El tío de “Rigo” y la crónica de un encuentro casual

Vía videollamada del director Víctor Gaviria, el tío del ciclista Rigoberto Urán conoce al actor que lo representó en la serie televisiva, Ramiro Meneses. Una excusa para hablar de su sobrino y de la vida en Urrao en esta entrevista.

Gustavo Castaño y Santiago Garcés, especial para El Espectador
06 de abril de 2024 - 06:53 p. m.
El tío "Chucho", hermano del padre del ciclista Rigoberto Urán, al volante de su chiva “El Tesoro", con la que sigue recorriendo las vías del municipio.
El tío "Chucho", hermano del padre del ciclista Rigoberto Urán, al volante de su chiva “El Tesoro", con la que sigue recorriendo las vías del municipio.
Foto: Brayan Alexis Roqueme Rodríguez/Revista Bohemia

Hace más de 30 años, cuando nuestra leyenda urraeña del ciclismo era tan solo un niño con alma de montañero, la escalera del tío “Chucho” era su transporte favorito para ir a la casa de la tía Ebelina, quien vivía en las veredas cercanas a Urrao donde su sobrino solía reciclar algunas botellas y otros elementos, en un intento de conseguir algo “pal fresco”; lo que su tío jamás se imaginó era que aquel pequeño sería el protagonista de tantas historias y éxitos recogidos para el deporte colombiano. Su hermano, don Rigoberto Urán, por el contrario, estaba convencido de que su hijo homónimo sería un deportista reconocido a nivel mundial y en vida trabajó arduamente por hacer de ese sueño una realidad.

El pasado sábado, a finales de marzo de 2024 y en compañía del director de cine Víctor Gaviria, se dio un viaje al pueblo natal del ciclista Rigoberto Urán. Cuando faltaban 5 km. para llegar al municipio de Urrao, nos sonó el teléfono y al contestar la voz del tío “Chucho” nos inquirió, diciendo:

- ¿Ustedes creen que el tiempo mío lo tengo disponible solo para ustedes? Ni porque yo fuera guevón, afánense o me les voy.

Así siguió renegando por el retraso a nuestro encuentro, con más palabras “boquisucias”, como dicen en su pueblo. Al llegar al casco urbano, nos dimos cuenta de la presencia del “tío”, como todos le dicen cariñosamente; también notamos su calidad humana, su fervor por la palabra, que lo asemeja a un culebrero de vereda, y su fino humor paisa que definitivamente nos lleva, sin indicárnoslo, al gran Rigo. Es increíble cómo, después de tantas décadas, su chiva “El tesoro” continúa recorriendo las calles de aquel municipio atravesado por las aguas del río Penderisco, entre abismos que acentúan la sensación de una muerte lenta y continua durante todo el recorrido, donde las curvas y sus largas caídas le señalan la ruta por la cual debe conducir por casi cuatro horas al interior de las veredas.

Pudimos hablar de lo humano y lo divino con el tío, quien amablemente nos invitó a su casa; allí nos contó en palabras propias la infancia del pequeño Rigo y sus comienzos en este deporte de pedal, bajo el apoyo incondicional de su padre: “Como bien se dice en Antioquia, ‘hijo de tigre sale pintado’, y así como Rigoberto ha sido amante de este deporte, su papá lo fue más: de joven también fue muy bueno para la bicicleta y casaba carreras con los vecinos; su pasión fue transmitida a mi sobrino, al que todos llamamos cariñosamente Rigo o Riguito”.

“Cuando este tenía cuatro o cinco años, su papá y yo le dimos la primera bicicleta y la historia va más o menos así: Mi hermano Rigoberto necesitaba una buena bicicleta para Riguito y da la casualidad de que yo tenía una profesional guardada en la casa, la cual había comprado tiempo atrás y usé muy pocas veces. Mi hermano no sabía de su existencia porque la tenía muy escondida, pero un día nos encontramos en el pueblo todos borrachos y a él lo iba acompañando Rigo. Decidimos sentarnos allá en el parque, en el negocio “Cristo Rey”, donde me comentó la necesidad de conseguir una bicicleta; yo le dije que tenía una y le di un precio cuando me preguntó, no objetó el precio, pero me la sacó fiada y así paso el tiempo; prácticamente fue un regalo para mi sobrino. Recuerdo que salieron para la casa y Rigo se fue muy contento por su nueva bicicleta. Al día siguiente, llegaron a mi puerta; mi hermano en una monareta y Rigo a pie; ese fue el primer día que Rigoberto Urán montó en una bicicleta profesional, la que yo le ‘vendí’ “.

