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Una gira sinfónica

Tras dos años de restricciones por la pandemia, la Orquesta Filarmónica de Bogotá representó al país en uno de los festivales de música clásica más importantes del mundo.

Lariza Pizano y Especial para El Espectador
05 de mayo de 2022 - 09:45 p. m.
Maestro Ricardo Hernández, músico de la Orquesta Filarmónica de Bogotá y director musical del Ensamble Entrevera’o, agrupación de cámara de la Orquesta que también participó en el Festival Tommie Haglund.
Maestro Ricardo Hernández, músico de la Orquesta Filarmónica de Bogotá y director musical del Ensamble Entrevera’o, agrupación de cámara de la Orquesta que también participó en el Festival Tommie Haglund.
Foto: Anna Hjalmarsson - Festival Tommie Haglund

“Hay dos maneras de articular una orquesta: grabar un disco y salir de viaje. Cada tour es el momento en el que los músicos se conocen más y todo se ajusta, ensambla”

Joachim Gustaffson

Varias vacunas de Pfizer adicionales autorizadas por el Ministerio de Salud para los músicos que no podían entrar a Suecia porque tenían Sinovac. Casi 300 kilogramos de carga autorizada para llevar la percusión y los contrabajos. Restricciones y autorizaciones para viajar en el avión con las violas al lado. Permisos y trámites para todo se necesitaron para concretar y tramitar la primera gira de la Orquesta Filarmónica de Bogotá después de dos años de encierro.

Pero se superaron con entusiasmo porque, para una Orquesta, una gira es la vida. Así lo reconoce Joachim Gustaffson, el sueco elegido por los músicos como director titular de la Filarmónica en 2021 y quien se echó al hombro la Gira. “Hay dos maneras de articular una Orquesta: grabar un disco y salir de viaje. Cada tour es el momento en el que los músicos se conocen más y todo se ajusta, ensambla”, dice.

Su decisión de llevar la Orquesta a Suecia respondió a su cercanía con Tommie Haglund, uno de los compositores y directores más reputados de Europa y con quien ha compartido la vida y la nacionalidad.

La figura de Haglund es interesante. Varias ciudades de Suecia se paralizan durante el festival que lleva su nombre, a pesar de que en el mundo artístico no es común que los festivales se hagan en honor a compositores vivos. Tiene alma de rockero y por eso compone con Peter Gessle, el vocalista de la banda rockera Roxette, quien también acompañó a la Filarmónica. No se perdió ni un solo ensayo, ni un solo concierto de los diez que tuvieron lugar en las ciudades de Halmstad, Malmö y Linköping. Tampoco las presentaciones Entreverao y del Quinteto Femenino, que se presentaron en cafés y hoteles inspirando fascinación con la música colombiana.

(Puede complementar con: Orquesta Filarmónica de Bogotá: su gira por Europa... más allá de la música)

Kalamary fue la obra del repertorio de la Orquesta principal que más ovacionaron los suecos, quienes disfrutaron del ánimo de Gustafsson al dirigir con su batuta la obra de Álex Tovar. “No cabemos del orgullo de representar a Colombia en el mundo y de llevar un mensaje de paz a una audiencia que así lo entiende”, insistió David García, director general de la Orquesta bogotana.

En los teatros no hubo ni un tapabocas, pero en la gira Santiago Cañón, el niño genio del violoncello que se crió con la Filarmónica de Bogotá, se puso el suyo. Un rockstar mundial, como también lo es Marcos Madrigal, a quien le fascina interpretar a Mozart con la Orquesta. Porque desde su sensibilidad musical ama la presencialidad y porque los aplausos en vivo y en directo “estimulan, conectan, emocionan” –dice—mientras coincide con sus colegas de gira para quienes el contacto de carne y hueso con sus audiencias era fundamental. En palabras de Sandra Duque, fagotista de la Orquesta, “calentar detrás del escenario, sentir el corazón a mil antes de una sinfonía para la que estudiaste a veces desde meses antes, sentir que el público está ahí, listo a darte sus aplausos, es como ganar el primer puesto en una maratón o coger del estante la última botella del vino que más te gusta o viajar cientos de kilómetros para ver a quien más quieres… es felicidad pura, envuelta en música”.

Durante dos años la Filarmónica de Bogotá se adaptó a las necesidades de la pandemia y produjo grandes conciertos virtuales con artistas como Juanes y Monsieur Periné. También salió a las calles bogotanas a hacer llamados a la convivencia en los momentos más álgidos del Paro Nacional. Pero ya era hora que saliera y que diera el salto de los barrios al mundo con las obras de Strauss, Hauglund, Piazzolla, Bermúdez.

Una gira en la que toda una Orquesta atravesó el charco para celebrar la vida.

Por Lariza Pizano

Politóloga de la Universidad de los Andes, académica y especialista en política colombiana.

Por Especial para El Espectador

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