¿Cómo se involucró en este proyecto?
Llevo 23 años trabajando en el sector social, muy de cerca con las comunidades, entendiendo sus necesidades, especialmente desde la perspectiva de niños y jóvenes. Con el tiempo, me fui involucrando cada vez más en el campo educativo, y eso me ha llevado a liderar organizaciones dedicadas a apoyar procesos de formación con poblaciones vulnerables del país. Estoy convencida de que uno de los principales retos en Colombia es la formación docente, pero también creo que ahí está el mayor potencial que tenemos como país. Poder realizar el National Teacher Prize Colombia representa, para mí, la consolidación de un sueño que se fue formando con los años: tener un reconocimiento importante para esa labor tan titánica que hacen los maestros y directivos docentes en Colombia. Es una mezcla entre mi pasión y mi trayectoria, pero también la concreción de una idea que, como organización, sentíamos que estábamos en mora de hacer realidad.
¿Por qué decidieron lanzar el National Teacher Prize en Colombia?
Premios para maestros hay muchos, y todos son importantes. Sin embargo, nosotros queríamos traer un nombre que tuviera un reconocimiento global, y fue por eso que decidimos organizar esta edición nacional del Global Teacher Prize. Este premio es una versión adaptada a nuestro contexto, pero con elementos innovadores que, para nosotros, representan lo que debería ser un proceso integral para premiar a maestros y directivos docentes.
¿Cuáles son los criterios que utilizan para evaluar a los participantes?
Como organización con más de 25 años dedicados a la formación docente, hemos identificado qué funciona y qué no, y apostamos fuertemente por la innovación educativa. Por eso, nuestro proceso de postulación incluye un requisito indispensable: cada aspirante debe completar un programa de formación de 12 sesiones, diseñado para dotar a los profesores de herramientas y contenidos de vanguardia en innovación educativa, impartidos por expertos de varias organizaciones. Una vez finalizado este entrenamiento, los candidatos pasan por nuestro riguroso proceso de evaluación, del cual emergen nueve galardonados. Además, nuestro enfoque va más allá de la premiación: al término del concurso, todos los docentes que se inscribieron —ganadores o no— ingresan a un hub de conocimiento. Esta red les ofrece acceso continuo a formación avanzada, becas y oportunidades de estudio. El premio es una excusa para seguir fomentando el desarrollo profesional de los docentes y, además, una forma de inspirar a los jóvenes que quieren seguir esta carrera.
¿Este premio es para qué tipo de docente?
Está dirigido a docentes de colegios y centros de primera infancia. Es importante aclarar que no delimitamos la convocatoria exclusivamente a instituciones educativas públicas, pero sí nos enfocamos en poblaciones con mayores necesidades. Buscamos reconocer a esos maestros que, con muy pocos recursos, están haciendo una labor titánica. Son docentes que, incluso en los lugares más remotos, llevan a cabo experiencias educativas increíbles y muestran un compromiso admirable. Nos queremos mover bajo un concepto fundamental: equidad e inclusión. El premio está abierto a todos los maestros del país, sin discriminación por tipo de institución o ubicación geográfica. Además, también nos enfocamos en la innovación y la evidencia de impacto. Queremos propuestas que no solo sean innovadoras, sino que ya tengan evidencia de que están funcionando, porque también queremos potenciar ese efecto multiplicador. Eso es parte del sello que queremos darle al National Teacher Prize Colombia, alineado con la visión de United Way: no importa si la experiencia viene del ámbito urbano o rural, lo importante es visibilizar prácticas que hoy no están siendo reconocidas, pero que efectivamente están dando resultados.
Para usted, ¿quién es un buen profesor?
Un buen maestro entiende el perfil del estudiante que tiene al frente. Es alguien muy consciente de en qué etapa se encuentra, de qué comunidad proviene y cuáles son sus necesidades. También debe conocer los retos de la educación y, conforme a ellos, tener la capacidad de adaptarse e innovar constantemente. Es alguien que no le teme a la tecnología ni a salir de la caja. De hecho, nosotros tenemos un lema muy bonito: “Profes salidos de la caja”, que se refiere a ese docente que se arriesga, que innova junto a sus estudiantes y que no teme hacer las cosas de manera diferente. Además, creemos firmemente en la importancia del bienestar docente. Un buen maestro también es aquel que cuida su salud mental, porque solo así puede estar bien para sus estudiantes. Es un aspecto fundamental que también promovemos desde nuestra organización.
¿Cómo ha evolucionado la figura del profesor?
Creo que ha cambiado mucho. Tengo muy presente la imagen del docente tradicional: el que copiaba en el tablero, con todos los estudiantes sentados en fila, en silencio. Hoy, en cambio, existe una dinámica mucho más colaborativa, en la que el docente debe asumir un rol de facilitador del aprendizaje. El buen maestro se ubica en un plano de creación o cocreación junto a sus estudiantes, construyendo con ellos el proceso de aprendizaje. Hoy se trabaja más desde proyectos, donde el docente lanza preguntas orientadoras y son los estudiantes quienes exploran, proponen soluciones y prototipan ideas. Y ahí hay otro gran reto: ¿cómo enganchar a un niño de ocho años, o a uno de diecisiete? Son mundos distintos y requieren estrategias diferentes. Hoy en día, la motivación de los estudiantes está directamente relacionada con la deserción escolar. Es un gran desafío para los docentes, que todos los días deben preguntarse: ¿qué hago hoy para lograrlo?
¿Cuáles son los retos que enfrenta la educación en Colombia?
Cada año revisamos si los retos educativos en los que estamos trabajando siguen siendo vigentes. Y aunque con el paso del tiempo se han dado algunos cambios, lo frustrante es que muchos de estos desafíos persisten, a pesar de los esfuerzos que se han hecho. Actualmente, estamos enfocados en cuatro grandes frentes. El primero es la salud mental y el bienestar, tanto de niños y jóvenes como de los maestros y agentes educativos. No se puede hablar de aprendizaje si no hay condiciones básicas de bienestar emocional. El segundo gran reto es el cierre de brechas académicas, especialmente en aprendizajes básicos. El tercer reto está relacionado con el currículo y los ambientes de aprendizaje. Es necesario que los currículos sean pertinentes e incluyan temas actuales, como la inteligencia artificial y el uso de la tecnología como herramientas que potencien los procesos de enseñanza y aprendizaje. Y, finalmente, está el desafío de la formación docente, que es lo que queremos seguir impulsando desde la fundación.