La mamá que logró llegar al papa para seguir su lucha

Paula Jaramillo franqueó los controles de seguridad de la eucaristía del papa en Medellín con su esposo y sus dos hijos para que Francisco bendijera a uno de ellos, quien está vivo, según ella, por un milagro que le atribuye a la Madre Laura.

El Espectador
13 de septiembre de 2017 - 10:34 p. m.
Paula Jaramillo tiene una fundación para concientizar sobre la posibilidad de muerte súbita que tienen los bebés al dormir. / Édison Vanegas
Paula Jaramillo tiene una fundación para concientizar sobre la posibilidad de muerte súbita que tienen los bebés al dormir. / Édison Vanegas
Foto: Edinson Vanegas

¿Quién es Santiago Salazar?

Es un regalo del cielo, un milagro y un símbolo de vida.

¿Por qué un milagro de vida?

Santi sufrió muerte súbita infantil, que es la muerte repentina y silenciosa de un bebé sano mientras duerme, pero él no está dentro de las estadísticas médicas... sobrevivió. Logró mantenerse con vida en una situación de asfixia extrema en la que todos los bebés mueren.

¿Qué fue lo que ocurrió?

Tenía tres meses, yo llegué a la una de la tarde a prepararle un tetero, él estaba acostado de lado y se volteó y se asfixió. Lo encontré frío, negro y desmadejado, situaciones extraordinarias pasaron, por eso lo llamo Santi, un milagro de vida.

¿Qué hizo?

Lo llevé a la Clínica del Campestre y allí Dios dispuso un pediatra de turno cuando no tenía por qué haber uno. Una señora mayor se aferró a mí y me dio una estampita de la Madre Laura, me decía que era una reliquia porque tenía un pedazo del hábito de la santa. Le agradecí el gesto, pero no conocía la Madre.

¿Cuál fue el diagnostico de Santiago?

Encefalopatía hipóxica isquémica biohemisférica severa. La falta de oxígeno le dañó todo el cerebro a raíz de una aparente muerte súbita. Él se quedó sin cerebro por la falta de oxígeno. Estuvo en coma inducido 15 días.

¿Allí ocurrió ese primer milagro?

Dejé la estampita de la Madre Laura sobre una mesita en la habitación y entré al baño. Cuando salí, había dos y mi otro hijo, de dos años y medio, me decía: “Mamá, la Madre Laura está cuidando a Santiago”. En ese momento los médicos lo desconectaron del respirador y sin ninguna explicación el bebé respiró por sí solo. A los dos días estábamos en la casa.

¿El diagnóstico cambió y fue más alentador?

No. Los milagros hay que saber verlos, hay un milagro de vida y yo tengo un milagro en proceso. Santi sigue sorprendiendo a la ciencia, porque él no debería estar comiendo, sino que tendría que tener sonda gástrica; no debería respirar y lo hace solo; había perdido la visión y ya ve los colores, había perdido la sensibilidad y siente cuando lo tocas.

¿Por qué fue a ver al papa?

La convicción de que lo imposible puede hacerse posible. Teníamos un anhelo de ver al papa, pero sabíamos que no era fácil. Pasamos los filtros entendiendo que lo que ha de ser será. Íbamos con un niño enfermo a las 4 de la mañana y había una persona de logística que nos dijo que había mucha gente, que estaba colapsado, “si fuera papá no entraría, es una irresponsabilidad”.

¿Cómo logró llegar hasta él?

Nos entraron a Santi a una carpa de hidratación. Cuando salimos, no sé por qué estábamos en otro cuadrante y habíamos pasado a otro nivel, solo nos separaba una valla y nosotros no somos una familia que rompe reglas. Yo cogí a mi bebé en mis brazos, escuchaba a la multitud coreando “sí se puede, sí se puede, déjenlos pasar”, esa unión de la gente nos impulsó a dar el segundo paso.

¿Qué hizo con la seguridad?

Logré avanzar hasta el cordón de seguridad, los guardias dijeron que no se podía romper el protocolo. En ese momento, el papa Francisco salió, el arzobispo le dijo unas palabras y me hizo señas de que me acercara. Entré en reverencia y oración, porque es el líder espiritual, yo iba a pedirle a Dios la sanación de mi bebé a través de su bendición.

¿Cómo fue ese encuentro, qué le dijo?

Me miró a los ojos con infinita bondad, con una sonrisa de felicidad, impuso sus manos sobre la cabeza de Santiago y le dio la bendición, le hizo la señal de la cruz, me miró y me entregó el Santo Rosario. Yo entendí que ese era el símbolo de la oración que fortalece la unión de la familia.

¿Quedó feliz, era lo que esperaba?

Santi es un pequeño superhéroe, porque vive para salvar vidas, aunque él también necesita ayuda por la lesión neurológica que tiene. Es un ser que, aunque no se mueve, ha logrado mover al mundo y ahora es un símbolo de fe, de que Dios mueve lo imposible y lo hace posible.

¿Qué sigue después de la bendición del papa?

Nosotros seguiremos aprendiendo, seguiremos recorriendo el camino desde la fe en lo incierto, pero aprendiendo que la fe es ver lo invisible, escuchar lo imperceptible, creer en lo increíble y recibir lo imposible.

Tiene una fundación inspirada por su hijo.

Siempre hemos querido compartir nuestra historia, porque un papá informado es el mejor defensor de la vida de sus hijos y quisimos dar un testimonio de vida para que otros aprendieran de nosotros y lograr salvar la vida de los bebés. Lo estamos haciendo desde el momento en que Santi sufrió ese incidente.

¿Cómo se llama?

Santi un Milagro de Vida. Enseña el sueño seguro infantil en Colombia, porque es la primera causa de muerte de bebés menores de un año de edad en el mundo.

¿Quiénes la apoyan?

Este ha sido un camino, se nos ha unido la Sociedad Colombiana de Pediatría para darnos un gran respaldo, porque no estaban informando cómo debían dormir los bebés. En Colombia, por tradición y por crianza, se acuestan con ellos, bocabajo y de lado. También hemos contado con la Alcaldía, la Gobernación, el Ministerio de Salud, todos conocen a Santi.

¿De dónde sacan los recursos?

No tenemos, uno no comparte lo que le sobra sino lo que necesita, y así empezamos, hemos estado juntando voluntades, es un tema de responsabilidad social de vida.

 

Por El Espectador

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