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"El artista, el reflejo del recuerdo"

El pintor colombiano presenta “Obra negra”, con el que se siente libre de compromisos por primera vez. Esta serie de 14 cuadros en gran formato y decenas de bocetos estará abierta al público en la galería La Cometa hasta el 11 de octubre.

Juliana Muñoz
27 de septiembre de 2014 - 01:47 a. m.
David Manzur frente a su obra de caballos, donde explora los fragmentos, el concepto de la anatomía y su relación con respecto al toro. / Cortesía
David Manzur frente a su obra de caballos, donde explora los fragmentos, el concepto de la anatomía y su relación con respecto al toro. / Cortesía

¿El nombre de esta exposición tiene que ver con la obra negra de las construcciones?

Sí, es una parodia a los arquitectos cuando están en obra negra y son libres para tomar cualquier camino.

¿Por qué decide llevarla por ese camino?

Quise hacer un trabajo que me dejara romper con todo compromiso y sentirme libre para, como el arquitecto, rehacer aquello que me parezca malo. Con estas obras logré despojarme por primera vez de toda insinuación que no sea mi propia voluntad.

En esta serie su técnica varía entre el acrílico, óleo y collage. ¿Qué efecto visual busca con esta mezcla?

Es un ensamblaje. En los toros, por ejemplo, el collage le da un relieve a la piel mejor del que le daría el pincel, a mi modo de ver. El concepto es sintetizar la forma y darle importancia al efecto visual de la materia, que es el collage.

En este trabajo lo asistió Felipe Achury. ¿Cómo fue este proceso?

Felipe Achury trabajó el collage en todas las obras. Yo hice primero el boceto, que es la forma de sintetizar el pensamiento en dibujos. Este estudio suele ser más largo que la ejecución, pues uno va cuestionándose a sí mismo, decantando cosas. Ese es el ‘qué’, y en el ‘cómo’ es cuando entra Felipe.

¿Cuáles son los temas de la obra?

Está una versión de la dama de rojo basada en mi amiga Francia Escobar y el muchacho montando en bicicleta, que es Felipe. Luego, los caballos en los que exploro los fragmentos, el concepto de la anatomía y su relación con respecto al toro. Y las Cuatro Estaciones de Vivaldi, en las que usé las partituras del compositor a manera de collage para dar la sensación de que se mueven.

¿Qué hay detrás de todos ellos?

Un estado de ánimo, sobre todo.

Su cuadro favorito de esta serie.

El de los toros tomando agua.

¿Tiene una posición con respecto a las corridas?

Sí. Creo que el toro es un animal muy noble y muy golpeado. Es un homenaje a César Rincón, por una charla en la que le dije que no estoy de acuerdo con martirizar al animal y que ojalá se pudiera hacer la corrida sin que hubiera sangre.

Usted es un enamorado del pasado…

El artista es el reflejo de la historia, del recuerdo. Lo más importante para proyectarse al futuro es consultar el pasado y desconfiar del presente porque es muy parecido a la moda y la moda es pasajera. Se trata de excitar la memoria y la memoria desdibuja las imágenes por el tiempo. Es una lucha entre el recuerdo, la realidad y la no realidad.

Tiene 85 años, ¿cómo hace para que no se agote el pozo de la creatividad?

La inspiración es pura paja. Es un ritmo de trabajo. Simplemente es ser consciente de algo que lo motiva a uno, que puede ser plástico, político, económico, o estados de ánimo, rabia, calor. Eso termina siendo traducido en códigos visuales que nunca se deben desprender de lo que se ha hecho, ni lo que se está haciendo, y proyectarlo hacia el futuro.

Por Juliana Muñoz

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