Maco Maat: entre el rap y la academia

“Si a mí me miden por las cosas que dice el DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), yo tengo un montón de problemas diagnósticos, pero yo así vivo una chimba. Nadie condiciona mi capacidad ni lo que voy a hacer”, dice Maco Maat.

Es más fácil decirlo que hacerlo, pero Maco lo hizo. De eso se trata Soberano, su nueva producción, en la que convergen el rap y la psicología, pues no solo es su segundo disco sino también su tesis de grado de psicología, que empezó con la idea de estudiar la vida y obra del periodista y escritor Hunter S. Thompson, y terminó enfrentándolo con sus demonios para ponerlos por fin en su lugar. De eso se tratan las diez canciones y las 140 páginas. (Lea: Crudo Means Raw, al ritmo de su palpitar)

“Lejos de mí la idea de recomendar al lector drogas, alcohol, violencia y demencia. Pero debo confesar que, sin todo esto, yo no sería nada”, decía Hunter S. Thompson, y dice también Maco, a su manera. Por eso encontró en él un referente, y en su obra las claves para dar vuelta a su vida.

Maco ha forjado su vida y su obra a punta de estrellones y dolores rebajados con alcohol. Ya desde el colegio, empezando el bachillerato, prefirió hacerse echar antes que estar de acuerdo con cosas que ahora prefiere no mencionar. Pero de esos años de colegio le quedó la amistad con Luis7Lunes, y con él es que empiezan las ganas de rapear, escribir y grabar. De él aprendió la disciplina y la constancia, y con él montaron su primer estudio: M.A.A.T.

Allí rapear se convirtió en un hábito. Cada viernes Maco salía del colegio a la casa de Luis, donde instalaron el estudio. En el trayecto solo había una parada, por la botella de ron. Allá conoció a Vic Deal, y entre todos empezaron a dar forma a su propio sello: Afterclass, bajo el que publicó su primer disco: Realismo sucio (2018).

Un trabajo que escribió dos veces antes de grabar y que fue producido enteramente por su vecino y cómplice de borracheras precoces, Gala. Que funcionó más como ejercicio terapéutico y permitió desencadenar la furia, la amargura, los dolores y los guayabos contenidos. Y aunque hoy le suena más pataletoso de lo que quisiera, Realismo sucio fue el principio de Soberano, porque solo así, rasgándose el estómago para liberarse de todo, pudo apretarles las riendas a unos demonios que corrían desbocados. Un cambio de posición que lo lleva de paciente a terapeuta, y de vuelta a Thompson.

“–”Cuando yo escojo ese nombre, Soberano, estoy asumiendo, desde el discurso que yo soy soberano de lo que estoy haciendo, y eso es lo que defiendo en el disco. Yo no puedo dejar de hablar de alcohol, ni de drogas, ni de existencialismo, porque es lo que yo vivo; pero yo soy psicólogo. Entonces cómo lo voy a hablar. Por eso es que yo trato como de tener esa línea tan clara frente a lo que hago, lo que digo, lo que pienso, porque es que somos haciendo y diciendo, no un personaje para hacer plata. Yo no le creo a esa mierda”, dice Maco.

Hacer sin dejar de ser. Sin dejar de tomar ni de consumir. Lo destructivo no deja de serlo, pero empieza a ser también constructivo. “Yo sé a qué me estoy arriesgando, pero para mí, mientras el resultado sea hacer lo que hago, como lo hago, como Thompson, cierro cuando haya que cerrar. Y ya”, dice Maco. (Además: Crudo y Doble Porción llevan su rap a otra dimensión)

Provocador, beligerante y consumidor de todo tipo de drogas, Thompson cuestionó la época que le tocó vivir. Mirar hacia dentro para contar lo de fuera, fue la base del estilo periodístico que creó, el periodismo gonzo: un estilo que sitúa al periodista en el centro de la acción y del relato y mezcla los hechos con las vivencias. Esa es también la forma como Maco asume el rap, y es, también, una premisa del rap, partir de adentro.

