Isabel Mellado: “La escritura y la música se hacen ojitos todo el tiempo”

La escritora y violinista chilena participará este fin de semana en la Filbo, en la conferencia “Otras formas del pentagrama: La música de los escritores”, al lado del colombiano Pablo Montoya.

El Espectador
27 de abril de 2018 - 02:00 a. m.
Isabel Mellado debutó en la escritura con el relato “El perro que comía silencio”.  / Cortesía
Isabel Mellado debutó en la escritura con el relato “El perro que comía silencio”. / Cortesía

Desde afuera se puede ver el universo de un escritor como individual y solitario, todo lo contrario al de un músico. ¿Es realmente de esa manera?

No sabría hablar por todos los músicos o escritores, los hay de todo tipo, pero sin duda los músicos también requieren muchísimas horas solitarias de perfeccionamiento. Lo interesante, en los músicos, es que, si bien son artistas con individualidades tremendamente marcadas, pueden trabajar en equipo. Muchísimos músicos, de caracteres muchas veces opuestos, opiniones, edades y orígenes diversos, logran armonizar casi milagrosamente en un concierto. No me imagino un trabajo así con escritores, escribiendo una novela a tantas manos. Bastante tiene el escritor y todas sus voces.

¿Ha sido fácil para usted combinar esas dos actividades que la definen en buena parte: la música y la escritura?

La escritura y la música se hacen ojitos todo el tiempo la una a la otra, son lenguajes que se retroalimentan, y yo disfruto viéndolo. Cierto que las dos requieren disciplina, autocrítica, sentido del ritmo, de la forma, la imagen, la dinámica; las dos llevan a la reflexión, al placer, la duda, y ensanchan los sentidos y la vida.

¿En qué se parecen y en qué se diferencian la lectura de una partitura de la lectura de una novela, por ejemplo?

Creo que ambas otorgan suficiente espacio a la interpretación. Así como el intérprete musical, respetando el estilo del compositor, claro, hace sonar la partitura incorporándola a su sensibilidad, el lector es a su vez una especie de intérprete, escucha en su cabeza las palabras, las frases, sus melodías y silencios, su contenido, recrea las páginas de acuerdo a su propia experiencia vital y se identifica a muchos niveles, insospechados en el mejor de los casos para el autor.

Su primera publicación fue “El perro que comía silencio”. ¿Cuál fue la primera idea para hacer este libro de relatos cortos?

Su escritura fue una especie de explosión, de reenamoramiento con el castellano. Llevaba casi diecisiete años viviendo en Alemania, pensando, comunicándome y soñando casi sólo en alemán, cuando sentí la necesidad de pasar períodos largos en España. Allí comencé a escribir, de manera obsesiva, catártica, también festiva. Quería literalmente salirme de la partitura y resultó un perro bastante travieso e insurrecto ese libro.

Haciendo analogías, ¿a qué tipo de relato literario se parece el formato de orquesta y a cuál se asemejaría el cuarteto de cuerdas?

Podría ser una sinfonía lo primero, pero es más bien un asunto de voces, de polifonía. No se me ocurre una analogía que me convenza del todo, por eso prefiero no responder esta pregunta.

Este año publicó “Vibrato”. ¿Cómo supo que esta historia estaba lista para ser leía por el público en general?

No conozco, menos mal, escritores que tenga la total certeza de que su libro esté listo para ser leído, y no sé si me agradan escritores con demasiadas certezas; así es muy fácil caer en la grandilocuencia. Creo que un libro podría seguir corrigiéndose décadas. Sólo tengo la tranquilidad, ya que algunos de los temas que trato allí tienen que ver con la música, la vocación artística, los viajes, la integración, de haber hecho un tremendo trabajo de campo, por decirlo así.

Para usted, ¿en qué se parecen el lápiz y la libreta, el arco y el violín?

La verdad, para mí el arco se parece más bien a un pincel, a veces con acuarela, a veces con témpera u óleo, y a veces con pigmentos singulares, con el que el músico ensaya muy elásticamente distintas intensidades, distintas texturas, yendo de un color a otro, hasta que levanta el pincel y se interrumpe la música.

¿Nunca se ha sentido que le toca escoger una de las dos actividades artísticas?

Soy muy mala en escoger, se nota, creo: Santiago-Berlín-Granada, por dar un solo ejemplo. Mientras no esté obligada a restringirme, mi idea es más bien sumar, siempre sumar.

Va a participar en la charla “Otras formas del pentagrama: La música de los escritores”, en el marco de la Filbo 2018. ¿Qué tiene preparado para esta actividad?

Será probablemente como un fresco concierto de jazz, nada rígido. Participo en la mesa redonda junto a Pablo Montoya y Andrea Salgado. Será una estupenda charla, sobre muchos temas, espero.

¿Qué proyectos tiene?

He comenzado ya la escritura de un nuevo libro, pero prefiero no adelantar mucho. Sólo sé que cuando escribo deseo sentir que aprendo, que descubro cosas nuevas, que me sorprenden, que potencian y revaloran el tiempo dedicado en soledad a la escritura.

Por El Espectador

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar