“Séneca”: filosofía, hipocresía y la imposibilidad de cambio desde el cine

John Malkovich y Geraldine Chaplin hablan de sus papeles principales en “Séneca”, la película del alemán Robert Schwentke que aterrizó en la Berlinale.

21 de febrero de 2023 - 03:20 p. m.
John Malkovich protagoniza "Séneca, sobre la creación de los terremotos".
John Malkovich protagoniza "Séneca, sobre la creación de los terremotos".
Foto: Filmgalerie 451 - Berlinale

“Séneca - sobre la creación de los terremotos” (Seneca - on the creation of eartquakes), una cinta dirigida por el alemán Robert Schwentke y protagonizada, entre otros, por John Malkovich y Geraldine Chaplin en sus papeles principales, participa en Berlín dentro de la serie Especial. Propone las ideas, controversias, polémicas y posturas que el filósofo nacido en la Hispania romana aportó a la historia del pensamiento, sobre todo en relación con el emperador Nerón. El filme, rodado el Marruecos, comienza precisamente con una clase de retórica de Séneca a Nerón: la diferencia intelectual entre ambos queda patente en las imágenes del filme de Schwentke (Stuttgart, 1968) y dará la pauta del comportamiento futuro del tirano.

Es en el año de la muerte de Séneca, el año 65 de nuestra era, en el que se sitúa la acción de la película. El déspota romano, al que sus súbditos se dirigen como “el presidente”, reacciona con violencia e ira. Hará ordenar a Séneca que se suicide y el momento de la muerte del filósofo es el clímax de la cinta.

Nacido en Córdoba en una fecha no precisada en torno al año cero de la era actual, Séneca fue trasladado a Roma cuando apenas tenía tres años de edad. En la capital del Imperio se educó y allí llego a ser maestro de retórica. Su interés se dirigió hacia la escuela del estoicismo fundada por el griego Zenón.

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Su gran oratoria le permitió realizar una fulgurante carrera política que desató envidias en la corte, donde fue falsamente acusado de adulterio, por lo que se vio forzado a exiliarse en Córcega en el año 41 después de Cristo. El pensador permaneció ocho años en esa isla, hasta que fue reclamado de nuevo para hacer las veces de tutor del joven Nerón, quien le mantuvo a su lado como asesor cuando alcanzó el poder como emperador de Roma.

El filme plantea diversas aproximaciones de sus personajes a las relaciones de poder entre la élite y las clases altas, así como la hipocresía de estas cuando se trata de congeniar con aquel, en un evidente ejercicio de referencias al presente que los responsables de la película no olvidaron mencionar. “La filosofía siempre fue un tema importante. Estudié filosofía después de varios semestres para pasarme al cine, pero ha seguido siendo algo que he querido. ¿Me ha hecho mejor o más listo? No lo creo, ojalá hubiera sido verdad”, reconoció el realizador ante la prensa que cubre el festival.

“La gente hace cine esperando que pueden cambiar las cosas, pero las cosas de hecho no cambian en absoluto”, dijo Chaplin, que interpreta en la cinta a Lucia, del grupo de amigos de Séneca a quienes este intenta justificar su actitud con el tirano Nerón. “Los ricos son siempre los ricos y se hacen más ricos y los pobres más pobres. Y hay guerras, y hay terremotos (...) Mi padre hizo ‘El Gran Dictador’ hace como setenta años y creyó que eso cambiaría el mundo”, recordó sobre el gran clásico en el que Charles Chaplin parodió a su contemporáneo Adolf Hitler. “Y solo consiguió hacer reír a la gente, lo que es fantástico, porque reír es la mejor arma que puedes tener y esta película es muy divertida, yo creo que es muy divertida. ¡Es que nunca se muere!”, bromeó la actriz sobre la muerte de Séneca en el filme.

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Con más de un centenar de películas a sus espaldas, el actor estadounidense John Malkovich se declara simplemente una figura en los sueños de otro, y no considera que sus opiniones como actor merezcan mayor reconocimiento. Nada más alejado de su más reciente interpretación como Séneca. Malkovich, a sus 69 años, habla pausadamente con varios periodistas de medios internacionales, se declara apolítico y asegura que ya no ve su papel como actor con la misma importancia que en su juventud.

“Pongamos por ejemplo el teatro”, explica. “El teatro es como surfear: te levantas, agarras la tabla, le das la espalda al sol y esperas la ola. Cuando era joven pensaba que yo y mis colegas éramos la ola. Ya no creo que eso sea así. Creo que la ola es la colisión entre el público y el material. Y nosotros solo la surfeamos”, añade con una sonrisa. “Creo que no me daba cuenta de eso en esos años. O en todo caso, no lo pensaba. Y solo me empecé a enterarme cuando llegué a los 50″, asegura.

Y aunque “Séneca” puede ser contemplada como una alegoría de los tiempos inquietantes actuales, con la subida del populismo y una guerra en Ucrania, pero Malkovich se mostró cauto. “Lo que más me interesó fue el guion. Lo encontré divertido”, explicó con parsimonia en el Festival Internacional de Cine de Berlín.

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