Maco quiso replicarlo en la cárcel, donde hizo la práctica. Entró sin saber qué iba a hacer, pero se encontró con todo lo que pudo ser. Adentro había amigos cercanos, viejos conocidos y demonios parecidos a los suyos.

“Es una experiencia que a mí me cambia la vida, porque allá empiezo a ver un montón de pares y de reflejos. Al principio fue muy duro y lo tomé muy personal, porque allá encontré parceros y rap. Y un montón de cosas de mi día a día, entonces como no me voy a reventar por eso”.

Después de verlos improvisar y sabiendo que en el patio y en las celdas suena su música, la de Luis7Lunes y la de otros raperos cercanos, Maco decidió llevarles más beats para dinamizar la improvisación. De ahí surgió la idea de hacer un EP, para que lo fueran escribiendo y lo grabaran cuando cumplieran la condena y pudieran salir. Pero Roger y Mateo, que ya rapeaban desde antes del encierro, lo escribieron completo, cinco temas a una velocidad que Maco no esperaba.

Vic Deal donó los beats, un profesor prestó el micrófono, y la biblioteca se convirtió en estudio. El EP se hizo realidad adentro: Celda 4-8. Mateo Espinozo y Roger, Zucia Jungla. Al final, justo cuando terminaron de grabar el videoclip para 19 pasos, el último corte del EP, llegó un funcionario preguntando por Mateo, para darle la libertad.

Ahí terminó Soberano, con la consagración de su soberanía, porque mantener las riendas apretadas es lo que le ha permitido seguir cabalgando los mismos demonios, pero con el poder de decidir dónde y cuándo parar. Porque, aunque siempre se mire hacia adentro para contar lo de afuera, la ilusión siempre estará allá, afuera, al otro lado de las rejas, donde se puede ver la luna cada vez que se alza la mirada. Y así será hasta que Maco, como Thompson, lo decida.

“Si a mí me miden por las cosas que dice el DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), yo tengo un montón de problemas diagnósticos, pero yo así vivo una chimba. Nadie condiciona mi capacidad ni lo que voy a hacer”, dice Maco Maat.

Es más fácil decirlo que hacerlo, pero Maco lo hizo. De eso se trata Soberano, su nueva producción, en la que convergen el rap y la psicología, pues no solo es su segundo disco sino también su tesis de grado de psicología, que empezó con la idea de estudiar la vida y obra del periodista y escritor Hunter S. Thompson, y terminó enfrentándolo con sus demonios para ponerlos por fin en su lugar. De eso se tratan las diez canciones y las 140 páginas. (Lea: Crudo Means Raw, al ritmo de su palpitar)

“Lejos de mí la idea de recomendar al lector drogas, alcohol, violencia y demencia. Pero debo confesar que, sin todo esto, yo no sería nada”, decía Hunter S. Thompson, y dice también Maco, a su manera. Por eso encontró en él un referente, y en su obra las claves para dar vuelta a su vida.

Maco ha forjado su vida y su obra a punta de estrellones y dolores rebajados con alcohol. Ya desde el colegio, empezando el bachillerato, prefirió hacerse echar antes que estar de acuerdo con cosas que ahora prefiere no mencionar. Pero de esos años de colegio le quedó la amistad con Luis7Lunes, y con él es que empiezan las ganas de rapear, escribir y grabar. De él aprendió la disciplina y la constancia, y con él montaron su primer estudio: M.A.A.T.

Allí rapear se convirtió en un hábito. Cada viernes Maco salía del colegio a la casa de Luis, donde instalaron el estudio. En el trayecto solo había una parada, por la botella de ron. Allá conoció a Vic Deal, y entre todos empezaron a dar forma a su propio sello: Afterclass, bajo el que publicó su primer disco: Realismo sucio (2018).

