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Akapellah y Oldtape: “Condenados” al Grammy Latino 2021

“Condenados”, la canción que les dio a los raperos venezolanos Akapellah y Oldtape su primera nominación a los Grammy Latino, es un llamado de atención a la actitud xenófoba hacia los migrantes venezolanos en América Latina.

Sara Kapkin
18 de noviembre de 2021 - 04:27 p. m.
Oldtape, cuyo verdadero nombre es Pedro Querales, asegura: "Yo siento que el rap que se ha hecho en Venezuela ha estado subestimado en el sentido del poder que tiene para cambiar las vidas".
Oldtape, cuyo verdadero nombre es Pedro Querales, asegura: "Yo siento que el rap que se ha hecho en Venezuela ha estado subestimado en el sentido del poder que tiene para cambiar las vidas".
Foto: Rafael Benedetto

La primera nominación al Grammy latino de los raperos Pedro Aquino (Akapellah) y Pedro Querales (Oldtape), es consecuencia de una de las decisiones más difíciles de sus vidas: migrar. Ambos salieron de Venezuela sin querer, buscando paz, tranquilidad y nuevas posibilidades para viejos anhelos, y lo han conseguido todo, hasta la nominación.

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Condenados, la canción con la que han sido nominados a los Grammy Latinos en la categoría Mejor canción de rap/hip hop, es un llamado de atención, un reproche a la actitud xenófoba con la que muchos habitantes han recibido a los migrantes venezolanos en los demás países de América Latina.

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“Yo estoy muy consciente de que no somos el primer país que le tocó una ola masiva de migración y la razón principal del tema es ese, recordárselo a las demás personas y hacerlos ver lo insólito ¿Cómo puedes abusar de alguien que está en tú misma condición? Llevaba rato conversando eso con gente y si me conseguía a un peruano, un panameño, un colombiano... en fin, les decía, pero hermano, si ustedes pasaron por eso mismo… en qué momento alguien les dijo algo, o sea, cuando iban a Venezuela… todo el mundo vivió en Venezuela”, dice Akapellah, quien también está nominado en la categoría de Mejor álbum de música urbana con su disco Goldo Funky.

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Insólito, inaudito porque muchos parecen no recordar que la migración no es un asunto exclusivo de los venezolanos, y más en un continente donde según cifras del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo –PNUD–, unos 42,7 millones de personas viven fuera de sus países de nacimiento. Pero sobre todo en un continente donde lo que más parecen tener en común los países que lo componen son las cada vez más precarias condiciones de vida de tantos de sus habitantes y las inagotables formas de violencia que perturban sus vidas e impulsan la migración.

“Yo salí pensando que era un desplazado. No estábamos en una situación de conflicto bélico, pero yo me sentí igual porque un desplazado es una persona que se va, pero no porque quiere. Yo quería vivir en Venezuela y quería estar allí, pero era una situación realmente asfixiante. Pasé la frontera colombo-venezolana con mi vida en una maleta”, recuerda Oldtape, productor de la canción.

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Llevaba algo de ropa y las herramientas necesarias para hacer música donde llegara. No era mucho, pero era lo suficiente, pues para Oldtape el rap, además de música, ha sido su casa, su refugio. Así lo entendió desde muy niño, pues fue en aquellos lugares donde se encontró el hip hop donde pudo también estar tranquilo y alejado de las dinámicas violentas de su entorno.

“Yo siento que el rap que se ha hecho en Venezuela ha estado subestimado en el sentido del poder que tiene para cambiar las vidas. Yo no soy la única persona que se ha salvado por estar enfocado en hacer esta música, este ejemplo lo vas a ver en muchas comunidades del mundo. Es una forma de progreso o de cambiar la vida, de cambiar comunidades porque la juventud está canalizada al arte, a la expresión y a otras áreas”, dice Oldtape.

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Quizás por eso, la realidad de muchos raperos venezolanos dista tanto de la situación política y social de su país. Muchos de ellos, aunque han tenido que migrar, han logrado desarrollar con éxito sus carreras. Han girado por el mundo y han encontrado audiencia allá donde se han establecido migrantes venezolanos. Pero también allá, en esos países donde se han presentado y donde han vivido, sus canciones han hecho eco precisamente porque las realidades latinoamericanas no son tan diferentes entre sí.

“Conocer a otras personas que hacen lo mismo que tú o algo similar, en otra parte del continente y que conectes tanto como si fuera el venezolano con el que tú empezaste a hacer música, eso me da la impresión de que la música y el arte es más grande que un lenguaje, que un territorio, que un problema político, que un problema económico. La música y el arte me han salvado varias veces y estando en migración, también me salvó, entonces no es casualidad”, dice Oldtape.

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El rap no es solo música. Es un territorio, una geografía propia. Tampoco es cualquier música, es una forma particular de ver el mundo y de relacionarse con él. Es un refugio. Condenados tampoco es solo una canción de rap, es una realidad. Todos los que trabajaron en su realización, incluido el video, son venezolanos migrantes, todos salieron por necesidad, obligados, a la fuerza. Ahí, quizás, radica su potencia y su pertinencia.

“Yo prácticamente escuché el tema cuando estaba hecho y casi que lloro, o sea, me dio un sentimiento… recordé cuando hice la instrumental. La hice antes de salir de Venezuela, estaba con mi hermana, estaba con otra persona especial en ese momento. Recordé toda esa energía de mi casa. Cuando le di play al tema dije, con razón se conectó con todo esto”, recuerda Oldtape.

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Al final de cuentas lo malo no es migrar sino quizás las condiciones que han obligado a tantos a dejarlo todo. Malo tampoco es el migrante que apuesta todo por la incertidumbre, por lo posible. Más malo es no darles la oportunidad a tantos de vivir mejor. Pero peor es pensar que lo mal que hemos estado siempre es por los que acaban de llegar. Lo bueno que lo digan Akapellah y Oldtape. Lo demás ya lo dijo Rubén Blades, la única forma de darle a esto un final es: “Prohibido olvidar”.

Por Sara Kapkin

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