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'Los buenos libros hallan lectores'

Ana Roda Fornaguera confiesa que para ella los libros eran para leerlos, mas no para trabajar con ellos, y que sus inclinaciones reales tenían que ver con el cine y la actuación.

El Espectador
07 de enero de 2013 - 09:00 p. m.
La directora de la Biblioteca Nacional, Ana Roda Fornaguera, asegura que en Colombia tan sólo diez municipios carecen de biblioteca pública. / David Campuzano
La directora de la Biblioteca Nacional, Ana Roda Fornaguera, asegura que en Colombia tan sólo diez municipios carecen de biblioteca pública. / David Campuzano

¿Cuál es la situación de la Biblioteca Nacional hoy?

Estamos incursionando en las nuevas tecnologías y desarrollando la capacidad física y humana para hacer frente a las nuevas formas de producción y circulación de la información. Los usuarios pueden acceder ya desde cualquier parte no sólo al catálogo, sino a documentos, colecciones y exposiciones digitalizadas, tutoriales, servicios en línea y programas de formación virtual.

¿Qué gana Colombia con la continuidad en la adhesión a la Asociación de Bibliotecas Nacionales de Iberoamérica (Abinia)?

Es útil mantener relaciones de trabajo con los pares, compartir conocimientos y desarrollar proyectos colectivos. En este momento, participamos en el “Portal del Patrimonio bibliográfico Iberoamericano”, proyecto digital apoyado por Abinia y dirigido por la Biblioteca Nacional de España.

La Biblioteca Nacional ya incursionó con la colección Samper Ortega en la era digital. ¿Tienen algún otro proyecto?

La Biblioteca Nacional tiene hoy una hoja de ruta a seguir en el mediano plazo para el desarrollo de su biblioteca digital, que va desde la modernización tecnológica, el desarrollo del software apropiado y la sistematización de todos sus procesos, hasta la incursión en la web semántica y el desarrollo de servicios y capacidades que permitan tanto recuperar documentos nacidos digitales, como el acceso a los contenidos desde cualquier dispositivo.

Una persona que quiera visitar la Biblioteca Nacional, ¿con qué se encuentra?

Con uno de los edificios más interesantes y especiales del país y con millones de documentos que hablan de la historia y de la cultura colombiana. Este año podrán acceder al laboratorio de tecnología e innovación que inauguraremos en la sala Jorge Isaacs, como parte del piloto que realizamos con la Fundación Bill Gates. Y las personas invidentes podrán encontrar equipos que les faciliten el acceso a los documentos.

¿Cuál es el papel del bibliotecario hoy, cuando cada vez menos personas asisten a una biblioteca?

El bibliotecario es un guía e intermediario entre la información y los usuarios. No importa si sus servicios se prestan de manera presencial o virtual. En muchos municipios o pueblos pequeños, este papel de guía es fundamental.

Usted lleva cinco años en este cargo y aseguró que uno de sus objetivos era “volver la Biblioteca Nacional un referente cultural” como lo había sido en un principio, ¿se ha logrado?

Eso hoy me suena muy general, casi vacío. Pero sí creo que se han logrado muchas cosas en estos años, la principal de ellas, poner al día la Biblioteca para que esté en capacidad de sacar el máximo provecho de las tecnologías que hoy se ofrecen y pueda así entrar a formar parte de las redes nacionales e internacionales de conocimiento.

¿Qué alcances ha tenido el Plan Nacional de Lectura y Bibliotecas?

Se ha avanzado muchísimo en cobertura y hoy prácticamente todos los municipios del país tienen una biblioteca pública (donde no hay, es porque las administraciones locales no las han sostenido, pero no son más de 10 municipios). Hemos trabajado con poblaciones indígenas y afrodescendientes en la creación de bibliotecas para sus comunidades.

¿Qué fue lo mejor de haber trabajado la campaña ‘Libros al viento’?

Descubrir que los buenos libros encuentran lectores, que una ciudad como Bogotá quiere y sabe recibir las iniciativas culturales.

¿Qué opina de los contenidos televisivos actuales?

Son pocos los programas en nuestra televisión que corren riesgos, que tienen propuestas nuevas, interesantes. La mayor parte de lo que vemos es la misma fórmula repetida hasta el cansancio, a veces hasta la estupidez. Y, bueno, eso también va creando una cultura.

¿Se van a acabar las bibliotecas?

Este es un mundo que está cambiando muy rápido, como el de la edición. Pero no creo que ni el uno ni el otro vayan a desaparecer, porque siempre se buscará el criterio del mentor, del guía, del que tiene la información. Creo que van a cambiar, aunque en este momento es difícil saber cómo.

¿Cuál es su libro favorito?

No tengo un libro favorito. Según las épocas he tenido autores o lecturas que me gustan más. En todo caso, la novela. Me gustaba mucho la novela del siglo XIX. Las francesas, por ejemplo. Ahora me interesa más la novela contemporánea.

¿El peor libro que ha leído?

Una novelita inglesa que nos circulábamos en el colegio a los 15 años. Creo que era malísima, pero igual la leímos todos. Y las fotonovelas, que fueron también pasión literaria de alguna época de mi vida. De ahí a las novelas no hubo sino un paso.

¿Siempre soñó con dedicarse a una vida de libros?

No, mi interés iba más por el lado del cine, la radio, la actuación. Los libros eran para leerlos, pero no para trabajar con ellos. Pero así es la vida.

¿Cómo vivir entre literatura y libros sin perder la noción de la realidad?

Estar en la dirección de la Biblioteca Nacional no me ha permitido alejarme de la realidad ni un minuto. A veces es demasiada realidad.

Por El Espectador

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