Partido Liberal, del más antiguo al menos votado en Colombia

La colectividad fundada en 1848, que ha puesto 27 presidentes, tras la derrota del pasado domingo con menos de 400 mil votos, vive el peor momento de su historia.

Alfredo Molano Jimeno / @AlfredoMolanoJi
03 de junio de 2018 - 11:00 a. m.
El exviceministro Luis Ernesto Gómez con un grupo de jóvenes liberales frente a la sede del partido en Bogotá. / Archivo particular
El exviceministro Luis Ernesto Gómez con un grupo de jóvenes liberales frente a la sede del partido en Bogotá. / Archivo particular
Foto: Alfredo Molano Jimeno

El Partido Liberal es el más antiguo de Colombia. Fundado en 1848 por José Ezequiel Rojas bajo las banderas de la lucha por las libertades públicas, a través de los años realizó las reformas más importantes en la historia del país: abolió la esclavitud, promovió la inclusión social, defendió la libertad de conciencia y la educación laica e impulsó reformas agrarias. Desde su fundación ha puesto 27 presidentes y esto habla de su pasado ilustre. Pero hoy vive su peor momento. Su último candidato, Humberto de la Calle, logró apenas 399.180 votos —con lo que se elegía un mandatario en 1930— y el partido terminó adhiriendo al Centro Democrático. El director de la colectividad roja, el expresidente César Gaviria, entregó las banderas a su más enconado opositor de los últimos 15 años: el también expresidente Álvaro Uribe, disidente liberal que encarna un modelo adverso.

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Gaviria protocolizó la adhesión a Iván Duque en medio de una polvareda interna. Los principales líderes del partido, como el exministro Juan Fernando Cristo o el senador Juan Manuel Galán, piden su renuncia, pero el exmandatario se mantiene por los parlamentarios electos que le dieron la “bendición” para sumarse al uribismo. Curiosamente, hace apenas unos días Gaviria aseguraba que Duque haría trizas el Acuerdo de Paz, que su discurso era el de la restricción de las libertades y que no era más que una marioneta de Uribe. Las redes sociales se han encargado de recordarle también que en 2014 defendió a Juan Manuel Santos, enfilando su verbo contra quienes ahora se suma.

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Hoy, en esas mismas redes sociales, se replican sus intervenciones con voz rasgada, gritándole “mentiroso” a Uribe, acusándolo de ser enemigo de la paz por “mezquindad” o señalándolo de “paramilitar”. Esta semana, al ser interrogado sobre su cambio súbito, respondió con frases lapidarias: “La política se hace para las elecciones”; “no hice denuncias terribles contra Uribe, solo oposición”; “la política es así, no es consistente”. A esas mismas horas, el senador Juan Manuel Galán y el exviceministro Luis Ernesto Gómez protestaron en el hotel Tequendama con una palabra: “Vendido”.

Desde la perspectiva histórica, así como Luis Carlos Galán lo hizo a finales de los años 70 fundando el Nuevo Liberalismo para hacerle frente al oficialismo de Julio César Turbay, la pugna interna entre los liberales parece una marca. En la mitad del siglo XIX, fueron “gólgotas” y “draconianos” los protagonistas. Después fueron “nacionalistas” y “radicales”, hasta que Rafael Núñez, liberal pero aliado al conservatismo, impuso la Constitución de 1886. O ya en el siglo XX surgió el “unirismo” de Jorge Eliécer Gaitán y luego su pelea contra el oficialismo de ese entonces, hasta su asesinato en 1948.

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Ese antagonismo histórico del Partido Liberal no pocas veces ha terminado en alianzas y adhesiones entre contendientes. El expresidente Álvaro Uribe, dominador absoluto de los últimos tres lustros de la política nacional, fue antes un fogoso liberal que montó toldo aparte cuando se dio cuenta que le tocaba hacer cola tras César Gaviria, Ernesto Samper o el actual senador Horacio Serpa. Ahora el Centro Democrático de Uribe recibe los jirones del “trapo rojo”, traídos por el “gavirismo” y el “serpismo”, ahora en cabeza del senador electo Horacio José Serpa.

Hace cuatro años, el liberalismo apoyó al presidente Santos —otro exliberal— para hacer la paz y cogobernar desde la Casa de Nariño; hoy apoyan a Duque y se afirma que las diferencias con Uribe son cosa del pasado. Con pírricos 399.180 votos debajo del brazo, el Partido Liberal dejó atrás los tiempos en que lo llamaron “glorioso” y sus dirigentes gobernaban el país por lapsos hegemónicos, como buena parte de la segunda mitad del siglo XIX, o los 16 años de la República Liberal a partir de 1930 con Enrique Olaya Herrera y el final de la hegemonía conservadora.

En síntesis, del partido que impulsó la Constitución de Rionegro, que logró la abolición de la pena de muerte, que promovió las grandes reformas laborales y agrarias de los años 30 en el siglo XX, o incluso, del que ayudó a construir la Constitución de 1991, ya solo quedan las buenas memorias. Lo paradójico es que los mismos Gaviria, Serpa o De la Calle, que fueron sus artífices, en el estertor de sus carreras políticas son protagonistas de su debacle.

Por Alfredo Molano Jimeno / @AlfredoMolanoJi

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