El Magazín Cultural

Stutz: un trazo tembloroso, una mente poderosa

El actor estadounidense Jonah Hill dirige este documental para Netflix que es, en sí mismo, una íntima sesión de terapia y un homenaje al autor y psicoterapeuta Phill Stutz.

Javier Morales Cifuentes
10 de diciembre de 2022 - 05:22 p. m.
Jonah Hill dirigió y coprodujo este documental sobre Phill Stutz, su psicoterapeuta personal.
Jonah Hill dirigió y coprodujo este documental sobre Phill Stutz, su psicoterapeuta personal.
Foto: Archivo particular

En el congelador de mi nevera hay una pequeña bolsa plástica y dentro de esa bolsa hay un papelito. Ese papel tiene un mensaje que escribí para mí mismo. Es una frase para recordarme que no debo dejar que cierta persona por ninguna razón me haga sentir que no soy suficiente, que no doy lo necesario. Y ¿por qué está ese papel ahí en mi congelador enrollado dentro de una bolsa de plástico? Porque mi terapeuta me dijo que lo hiciera.

Jonah Hill, el actor estadounidense que recordamos por comedias como Superbad (2007) o películas nominadas al Oscar como The Wolf of Wallstreet (2013) o la mini serie de Netflix Maniac (2017), ese Jonah Hill dirigió y coprodujo este documental que es como meter en la nevera un papel con un mensaje para uno mismo.

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Stutz (2022), por Phill Stutz, el psicoterapeuta personal de Jonah, es un homenaje a esa mente serena pero firme y profesional que todos necesitamos para salir de nosotros mismos, para encargarnos de tanto equipaje, de tanto pasado y hacer de nuestras vidas un dolor soportable, una incertidumbre que nos abriga y una pérdida constante que debemos aprender a sentir.

Jonah Hill en realidad nos hace tomar asiento para verlo tener una sesión más con su terapeuta, una sesión apuntalada por cámaras de cine en la que hablarían de Stutz y no de él, o al menos eso pretendía Hill. Pero era imposible, un psicólogo sabe que no es el centro de ninguna historia. Las y los psicoterapeutas son el fiel de la balanza, el eje en la rueda, son la manija en la puerta, son ese mapa hacia lo que no estábamos buscando y la llave a ese cofre de preguntas que no nos atrevemos a hacer ni siquiera a nosotros mismos.

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Por eso Jonah, a pocos minutos de haber empezado el documental, lo detiene todo, nos detiene a nosotros como espectadores y nos muestra —le muestra a Stutz— la verdad de lo que está pasando, la parafernalia sobre la que estamos montados, la mentira piadosa que tuvo que construir para contarnos esta historia que se le desmorona. Y es entonces cuando el propio documental empieza a hacer su terapia, se desnuda, se nos muestra tal cual es y nos revela todos sus problemas, todo lo que no lo deja avanzar, lo que no lo deja ser. Tal como nos pasaría a nosotros mismos en una sesión de terapia.

Y es que el documental es una mirada al interior de la cabeza de Jonah Hill, es un vistazo a su estado mental y a ese deseo que lo impulsa a hacer esta película sobre su terapeuta. Pero Jonah se da cuenta de que no puede seguir adelante con ese proyecto, de que no es tan fácil. Y Stutz se lo dice sin siquiera mencionarlo realmente, como buen terapeuta. Jonah, con ayuda de las incisivas pero simples preguntas de Stutz, se da cuenta de lo que debe cambiar si quiere que este documental algún día vea la luz, si quiere que ese triángulo que nosotros —intrusos/espectadores— conformamos algún día se alcance a componer.

Stutz cuenta que desde pequeño, desde que tenía 11 años más o menos, las personas se le acercaban a contarle sus problemas y él sencillamente las sabía escuchar. Eso le abrió el camino como psicoterapeuta. Stutz también habla de sus padres, de la relación con su madre, de cómo eso lo marcó.

¿Por qué quiere Jonah Hill que veamos lo que tiene para decir su psicoterapeuta? Porque cree que Stutz tiene las herramientas necesarias para que todas y todos nos sintamos un poco mejor con nosotros mismos y con lo que nos rodea. Que nos sintamos suficientes y encaminados, a pesar de todo.

Stutz, con todos sus pacientes y ahora con nosotros, usa unas tarjetas en las que hace dibujos simples, simplísimos, para explicar mejor lo que quiere que cada paciente vea y haga. Son dibujos con líneas y letras temblorosas, en tinta negra gruesa, que sintetizan una idea, un esquema, una tarea, una explicación.

Stutz sufre la enfermedad de Parkinson desde que era muy joven y eso le cambió la vida radicalmente. El temblor de la mano, presente aunque por momentos casi imperceptible durante todo el documental, da forma a las líneas con las que vemos el mundo que Stutz nos quiere mostrar. Y no le importa que sean líneas temblorosas, imperfectas, feas, porque justamente le interesa que veamos que la vida es así, un trazo imperfecto, inacabado; pero lo importante es asegurarse de hacer ese trazo, terminarlo.

Este documental de Jonah Hill es una alegoría visual de lo que significa hacer terapia, es un ejercicio fílmico sobre nuestra capacidad de escuchar, de mirar, de aprender constantemente de nosotros mismos, de confiar en esos ojos externos y expertos que nos guían, que nos muestran un camino posible en el que nuestras mentes y nuestros cuerpos por momentos son capaces de ir de la mano.

A veces nuestras mentes necesitan una acción, una imagen que permita visualizar lo que de otra manera es solo un impulso abstracto, una duda sin respuesta. Por eso el papelito con el mensaje en la nevera. Por eso el documental de Jonah Hill. Porque a veces necesitamos ese objeto tangible que compruebe que somos capaces de algo, incluso de sobrevivir al mismo infierno.

Y funciona.

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Por Javier Morales Cifuentes

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