Un trabajo que escribió dos veces antes de grabar y que fue producido enteramente por su vecino y cómplice de borracheras precoces, Gala. Que funcionó más como ejercicio terapéutico y permitió desencadenar la furia, la amargura, los dolores y los guayabos contenidos. Y aunque hoy le suena más pataletoso de lo que quisiera, Realismo sucio fue el principio de Soberano, porque solo así, rasgándose el estómago para liberarse de todo, pudo apretarles las riendas a unos demonios que corrían desbocados. Un cambio de posición que lo lleva de paciente a terapeuta, y de vuelta a Thompson.

“–”Cuando yo escojo ese nombre, Soberano, estoy asumiendo, desde el discurso que yo soy soberano de lo que estoy haciendo, y eso es lo que defiendo en el disco. Yo no puedo dejar de hablar de alcohol, ni de drogas, ni de existencialismo, porque es lo que yo vivo; pero yo soy psicólogo. Entonces cómo lo voy a hablar. Por eso es que yo trato como de tener esa línea tan clara frente a lo que hago, lo que digo, lo que pienso, porque es que somos haciendo y diciendo, no un personaje para hacer plata. Yo no le creo a esa mierda”, dice Maco.

Hacer sin dejar de ser. Sin dejar de tomar ni de consumir. Lo destructivo no deja de serlo, pero empieza a ser también constructivo. “Yo sé a qué me estoy arriesgando, pero para mí, mientras el resultado sea hacer lo que hago, como lo hago, como Thompson, cierro cuando haya que cerrar. Y ya”, dice Maco. (Además: Crudo y Doble Porción llevan su rap a otra dimensión)

Provocador, beligerante y consumidor de todo tipo de drogas, Thompson cuestionó la época que le tocó vivir. Mirar hacia dentro para contar lo de fuera, fue la base del estilo periodístico que creó, el periodismo gonzo: un estilo que sitúa al periodista en el centro de la acción y del relato y mezcla los hechos con las vivencias. Esa es también la forma como Maco asume el rap, y es, también, una premisa del rap, partir de adentro.

Maco quiso replicarlo en la cárcel, donde hizo la práctica. Entró sin saber qué iba a hacer, pero se encontró con todo lo que pudo ser. Adentro había amigos cercanos, viejos conocidos y demonios parecidos a los suyos.

“Es una experiencia que a mí me cambia la vida, porque allá empiezo a ver un montón de pares y de reflejos. Al principio fue muy duro y lo tomé muy personal, porque allá encontré parceros y rap. Y un montón de cosas de mi día a día, entonces como no me voy a reventar por eso”.

Después de verlos improvisar y sabiendo que en el patio y en las celdas suena su música, la de Luis7Lunes y la de otros raperos cercanos, Maco decidió llevarles más beats para dinamizar la improvisación. De ahí surgió la idea de hacer un EP, para que lo fueran escribiendo y lo grabaran cuando cumplieran la condena y pudieran salir. Pero Roger y Mateo, que ya rapeaban desde antes del encierro, lo escribieron completo, cinco temas a una velocidad que Maco no esperaba.

Vic Deal donó los beats, un profesor prestó el micrófono, y la biblioteca se convirtió en estudio. El EP se hizo realidad adentro: Celda 4-8. Mateo Espinozo y Roger, Zucia Jungla. Al final, justo cuando terminaron de grabar el videoclip para 19 pasos, el último corte del EP, llegó un funcionario preguntando por Mateo, para darle la libertad.

Ahí terminó Soberano, con la consagración de su soberanía, porque mantener las riendas apretadas es lo que le ha permitido seguir cabalgando los mismos demonios, pero con el poder de decidir dónde y cuándo parar. Porque, aunque siempre se mire hacia adentro para contar lo de afuera, la ilusión siempre estará allá, afuera, al otro lado de las rejas, donde se puede ver la luna cada vez que se alza la mirada. Y así será hasta que Maco, como Thompson, lo decida.