“Mi hermano y él eran como uña y mugre: cuando se daba la ocasión de que se peleaba con Aracely y lo echaban del cuarto, Riguito lo acompañaba, ya fuera para dormir en el mueble o en el suelo, no lo dejaba para nada. Rigo después de un tiempo comenzó a ganarle las carreras al papá, o a lo mejor era que él se dejaba; mi hermano decía que su hijo iba a ser un gran campeón, conocido en el mundo, y al principio ninguno le creía, pero a él se le metió en la cabeza e hizo hasta lo imposible; él prácticamente metió a Rigo a un equipo de ciclismo casi a la fuerza y lo hacía competir con los demás ciclistas del municipio; le gustaba mucho mostrar de esta manera la finura de su hijo y gracias a esto Rigo se fue encarretando con el deporte, tanto fue así que cuando Rigo tenía trece o catorce años apareció ‘Cochise’ Rodríguez por acá y se interesó mucho en él como ciclista, en esos tiempos donde el combustible de ‘El toro de Urrao’ era un plato de frijoles con arroz y huevo, porque no había para más, y también un poco de leche, quesito y panela al desayuno en esas mañanas campesinas”.

Hablando de los ires y venires de nuestro prócer del ciclismo fue inevitable mencionar la popular serie de televisión Rigo, emitida por RCN y por Amazon Prime Video, la cual ha llenado de carcajadas los hogares colombianos y donde el tío “Lucho” es protagonizado por Ramiro Meneses. Sobre ella pudimos conversar lo siguiente.

- ¿Qué le falta a Juan Pablo Urrego para hacer el papel de Rigo?

Nada, quedó perfecto. En la serie todos actúan muy bueno, qué hijueputas tan buenos para su trabajo; y yo también me siento muy representado con el papel que hace Ramiro Meneses, aunque el programa tiene algunas cosas falsas, como que ‘Girlesa’, nombre con el que llaman a mi esposa en la novela, se mete a la política y la ponen de alcaldesa, cuando toda la vida mi mujer fue profesora.

- ¿Rigo sí era tan enamorado como se ve en la serie?

Él siempre fue muy tímido. Se vino a avispar mucho fue cuando salió de Urrao, pero es que yo pienso que antes las cosas eran muy diferentes con las mujeres y se tenía más control con eso de tener pareja; ahora las muchachas no se dejan ‘criar’ para conseguir novio; además, en esa pobreza quién iba a mirar a un guevón de esos; a usted lo miran en el bachillerato si le ven alguna cosita, y él no tenía mucho que mostrar por esa época.

- ¿El sentido del humor de Rigo era así siempre?

Él era empujadorcito, pero no tanto. Como les dije, Rigo se vino a disparar fue cuando salió de Urrao, por allá se volvió un toro en todo, en Italia fue donde más se soltó. Él heredó el buen humor del papá, no de la mamá. Los primos de nosotros son, por así decirlo, muy ‘malaclase’; ellos viven bravos porque piensan que la serie fue hecha exclusivamente para Michelle; por eso algunos ni siquiera se la ven.

- Ya que hablamos de familia, ¿cómo celebraban ustedes la Navidad?

Eso sí era una chimba: a pesar de que éramos pobres, hacíamos una Navidad muy lujosa. Comprábamos el marrano y hacíamos las fiestas, así luego pasáramos hambre. Mi hermano tenía varias cantinas y una vez que me dejó un diciembre administrando una, me quedé dormido. Esa noche se metieron los ladrones y se llevaron todo y tuve que correr porque me iba a agarrar a planazos.

- ¿Nos vas a invitar a un trago ahora?

No, yo estoy más remendado que una colcha de retazos; o sea, más cortado que un hijueputa. Me han hecho muchas operaciones, me sacaron un riñón y no puedo beber; además, hace seis meses me operaron de la próstata.

- Volviendo al tema de la familia, ¿Rigo se recuperó pronto de la pérdida de su papá?

De eso no se recupera nadie, mijito. Él seguía con pena y con dolor, pero no dejó de luchar por ese sueño que tenían ambos. Continuó compitiendo y terminando su bachillerato, aunque creo que el último año se lo regalaron. La gente de acá fue muy solidaria con mi sobrino y su mamá, le mandaban mercadito, ropita y otras cositas que pudieran necesitar.

- ¿Qué te ha cambiado en el último tiempo de la vida?

Me cambió mucho esa telenovela, ahora tengo que atender a turistas todo el tiempo en la escalera, muchas veces a cambio de nada. Tengo que atender a todos los que vienen a averiguar por el tío de Rigoberto Urán, entrar un poco en la pomada a cambio de un gracias. A mí nunca me gustaron las fotos, las cámaras ni las guevonadas esas. En estos tiempos que me buscan los turistas yo no les cobro por la foto, pero ya aprendí a poner el tarrito de propinas en la chiva por si alguien quiere colaborar pal fresco.

- ¿A ustedes les pagaron por tener mención en la telenovela?

