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Pocas veces el público capitalino tiene la oportunidad de apreciar una agrupación conformada totalmente por trombones, un instrumento que conocemos por su presencia en orquestas de salsa, ensambles de jazz, bandas y orquestas sinfónicas. (Le puede interesar: Sonidos para sorprenderse en la Sala de Conciertos)
Claro está que este tipo de agrupaciones no son una novedad para los músicos cercanos al mundo de las bandas sinfónicas, como del trombón en sí mismo, pues es una amplia comunidad que cuenta con asociaciones y eventos internacionales donde se reúnen las primeras figuras mundiales del trombón, incluyendo este tipo de conjuntos que en su mayoría proviene del ámbito universitario. (Lea también: James Johnstone y un concierto inolvidable)
Como generalidad, estos conjuntos están integrados por trombones tenor y bajo, que son los de mayor uso, siendo poco frecuente encontrar una agrupación donde se pueda apreciar toda la familia, desde el trombón alto hasta el trombón contrabajo, como sucede con el octeto Trombone Unit Hannover. (Además: Der Musikalische Garten: un concierto perfecto)
Tener un conjunto tan amplio en registro le permite a Trombone Unit Hannover abordar con comodidad el repertorio sinfónico, una especialidad de todos sus miembros, pues pertenecen a diferentes orquestas sinfónicas alemanas. Para esta ocasión incluyeron dos obras para gran orquesta sinfónica, Finlandia Op. 26 de Jean Sibelius, una selección de las suites orquestales del ballet Romeo y Julieta de Sergei Prokofiev.
En ambas obras se incluyó un pequeño set de percusión sinfónica, a cargo del joven percusionista colombiano Juan David Rodríguez, que ayudó a complementar la sonoridad orquestal perseguida por el arreglista Lars Karlin —miembro del conjunto—. También incluyeron Música para los reales fuegos artificiales de Georg F. Händel, original para orquesta barroca, Olympic Fanfare and Theme que escribió John Williams para los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 1984, tres corales religiosos de Anton Bruchner, y Osteoblast original para octeto de trombones del británico Derek Bourgeois.
Como era de esperarse, la selección de obras correspondió a la potencia del instrumento, ideal para espacios abiertos o para grandes teatros. No obstante, se logró un estupendo contraste con el repertorio de cámara y vocal, que exige un sonido contenido. El arreglo de Finlandia constituye un gran ejemplo de cómo pueden adaptarse obras sinfónicas a conjuntos de cámara sin que se pierda su espíritu y carácter. En su interpretación lograron emular los trémolos de la cuerda, pero fue mucho más importante el estupendo trabajo del legato-espressivo de la sección central, una textura cómoda para los instrumentos de arco, pero un verdadero reto para los instrumentistas de vientos.
Los tres motetes de Bruckner —Vexilla regis, Locus iste y Pange lingua—, fueron la pieza de contraste del concierto. Al venir del repertorio coral, era lógico que se eligiera la reducción a cuarteto, necesaria para facilitar el proceso de emulación presente en todos los arreglos. Ahora bien, una de las formas de estudio que tienen los instrumentistas de viento para entrenar su lectura, afinación y fraseo es, precisamente, la de tocar piezas corales, que fuera del beneficio técnico, les ayuda a ampliar su repertorio base. Resalto el cambio en la proyección del sonido y sus pausas entre los motetes, pues son necesarias para poder mantener el tono muscular en el área de los labios.
Las mejores cualidades del octeto fueron resaltadas en Osteoblast, una bien lograda obra del eclecticismo musical. La partición del octeto en subconjuntos permitió escuchar el contraste entre instrumentos con y sin sordina, de registro (agudo contra el grave), incluso de glissandi (sonidos resbalados) contra sonidos sueltos.
Por el contrario, la Olympic Fanfare and Theme es una obra claramente influenciada por el lenguaje cinematográfico en el uso de la tonalidad, estructurada con dos temas contrastantes que solemos escuchar en los temas heroicos de Williams, el primero en tono mayor con abundancia de cuartas y quintas, mientras que el segundo está en modo frigio, con una melodía más cantable (recordable o ‘tatareable’) donde aparecen breves pinceladas del tema inicial.
No se quedó atrás en complejidad el arreglo de Karlin sobre las suites de Romeo y Julieta. Una bien conocida obra, cuyo tema principal —Montescos y Capuletos— es cónsona con la intensidad del trombón. Sin embargo, el reto estuvo precisamente en lograr emular el complejo entramado melódico de Prokofiev, lleno de pizzicati, escalas breves frenéticas, e imitaciones dentro de una textura ligera, que en nada se parece a las pesadas partes orquestales de los metales. El haberlo logrado es una verdadera hazaña, sobretodo porque no hubo siquiera reducción del tempo, y se sintieron tan ligeros como las mismas cuerdas y maderas de la orquesta.
Trombone Unit Hannover es un conjunto versátil y llamativo que se esmera por ir más allá de las convenciones tradicionales, ampliando las posibilidades técnicas y expresivas del conjunto. Espero en una próxima oportunidad poder escuchar un poco más de obras originales, para que sirvan de incentivo a compositores y arreglistas.
* Compositor y musicólogo.