimental que uno funcional; es decir, no trata necesariamente de corregir algún problema de la vida de las personas.

¿Tiene una inclinación a ayudar a las personas?

Definitivamente. De hecho, mi afinidad no empezó con ayudar a las personas, sino los animales. Cuando estaba en Colombia, yo tenía una empresa que se llama Paws, en la que recogía perros y gatos en la calle, los entrenaba, bañaba, desparasitaba y los daba para adopción. Cuando decidí estudiar Diseño Industrial supuse que podía hago algo para mejorar la calidad de vida de los animales.

¿Y lo ha podido hacer?

Mucha gente tiene diferentes puntos de vista frente a si el diseño industrial está capacitado para realizar productos para animales. Se dice que el diseño industrial es la relación entre el humano y el ambiente; es decir, tienes que tener una retroalimentación del producto por parte de los consumidores. Y, entre comillas, con los animales no se puede tener esa retroalimentación. Mis profesores me dijeron eso toda mi carrera, pero en mi último semestre, de tesis de grado, decidí hacer una prótesis para animales. Encontré que la displasia de cadera es una de las dolencias que más se repiten, más del 80 % de los perros puede llegar a sufrirla. Entonces con una amiga hicimos un producto ortoprotésico para perros con displasia de cadera cuyo objetivo era mermar su dolor cuando el fémur se despega, sin necesidad de una intervención quirúrgica.

¿Cómo terminó en Países Bajos diseñando la Beppy Cup?

Empecé como practicante internacional en esta empresa, en Asha International. Antes de llegar, mi jefe me indicó que fuera pensando en el diseño de una copa menstrual. Empecé a averiguar un poco más del tema y me centré en entender cuál era el error de la interfaz del usuario con las copas menstruales tradicionales. Es decir, por qué el diseño no era completamente amigable para el usuario. Por ejemplo, las fugas, la dificultad para extraerlas, la incomodidad del palito, etc. Me di cuenta de que los productos de higiene íntima actuales realmente toman un papel muy principal frente a cómo nos sentimos con la menstruación. Decidí dar un paso adelante y no solo cambiar el diseño específico de la copa, sino también la experiencia que va ligada a la utilización del producto. Que la gente no sintiera miedo ni pena al usarlo. Y ha funcionado, por ejemplo, antes de comenzar a trabajar en esto yo nunca había visto que personas realmente compartieran productos de higiene menstrual públicamente en las redes sociales, y ahora lo veo cada vez más.

¿Qué otros insumos tiene para mantenerse creativa?

Todo el mundo dice que para mantenerse creativo uno tiene que estar en contacto con su niño interior. Cuando quiero dibujar pongo una sola canción que vaya acorde a la ilustración que estoy haciendo. Hace poco hice una ilustración de un oso en un bosque mirando una ranita y la hora que me demoré haciéndolo estaba escuchando la canción de Pocahontas: “Colores en el viento”. También me nutre ver vídeos que restauren la perspectiva que tengo frente a la humanidad. Mucha gente dice que hay un cielo después de la tierra, pero eso nos está predisponiendo a que este no es el lugar en el que debemos estar, a continuar esperando la vida después de la muerte. Un día le dije a mi papá: ¿qué pasa si el cielo es la tierra?, y ahora tengo una carpeta que se llama “The world is heaven” (La tierra es el cielo), donde guardo videos de personas que hacen bien al universo. Me gusta tenerlo porque me recuerda que también el diseño, para personas o para los animales, va a valer la pena.

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Daniela Cristancho

Por Daniela Cristancho

Periodista y politóloga de la Pontificia Universidad Javeriana, con énfasis en resolución de conflictos e investigación para la paz.@danielacsidcristancho@elespectador.com

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