Absolutamente nada, por eso nos cambiaron los nombres. Yo estoy esperando conversar con Rigo y sé que se me va a hacer el güevón (risas). Igual yo nunca he estado interesado en hacer polémica con eso. No se metieron con otros miembros de la familia, simplemente por ahorrar costos. El día que yo lo coja le voy a cobrar hasta la bicicleta que me debe (risas), porque en esa serie metieron a mi esposa, a mí y a mi hijo con cierto protagonismo. Pero no crean, la verdad es que nunca he pretendido conseguir plata con la fama de mi sobrino, todo lo que tenemos es por economía de nosotros; si la casa está así, bien arreglada, es por mi esposa que es profesora retirada y ha sabido invertir y mantener el hogar; yo, por mi parte, sigo en la chiva y de mis dos hijos puedo decir que uno es conductor de chiva como yo, y el otro es profesional en sistemas de cómputo.

- ¿Por qué bebió tanto mientras era conductor?

Yo creo que era para relajar los nervios, pues uno en esa época con la escalera tetiada, cargando hasta con 120 pasajeros y pasando cerca a esos precipicios de camino a las veredas; uno o dos aguardientes ayudaban a relajar los nervios, pero no era solo yo sino todos los que en esos años manejaban escalera. En la época de la violencia acá en Urrao uno tenía que echarse la bendición, porque no se sabía si se volvía al hogar y un trago de licor nos daba valor en el camino, aunque eso no lo refleja la serie.

En ese entonces echábamos dos viajes por la mañana, pero hay que tener en cuenta que el camino era difícil y por eso la distancia entre Urrao y las veras era de hasta cuatro horas en chiva. De esas borracheras tengo una anécdota que me puso a pensar mucho. Una vez estuve bebiendo hasta que me emborraché en una cantina donde también estaban los militantes de la guerrilla que ocupaban la zona. El comandante al verme tan borracho, y actuando de buena fe, me quitó las llaves de la escalera y se las dio al cantinero para que no fuera a conducir de noche por esas curvas peligrosas y terminara accidentándome. Sin embargo, yo fui muy terco y le insistí tanto al cantinero que al final terminó dándome las llaves, esperé la oportunidad y en un descuido del comandante me monté en la chiva y me fui, pero en la huida escuché disparos de fusil en dirección a mis llantas.

Cuando me alejé me vine despacio y en tercera, uno borracho no es capaz sino con un solo cambio y así no se complica la vida al manejar. Siempre cargaba licor en la chiva, ya fuera ron con Colombiana o de ese trago local al que llamamos Mico. Lo que me dio tristeza fue ver a mi esposa en la ventana preocupada por verme tan borracho y con el carro todo empantanado. Uno piensa ahora y se da cuenta de que estuvo mal, pero es que en ese tiempo los conductores manejaban borrachos y nadie les decía nada porque estaban peor de borrachos; mi hermano también bebía mucho, aunque era más joven que yo. Una vez ocurrió un accidente, alguien se volteó en la escalera, pero no le pasó nada e iba solo. Los carros de ahora no son como los de antes, se dañan mucho y hay demasiados en las calles; por eso hay tantos accidentes a todas horas; en cambio, antes éramos menos y era mejor para el conductor, menos riesgo de choque en las calles poco transitadas donde nos dábamos esas licencias.

- ¿A qué se debe la capacidad de emprendimiento de Rigo?

A la familia, en lo de ser trabajador y rebuscarse el sustento con pequeños emprendimientos. Pero principalmente la parte empresarial, a su señora; ahí sí, como se dice por acá, se juntó el hambre con la necesidad, en eso hacen buena pareja. Recuerdo que en la boda de Rigo con Michelle matamos un marrano para la fiesta y allí nos tomamos 26 botellas de tapetusa, cosa que no se ve en la serie, donde la única referencia que hacen al Mico es en el entierro de mi hermano.

Todos en la casa están encantados por la visita, principalmente por la compañía de Víctor Gaviria, quien fue el primero que puso a actuar a Ramiro Meneses, actor del tío “Lucho” en la serie. La magia del momento avanza, y un encuentro casual e inesperado tiene lugar en aquella sala: Aunque Ramiro Meneses está fuera del país, una videollamada le permite saludar al verdadero tío de Rigoberto Urán, a quien no conocía hasta ese momento.

Un diálogo jocoso se da entre ellos, y ambos se comparan desde el papel de tíos, aunque el tío “Chucho” dice que en la vida real él es más serio que el personaje de la serie y que no está todo el tiempo encima de su mujer (risas). Varios detalles vuelan en el aire, como por ejemplo la insistencia que tuvo el actor de usar la camisa de botones abierta, a pesar de que no se lo permitían en el set; en aquella videollamada lo primero en que se fijo es que efectivamente el tío usaba la camisa abierta, siendo un acierto del actor en su papel.

Finalmente, descubrimos que el amable tío “Chucho” no vio el capítulo aquel cuando mataron a su hermano: “esos dolores nunca se superan”, feliz por la llamada.

Ramiro Meneses comenta que un encuentro personal se hace muy necesario para el futuro y así poder compartir anécdotas de toda la experiencia alrededor de esta serie y de la vida de nuestro gran Rigoberto Urán.

Por Gustavo Castaño y Santiago Garcés, especial para El Espectador

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