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En las orillas del mar Rojo, bajo un sol que parece suspendido sobre el desierto, el Festival Internacional de Cine de El Gouna (16-24 oct.) recibió una historia venida del otro lado del mundo: “Un poeta”, del colombiano Simón Mesa Soto. Para comenzar, se alzó con la mayor distinción, la Estrella Dorada, al Mejor Largometraje de Ficción en el evento en cuestión. También ganó el premio Horizontes Latinos en San Sebastián y fue Premio del Jurado en la sección “Una Cierta Mirada” del Festival de Cannes.
La película, rodada en Medellín, no solo viaja físicamente miles de kilómetros: también cruza fronteras culturales y emocionales para tender un puente entre Colombia y Egipto, entre la poesía de un barrio latinoamericano y la sensibilidad árabe. “Llegar a Egipto es un viaje impactante e ilusionante. Nunca imaginamos que la película llegaría tan lejos”, confiesa Manuel Ruiz, productor de la cinta.
Una historia local con alma universal
En “Un poeta2, Simón Mesa retrata la vida de Óscar Restrepo, un hombre mayor, desencantado, que alguna vez soñó con ser poeta. Su historia, profundamente medellinense, toca fibras universales: el amor, la familia, la frustración y la búsqueda del sentido. “Medellín suele estar asociada a una imagen estereotipada, y nuestro cine, al conflicto armado”, explica Ruiz, quien añade que “esta película mira a Colombia desde otro lugar, más íntimo, más humano. Es refrescante y distinta, y creo que eso conecta con cualquier espectador, sin importar el país o la religión”. Esa conexión se hizo evidente en la proyección egipcia.
“Pensé que no la estaban entendiendo”, confiesa entre risas Ubeimar Ríos, el protagonista. “Al principio la sala estaba en silencio, pero luego escuché risas, y al final vino un gran aplauso. Respiré aliviado: la película les había llegado.”
De Medellín a El Gouna: el eco de la poesía
Para el público egipcio, “Un poeta” fue una sorpresa. En un país donde la poesía tiene raíces milenarias, la figura de un escritor derrotado de Medellín resuena con una extraña familiaridad. “Aquí la poesía tiene otra forma, otro ritmo”, comenta Ríos, “pero al final habla de lo mismo: del alma, del amor, del dolor. Me impresionó ver cómo se conmovían con Óscar Restrepo”.
Ruiz coincide en que “Simón habla de la humanidad, no de un contexto específico. El amor materno, la relación filial, los sueños del artista… son cosas que se entienden en cualquier cultura, incluso en un país islámico como Egipto. La poesía y las contradicciones del ser humano son universales.”
El público egipcio y la otra cara de Colombia
Durante la proyección, muchos espectadores descubrieron una Medellín diferente, lejos de los clichés de violencia o narcotráfico.
“Creo que se sorprendieron”, dice Ruiz. “Vieron una ciudad viva, con texturas humanas, donde conviven clases sociales distintas. Se dieron cuenta de que Colombia no es solo lo que se ve en las noticias.”
Esa reacción, en un lugar tan lejano, confirma la capacidad del cine colombiano para dialogar con otras culturas. “Es emocionante mostrar nuestra realidad aquí, en un país tan antiguo, con una historia tan rica. Nos sentimos como si lleváramos un pedacito de Medellín al otro lado del mundo”, añade Ríos.
Puentes, no fronteras
Ruiz, que junto a Simón Mesa y Juan Sarmiento ha impulsado la película en más de diez países, ve en El Gouna una oportunidad no solo artística, sino también de colaboración.
“En el mundo árabe hay fondos muy importantes, como Doha Film o Red Sea Fund. Participar aquí permite crear vínculos. De hecho, la primera película de Simón, Amparo, tuvo apoyo del Doha Fund”.
Pero más allá de los fondos, ambos coinciden en algo: el cine como puente cultural. “Viajar y mostrar una película es descubrir otras formas de ver el mundo”, dice Ruiz. “Más que traerme algo de otra cultura, quiero construir puentes. Ese es el sentido de este viaje”.
El eco de una primera vez
Un poeta fue el debut cinematográfico de Ubeimar Ríos. “Nunca había hecho cine. Solo un casting pequeño para una serie de Netflix”, confiesa. Hoy, tras la gira internacional, vive un sueño inesperado. “Mi familia está feliz. Me apoyan mucho. Me sorprende ver cómo la gente se emociona con el personaje, incluso aquí, tan lejos de casa”.
Con la película ya rumbo a Viña del Mar, Alemania y España, el actor asume su nueva visibilidad con calma: “No me obsesiona la fama ni los premios, pero me emociona pensar que Un poeta pueda llegar a los Óscar. Sería algo muy bonito.”
Un viaje que apenas comienza
Desde los cerros de Medellín hasta las dunas del mar Rojo, Un poeta demuestra que el cine colombiano tiene voz propia y alcance global. Su poesía —hecha de silencios, contrastes y humanidad— encontró eco en una cultura milenaria, distinta pero cercana en lo esencial. “Ver cómo el público del otro lado del mundo se emociona con nuestra historia”, concluye Ríos, “es la mejor recompensa que puede tener un actor.”