Ricardo Torres, afrocolombiano del año 2018 en Academia

Es el investigador más citado en América Latina en tratamiento de aguas usando ultrasonido, tema al que le ha dedicado su vida académica. Nacido en Tumaco, Nariño.

El Espectador
02 de enero de 2019 - 12:52 a. m.
Ricardo Torres realizó investigación becado en Suiza durante dos años y estudió posgrados en Francia y Canadá.  / Nelson Sierra G.
Ricardo Torres realizó investigación becado en Suiza durante dos años y estudió posgrados en Francia y Canadá. / Nelson Sierra G.

¿Cómo funciona el tratamiento de aguas con el ultrasonido?

Usando un piezoeléctrico se generan en el agua ondas de sonido con frecuencias superiores a las audibles por el oído humano, que son comúnmente conocidas como ultrasonido. Estas producen efectos físicos y químicos capaces de destruir contaminantes orgánicos y eliminar bacterias y virus tanto en aguas residuales como en aquellas destinadas al consumo humano.

¿Cómo fue ese proceso en el que desde Tumaco, uno de los municipios más golpeados por la violencia, llegó a estudiar posgrados en Francia, Canadá y Suiza?

Muchos jóvenes tumaqueños con diversos talentos y grandes sueños “se pierden” por falta de oportunidades. En mi caso, un aspecto fundamental fue la orientación de mis padres. Desde muy pequeño, en los recorridos por las calles de Tumaco, me llevaban a una librería y me compraban historietas o me llevaban a la biblioteca para promover mi lectura. En mi adolescencia comencé a interesarme más por los temas de ciencia. Fue en el colegio, Liceo Nacional Max Seidel de Tumaco, que me apasionó la química. Dentro de mi ingenuidad, soñaba con ganar un premio Nobel. El perseguir ese sueño me llevó a obtener el mejor promedio de mi grupo en mis estudios de Química en la Universidad del Valle y lograr becas para estudiar e investigar en la Escuela Politécnica Federal de Lausana (Suiza), en la Universidad de Savoie (Francia) y en la Universidad de Toronto (Canadá).

¿Por qué teniendo la posibilidad de radicarse en alguno de esos países decidió regresar a Colombia?

El estar fuera de Colombia y consolidar mi formación académica me hizo entender mejor las necesidades del país; no solo en torno al tema ambiental, sino también en cuanto a la formación del talento humano. Entonces me surgió un nuevo sueño: el de regresar al país y crear un grupo de investigación de referencia a escala mundial. La Universidad de Antioquia, institución en donde trabajo, se convirtió en un enorme catalizador, ya que nuestro grupo alcanzó la máxima categoría ante Colciencias en solo cinco años. Estudiantes de posgrado e investigadores de países como España, Suiza, Chile o Perú han venido ya a nuestro grupo en Medellín a realizar investigación.

¿Cómo ve el panorama para que los egresados de carreras de pregrado en Colombia salgan a otros países a hacer sus estudios de maestría y doctorado?

Si bien hoy en día hay en Colombia muy buenos programas de posgrado, incluso mejores que algunos del exterior, la experiencia es súper enriquecedora, tanto en lo académico como en lo cultural. El problema es que muchos, en realidad los mejor formados, no desean regresar. Allí es clave, entre otros, el papel que pueda ejercer el nuevo Ministerio de Ciencia y Tecnología.

¿Cómo perciben en otros países el sector académico y de investigación en Colombia?

Los estudiantes colombianos son muy valorados en el exterior por su capacidad de trabajo e ingenio. Sin embargo, debido a la pobre inversión que hace el país en ciencia y tecnología, los productos de investigación traducidos en nuevos desarrollos, publicaciones científicas en revistas de alto impacto o patentes comercializadas es bastante bajo, y eso se percibe en el exterior.

¿Cómo lograr mayor cobertura en educación superior para las zonas marginadas del país?

Se requiere una mayor presencia del Estado en dichas zonas. En los últimos años se han generado nuevas estrategias interesantes; por ejemplo, en Tumaco existe hoy una sede de la Universidad Nacional, en donde los estudiantes pueden realizar sus primeros semestres y luego continuar en sedes como Bogotá, Medellín o Palmira. Han surgido también programas como el de “Ser Pilo Paga” o “Generación E”, los cuales pretenden brindar acceso a la educación superior a jóvenes de bajos recursos. Sin embargo, la gran mayoría de los jóvenes de zonas marginadas no alcanzan a obtener el puntaje mínimo para lograr una beca en esos programas. Las cifras son alarmantes; por ejemplo, de más de mil bachilleres que se gradúan cada año en Tumaco, alrededor de diez acceden a dichas becas. Se debería mejorar sustancialmente la educación primaria y secundaria, tanto en su infraestructura como en formación y calidad de profesores, de manera en que dichos jóvenes puedan competir en igualdad de oportunidades con los bachilleres del interior del país. Otro dato, la biblioteca pública de Tumaco, sitio en el cual disfrutaba mucho mi tiempo libre durante mi niñez, ya no existe.

Por El Espectador

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