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Juancho Valencia: la música sí tiene ciencia

El artista colombiano grabó en los Estudios Egrem, en Cuba, los álbumes “La fórmula del mambo” y “Enclave de bolero”, con los que explora el sonido del siglo XXI de estos dos géneros.

Giancarlo Calderón
01 de julio de 2020 - 02:00 a. m.
Los discos “La fórmula del mambo” y “Enclave de bolero” fueron grabados dentro del proyecto “La ciencia de Juancho Valencia”. / Emanuel Zerbos
Los discos “La fórmula del mambo” y “Enclave de bolero” fueron grabados dentro del proyecto “La ciencia de Juancho Valencia”. / Emanuel Zerbos

Emblemático, legendario y mítico son adjetivos que, muy raramente, merezca un lugar donde se ha grabado, mezclado o producido música. Pues en La Habana (Cuba) se encuentra, desde 1964, la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (Estudios Egrem), uno de los espacios más renombrados en la industria musical en América Latina.

¿Qué tiene de especial esta casa discográfica? La respuesta podría centrarse en dos aspectos: antigüedad y calidad. Por más de medio siglo han pasado por ahí artistas y agrupaciones célebres, representativos tanto de la música cubana como de las sonoridades de otras latitudes latinoamericanas y del mundo.

Justo allí, en esta especie de templo musical, rodeado de toda esta aureola mística, fue donde grabó sus más recientes discos el músico colombiano Juancho Valencia. “Es realmente una institución. La magia existe desde que entras al lugar. Y estar allí con este proyecto llamado La ciencia de Juancho Valencia, realizando dos álbumes, La fórmula del mambo y Enclave de bolero, es uno de los proyectos más gratificantes de mi vida”, contó el músico en entrevista con El Espectador.

“Este proyecto nace de una invitación de la compañía británica West One Music, una de las más importantes del mundo, y su línea de música latina Somos, con dos objetivos específicos: el primero era generar énfasis en dos músicas que describieran los años 40, 50 y 60 del Caribe. Encontramos que el mambo y el bolero eran dos entes (el sol y la luna) de la isla que podíamos expresar. El segundo objetivo era hacer canciones que fueran cinematográficas; es decir que cuando tú las escucharas inmediatamente te hicieras una imagen de una película en la cabeza”.

La ciencia de Juancho Valencia es un título paradójico, que arroja casi automáticamente la pregunta sobre qué tan científica puede ser la música. “La música es una matemática perfecta, simétrica y pura. Se dice que el lenguaje de Dios es la matemática y precisamente la matemática es música, es matemática hecha con sonidos”, dice el creador de proyectos como Puerto Candelaria y La República. (Le puede interesar: Juancho Valencia: el orquestador de una locura musical).

Valencia ha demostrado, a través de su ya larga carrera musical, ser un explorador. Él busca, juega y se arriesga en el sentido de añadir nuevos elementos musicales, tanto instrumentales como vocales, a lo ya existente. Esta, su más reciente apuesta artística, no ha sido la excepción, pues aquí se enfrentó a un desafío que incluía abordar dos géneros muy populares y representativos de la música latina, pero que, tal vez, se sitúan en el contexto de la industria actual como géneros de antaño.

Su reto, entonces, era abrazar el mambo y el bolero e imprimirles la contemporaneidad musical apropiada. Sobre esto, precisó: “La música es muy cíclica y creo que tiene que ver con las tendencias del gran concepto de moda; más o menos cada veinte años el mundo recicla sus músicas, sus maneras de vestir, sus filosofías e ideologías. En Enclave de bolero queríamos hacer una panorámica con diferentes aires. El bolero comienza a reinventarse con fusiones con la nueva trova, pero también con el jazz, el pop y el rap. Danay Suárez, una de las cantantes invitadas, se concentró en lograr una interpretación tipo siglo XXI del bolero”.

Juancho Valencia sitúa cada álbum en opuestos complementarios: el sol (mambo) y la luna (bolero). “El mambo es el sol, es la exuberancia; es una música que es efervescente, gracias a personalidades como Pérez Prado y Tito Puente, que sacaban todo el frenetismo de una big band, disponible para el bailador. Después viene la penumbra, la noche, la luna con el bolero para disfrutarla, tal vez, de una manera más introvertida, con poca luz y sintiendo la respiración del otro. Son dos maneras que tenían que estar en dos productos discográficos”.

Juancho Valencia es un músico multifacético, versátil, que ha sido desde siempre un innovador. De ese carácter creativo nacen ideas como El orden definitivo del neotrópico, que consiste en la exageración de las virtudes y no en la exaltación de los defectos; es la exageración de la elegancia en la música latina. “Es como volver a la cancha, diciendo que después de tanto trabajo como productor, compositor, arreglista para los más importantes artistas, pues ya tengo El orden definitivo del neotrópico”.

Juancho Valencia se caracteriza por una especie de sobriedad y sencillez con la que realiza su trabajo. Él no se cree el cuento de ser una celebridad dentro del universo musical, así ese cuento sea cierto. Por eso conserva un trato cálido y un tono fresco dentro de un discurso enriquecedor.

Además, al escuchar Enclave de bolero (Sabiduría, Por la carretera y Gracias, entre otras) y La fórmula del mambo (Cafecito, Cinema Popular y Mambo señorita, entre otras) no solo se corrobora su esmerado trabajo profesional y su desempeño artístico, sino que se percibe un espíritu joven con ganas de seguir explorando en los terrenos infinitos de la creación musical.

Juancho Valencia y Puerto Candelaria, 20 años después

Uno de los proyectos bandera de Juancho Valencia es Puerto Candelaria, que ha sido un laboratorio musical para crear producciones independientes, con intenciones especiales.

Colombian Jazz, Llegó la banda, Vuelta canela y Cumbia rebelde son ejemplos de esa extraña exploración sonora. Sobre esta agrupación, que en 2020 cumple dos décadas de ejercicio artístico, la cabeza de Merlín Producciones, en Medellín, comentó: “Veinte años de trabajo, cumpliéndose un ciclo muy interesante.

En 2019, al ganar el máximo premio musical, el Latin Grammy con Puerto Candelaria al mejor álbum de cumbia, fue la manera más adecuada de celebrar esta labor ininterrumpida en la escena, siempre sedientos de crear y buscando las maneras de sorprender al público. El resumen de estas dos décadas es que apenas estamos empezando. Y la reseteada de este 2020 en muchos aspectos, me afirma más que, veinte años después, esto es el comienzo de Puerto Candelaria”.

Por Giancarlo Calderón

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