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Paula Bossio: minuciosidades y secretos de una ilustradora

Estudió Diseño Gráfico y pasó por la publicidad, pero encontró su lugar de paz en los libros ilustrados. “El lápiz”, “Los direfentes” y “Había una vez, tal vez” son algunos ejemplos de sus historias trazadas.

Giancarlo Calderón
17 de enero de 2021 - 02:00 a. m.
Para la artista e ilustradora Paula Bossio, “los libros son el hogar de todos y de las mil posibilidades”.  / Archivo particular
Para la artista e ilustradora Paula Bossio, “los libros son el hogar de todos y de las mil posibilidades”. / Archivo particular

Paula Bossio, artista, diseñadora e ilustradora bogotana, estaba muy pequeña cuando descubrió su pasión por el dibujo. “Todo empezó en casa, como casi todo en la vida. Recuerdo muy bien que me gustaba sentarme con mi papá (Jaime Bossio) en la mesa del comedor. Le pedía que dibujara para mí una ciudad, y él, con su estilo muy técnico, sacaba puntos de fuga, líneas y rayas que veía cruzar para todos lados. Como por arte de magia, fascinada con tanta destreza, aparecía la tan esperada ciudad: carros, edificios, casas y hasta personas. Era maravilloso”, comentó la artista, en entrevista con El Espectador, al referirse a esta primera y temprana influencia vocacional.

No fue su padre, sin embargo, el único responsable de esta fascinación por crear, a través del dibujo, mundos diversos, felizmente misteriosos e inexplicables, alternos a la realidad inmediata, pues su madre, también arquitecta, fue igualmente fundamental en su formación creativa.

“Mi mamá (Carmenza Forero) era dibujante arquitectónica, hacía los planos de los edificios, esos que se ven desde arriba y que la gente los necesita para entender qué está comprando en planos. Ella trabajaba en casa. Su estudio estaba lleno de colores, reglas, rapidógrafos; una verdadera dulcería para el ojo de un dibujante. Y claro, yo, que amaba sentarme en el piso a dibujar, lo hacía a los pies de su escritorio. Toda una influencia”.

Bossio estudió Diseño Gráfico en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, en Bogotá. Allí adquirió las bases técnicas y conceptuales suficientes que a la postre enriquecieron su carrera como ilustradora.

“Estudié Diseño Gráfico. Fue la mejor decisión que pude haber tomado. Aprendí mucho: me dejé sorprender, aproveché el tiempo, a los profesores, me inspiré, pero sobre todo encontré la ilustración, me apasioné por ella, por los libros ilustrados. También hice un diplomado en la Universidad Javeriana, una especialización y varios cursos de edición de LIJ (literatura infantil y juvenil) en Barcelona. Al final descubrí que este universo de la ilustración es tan vasto y fascinante que será un camino para toda la vida”. Además de esa labor, Bossio trabajó un buen tiempo en el mundo de la publicidad, experiencia que le permitió crecer en algunos aspectos específicos del universo creativo y, también, le marcó algunas diferencias con el mundo de la ilustración editorial, que es donde siempre había querido estar.

“Trabajé en varias agencias de publicidad durante muchos años. No fue lo que quise, pero allí fui a dar. En realidad, y para ser sincera, fue una experiencia agridulce: me resultaba muy difícil pensar en historias (comerciales) o ideas (campañas) para servicios o productos cuyo manifiesto me parecía algo falso, tal vez. Lo sentía poco inspirador, algo vacío”.

Aun así, es consciente de que cada campo profesional representa cierta utilidad, y que este caso no fue la excepción. Con relación a este tema, remató: “Pero le agradezco en demasía a la publicidad los procesos de pensamiento, la importancia que les da a las ideas creativas y al poder de las historias para comunicar un mensaje de forma poderosa: eso de verdad me cautivó. Siempre creí que esas ideas que escuchaba de los creativos serían geniales en libros. Debo confesar que las sentía un poco desperdiciadas”.

La obra de Paula Bossio es muy particular, conceptual y, técnicamente hablando, muy rica en el aspecto visual y sobre todo bastante precisa en detalles en cuanto al dibujo: personajes, colores, matices, minuciosidades y secretos, como ella los llama. A pesar de esto, no se siente parte de un estilo ni se limita en términos creativos.

“No estoy muy segura de ubicarme dentro de un estilo. Hago lo que viene de adentro, que es seguramente la mezcla de lo que he visto y me ha cautivado, de lo que he aprendido y de lo que no. Me gustan tantos artistas e ilustradores que sería larguísima la lista, pero las influencias más relevantes en mi trabajo han sido autores de literatura infantil y juvenil como Anthony Browne, un maravilloso ilustrador y, sobre todo, un increíble narrador. Dentro de esta lista, sin duda, están Babette Cole, Jutta Bauer, David McKee, Jon Klassen y Tony Ross, entre otros cientos”.

Su trabajo muestra muchas “horas de vuelo” al frente de un viaje donde la disciplina, la creatividad y la imaginación, son las principales tripulantes. “Llevo trabajando en ilustración casi 17 años, que no es nada en realidad; pero, como se dice por ahí, la práctica hace al maestro. Casi nunca estoy del todo conforme con lo que hago y siempre creo que debería haber sido mejor. Y, claro, ir descubriendo con el tiempo nuevos artistas geniales me despierta un poco el sentimiento de competitividad”.

Aunque Paula Bossio —tal vez por respeto hacia autores e ilustradores que han dedicado toda una vida a esto— no lo reconozca del todo, 17 años de experiencia son muchos en cualquier oficio. Este hecho, sumado al profundo gusto por dibujar y contar historias, le ha permitido convertirse en una autora reconocida, dentro y fuera del país, con destacados trabajos publicados, incluyendo, entre otros, “El lápiz”, “Los direfentes” y “Había una vez, tal vez”.

Sobre sus publicaciones, la artista apuntó: “Son libros en los cuales yo soy la autora. Fueron proyectos pensados, escritos e ilustrados por mí. En todos los casos tuve editores maravillosos. A los tres les tengo un afecto especial porque cuentan historias de vida, historia que, aunque son mi percepción de eventos particulares, pueden cobijar las experiencias de muchos”.

Otro libro en el que participó, esta vez solo como ilustradora, es Todo va a estar bien, del escritor Ricardo Silva. “Este libro hecho con la editorial Alfaguara fue una gran experiencia. Trabajar con autores que sean grandes personas es fantástico. Natalia García, su editora, hizo parte de este equipo con el que fue delicioso trabajar”.

Paula Bossio aún tiene mucho por entregar. Al plantearle que se animara a dar una definición sobre la pasión que ocupa su tiempo y su corazón, con cierto brillo en los ojos y una ligera sonrisa decidió arriesgarse, como en una pequeña gran aventura de las que inventa y dibuja: “Ilustrar es un universo entero: los libros son el hogar de todos y de las mil posibilidades. Además de ser un lenguaje y un oficio artístico aplicado, es pensar, componer, solucionar, narrar y crear. Pero para mí fue, es y será mi pasión y mi salvación, mi lugar de paz, mi sitio favorito en la vida. El regalo que Dios me dio para ver la vida de forma optimista y bella”.

Por Giancarlo Calderón

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