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“Hay que hacer filosofía para la vida”: Gonzalo Serrano

El profesor de filosofía de la Universidad Nacional, ha investigado la historia de la disciplina en el país. Considera que su consolidación produce especialistas y descuida la formación de intelectuales.

Un Chat con...
02 de septiembre de 2016 - 03:42 a. m.
Gonzalo Serrano adelantó sus estudios en Colombia, Alemania y Estados Unidos. / Jhonatan Ramos
Gonzalo Serrano adelantó sus estudios en Colombia, Alemania y Estados Unidos. / Jhonatan Ramos
Foto: Jhonatan Ramos-El Espectador

¿Cómo surgió el Departamento de Filosofía de la Universidad Nacional?

En los años 30 se buscó la reinstauración de la universidad que se fundó en el tiempo del radicalismo liberal del siglo XIX. La resolución por la cual se fundó el Departamento es del año 1945 y en ella se establece el comienzo de la carrera de filosofía para el 46, por eso estamos celebrando los 70 años del programa de filosofía.

¿Por qué fue tan significativa?

Varios abogados que pertenecían a la facultad de derecho vieron la necesidad de consolidar un espacio acorde con los tiempos modernos y especializado en temas filosóficos. Esto dio lugar a la primera carrera laica de filosofía. No se puede desconocer que carreras de filosofía había desde la Colonia, pero obedecían exclusivamente a las necesidades de formación de los seminaristas.

¿La filosofía en el país goza de buena salud?

En Bogotá hay, mal contados, 20 programas de filosofía. No sé si es algo de lo que enorgullecernos o algo de lo que hay que avergonzarnos, es un dato importante, hay mucha filosofía. Si la salud se midiera por cantidad, diríamos que hay sustancia filosófica saludable. Sabemos que la cantidad es necesaria, aunque no es suficiente para una evaluación positiva.

¿Cómo traducir esa cantidad en calidad?

Se están haciendo cosas. Los congresos, que son relativamente nuevos, crean un espacio que propicia el intercambio de ideas. Por otro lado, los estudiantes y profesores están saliendo a hacer sus ponencias, están viniendo invitados internacionales y los estudiantes están haciendo pasantías en el extranjero. Todo esto fortalece una comunidad de pares cada vez más robusta.

¿Hay diversidad en cuanto a temas de investigación?

Hay escuelas locales con intereses particulares, existe cierto pluralismo. Es un orgullo que nuestros egresados ocupen varias de las plazas de universidades públicas y privadas del país, pero no creo que haya un cierre hegemónico de un cierto modo de hacer filosofía. Tal diversidad no es sólo relativa a temas de interés, sino también a estilos de filosofar.

¿Cuál es la dificultad más grande a la que se enfrenta el Departamento?

Lo más apremiante es la situación en la que nos encontramos junto al resto de las ciencias humanas. Por un lado, en las universidades se percibe una tendencia a favorecer disciplinas técnicas y científicas, lo cual genera, por otro lado, que las humanidades tiendan a asemejarse a esas disciplinas para competir en las mediciones y por presupuestos de investigación.

¿Cuál es su posición al respecto?

Necesitamos ejercer resistencia; ciencias humanas y sociales tienen que defender su especificidad y liderazgo. Pero ese no es el único problema. La filosofía se ha visto atacada con exámenes de evaluación del bachillerato. Al desaparecer las preguntas de filosofía, los colegios, que ahora se dedican a educar para puntuar en estos exámenes, dejan de enseñar filosofía, es así de sencillo. La filosofía no puede ahogarse ante políticas adversas y la indiferencia de los filósofos.

¿Qué le diría al hijo de un vecino que quiera estudiar filosofía?

El deseo de estudiar no viene de un cálculo financiero, viene de un ímpetu que no se puede parar. Cuando les daba la bienvenida a estudiantes y padres de familia lo primero que les decía, con ironía y complicidad, era “lamento que no hayan podido impedir que sus hijos estudien filosofía”. Mi consejo sería que no deje de hacer lo que le nace, y menos por razones de menor fondo.

¿Por qué hay tan pocas profesoras en el Departamento?

Es un asunto que nos preocupa bastante. Reconozco que el problema está acentuado entre nosotros; es una situación de 17 a 1. Somos conscientes de que debemos abrir este espacio, tan tradicionalmente masculino, para que haya más presencia femenina. Eso enriquecería la disciplina y brindaría diversidad al oficio.

¿Cuál es el peor defecto de los departamentos de Filosofía?

No sé si estamos pagando por el estilo en que se desarrolla la filosofía aquí y en muchos países. La consolidación de la disciplina produce especialistas y descuida la formación de intelectuales. Cuando aparecen voces que reclaman filósofos, probablemente están reclamando intelectuales. Las circunstancias de Colombia son urgentes para ser pensadas y tenemos que aportar opinión cualificada, hay que usar la filosofía para la vida.

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