Ha pasado casi un año desde que La Pambelé dio rienda suelta a las canciones de Nací mestizo, su segundo álbum de estudio, con un concierto en el Teatro Colsubsidio de Bogotá, que contó con una propuesta performática de danza integrada al repertorio e invitados de lujo, como el peruano Tony Succar y el trombonista neoyorquino Jimmy Bosch.
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Esto fue en abril del año pasado, pero el álbum fue lanzado oficialmente a finales de noviembre, hace menos de tres meses. De hecho, su lanzamiento oficial fue hace un par de semanas, en un conversatorio en el bar Paradisco, en Bogotá. Los plazos entre cada fecha pueden tomarse como un reflejo de cuán calculado ha estado cada paso en torno a esta producción discográfica, que da cuenta de más de un año de trabajo de la joven orquesta bogotana (2021) encabezada por nombres como el pianista Camilo Toro y los cantantes Lorena Contento y Miguel Rodríguez.
En el evento de Paradisco, Toro habló de la propuesta musical de La Pambe en clave de una partida de Scrabble: las herramientas para crear una canción de salsa brava ya están ahí. Hace más de 50 años el golpe, la sonoridad afincada en un buen arreglo de bronces (trompetas y trombones) y una percusión cadenciosa con dejo de calle y de barrio están ahí. Desde el pleno apogeo de la salsa neoyorquina en cabeza de Fania, otra rama del mundo salsero se consagró en torno a un culto al barrio al mando de grupos como Los Hermanos Lebrón, Ángel Canales, Markolino Dimond y otras propuestas que sentaron las bases con las que el combo de La Pambelé se sienta en pleno 2025 a jugar Scrabble.
¿Cuál es el resultado? Guaguancós como “Amargura” (la primera canción que se conoció del álbum), montunos cadenciosos como “Maligno” (versión de la popular canción de Aterciopelados) y mozambiques como “El mañana”. Buscan innovar sin salirse del molde, pero ahí mismo está el riesgo: es una combinación tan popular como explotada por decenas de orquestas a lo largo de los años. Teniendo en cuenta que ya están trabajando en un tercer álbum (que cuenta con invitados de gran peso de Cuba), cabe la pregunta de cuánto podrán sacar réditos de esa ecuación sin que se torne en un sonido repetitivo.
Mientras La Pambelé se afinca en la misma fórmula, se aleja de los sonidos que por otras corrientes buscan innovar en el mundo salsero. A falta de guitarras eléctricas, distintivas de propuestas actuales, en “La bella y la culebra”, La Pambelé le mete el sonido clásico de un tres. Tampoco hay patrones que apunten a la huella de la timba cubana, como sonidos sintéticos o percusiones más entreveradas. Por el contrario, hay un respeto y una intención de apegarse a una sonoridad clásica, de golpe, lo que probablemente defina qué sector salsero será el que mejor reciba la propuesta. Acierto o no, es el público el que definirá si lo nuevo de La Pambe es solo una buena interpretación de la salsa de golpe o un hito en la salsa bogotana como lo fue en su momento La 33.
Nací mestizo también cumple con varios parámetros salseros al presentar canciones: desde covers de otros géneros, como “Ghost Town”, de la banda británica The Specials, hasta la mencionada canción de Aterciopelados. Esto, sumado a un compendio de canciones que responden a los temarios habituales del repertorio salsero: conciencia social con “Para no olvidar”, despecho con “Perdió su corazón” y mensajes positivistas con “El mañana”.
Para rematar la propuesta del sonido barrial, todo el álbum está vocalizado por Lorena Contento (que además toca la flauta en varios temas) y Miguel Rodríguez Rebolledo (compositor en el álbum), quienes evocan bien el estilo vocal de orquestas como La 33 y encajan en el molde de cantantes como Pablo Watusi, versátil sonero bogotano.
Una orquesta de Chapinero
Viendo el álbum en físico, que fue prensado en vinilo con menos tracks que su versión digital, se encuentran pistas que permiten entender más a fondo de dónde viene La Pambelé.
Hablando de “Para no olvidar” y de “Perdió su corazón”, la contraportada del disco relata cómo el álbum fue gestado en su mayoría en el “vibrante barrio Chapinero”, explican. Aquí, a juicio del autor, se relata otra gran parte de la propuesta de La Pambelé. Si el Nueva York de los años 70 cantaba desde las calles del Bronx, esta orquesta canta desde Chapinero. Es el barrio, mi socio, como cantó Ángel Canales.
Su estética, además, responde a la identidad del barrio y es refrendada por Mateo Rivano, diseñador de la portada y artista detrás de la identidad visual de otros importantes proyectos nacidos en el corazón de Bogotá, como Frente Cumbiero, Los Meridian Brothers y Los Pirañas.
Venir de aquí es otro factor que le da ventaja a La Pambelé. Su propuesta encaja bien en las dinámicas culturales de Chapinero, lo que hace que no solo llegue a un público netamente salsero, sino también a quienes disfrutan la salsa sin ser expertos en el género. Es decir, oyentes que no conocen en detalle la discografía de ciertos artistas o que no frecuentan espacios exclusivamente salseros, pero que están abiertos a descubrir nuevas propuestas en un entorno donde convergen múltiples sonidos y estilos musicales.
Con Nací mestizo, La Pambelé sigue fortaleciendo su proyecto. Desde 2021, con dos álbumes de estudio y participaciones en escenarios claves para la música emergente bogotana, como el Bogotá Music Market (BOmm) y Salsa al Parque, es una orquesta contundente. Sobre todo, con una necesaria propuesta que se aleja del lugar común de los covers y homenajes apostando por una identidad propia en la escena salsera bogotana.