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“Ya no me la pueden volver a desaparecer”: víctima del Palacio de Justicia

Coincidiendo con la conmemoración de los treinta años del holocausto del Palacio de Justicia, Rosa Milena Cárdenas, hermana de una de las desaparecidas de la retoma militar, la reconoce en un video que no se conocía en Colombia.

Cecilia Orozco Tascón
15 de noviembre de 2015 - 01:40 a. m.

Usted se llama Rosa Milena Cárdenas, ¿cuál es su parentesco con Luz Mary Portela, cuyo nombre figura, desde hace 30 años, entre los desaparecidos del Palacio de Justicia?

Mis apellidos son Cárdenas León y Luz Mary Portela es mi hermana media: ella es Portela León, hijas de la misma madre y de diferente padre.

Usted aún habla de su hermana en presente, pero hace tres décadas, exactamente desde el 6 de noviembre de 1985, cuando salió de su casa a trabajar en la cafetería del Palacio de Justicia, ella desapareció. ¿Por qué continúa refiriéndose a Luz Mary como “ella es”, a pesar de que hace unos días Medicina Legal identificó sus restos?

Porque mi familia y yo siempre la mantuvimos viva en nuestra mente y en nuestras conversaciones. En el fondo, teníamos la esperanza de volver a encontrarla con vida, pues aunque estaba desaparecida, tampoco tuvimos noticias de su muerte.

¿Cuántos años tenía ella cuando desapareció y cuántos usted?

Luz Mary tenía 26 años y yo 6.

Siendo tan pequeña como era usted en ese momento, ¿por qué tiene recuerdos tan claros sobre su hermana como para reconocerla 30 años después?

Porque Luz Mary era quien estaba siempre en la casa cuidándonos a mi hermanito y a mí. La empleada de la cafetería del Palacio de Justicia era mi mama, Rosalbina León. Luz Mary estaba pendiente de nosotros todos los días. Pero ese 6 de noviembre, mi mamá no fue porque estaba incapacitada. Y por eso mandó a mi hermana en su reemplazo. Nunca se perdonó haberla enviado. Mi mamá dijo, hasta cuando murió, que la que tenía que haber estado en el Palacio era ella y no mi hermana.

Consta, por las declaraciones de esa época y también recientes, que los involucrados en los hechos han mantenido siempre la misma versión oficial: los desaparecidos no existieron. ¿Qué les respondían los militares cuando preguntaban por su hermana?

Desde el 6 de noviembre de 1985, cuando quisimos saber qué había pasado con Luz Mary, jamás nos dieron razón de ella. Simplemente, no nos respondían nada. Es más: en la búsqueda de estos treinta años y entre tantas tesis alrededor de la posición que asumieron desde el principio, varias veces nos insinuaron que Luz Mary nunca había existido, que nos la habíamos inventado para “sacarle dinero” al Estado. Al dolor de no saber nada sobre su paradero, le tuvimos que sumar el de sentir el desprecio con que nos trataron. Pero nosotros persistimos en buscarla, porque sabíamos que ese día había salido a las 6 de la mañana hacia el palacio y que a la hora del asalto del M-19, ella se encontraba en la cafetería, en donde mi mamá era la encargada de lavar los platos y alistar los almuerzos.

¿A cuáles y cuántos funcionarios del gobierno les preguntaron por Luz Mary en estas décadas?

Desde el principio, mi mamá nos contaba lo que sucedía cada vez que iba al Ministerio de Defensa junto con los familiares de otros desaparecidos para tratar de hablar con el ministro, pero nunca los atendió. También intentaron llegar al presidente de la República. No tuvieron suerte. Ella decía que fueron a varias guarniciones militares, entre ellas el Cantón Norte. Jamás les respondieron. Tiempo después, empezaron a buscar la vía jurídica con la ayuda del abogado Eduardo Umaña. Tampoco hubo resultados. Y mucho más tarde, cuando yo ya era adolescente y empecé a ser consciente de la tragedia de mi madre y de mi hermana, decidí que era hora de acompañar a mi mamá en todas las actividades que hacía para encontrarla. Desde entonces me dediqué a esto.

¿Cuánto tiempo después, según su experiencia, cree que las autoridades civiles empezaron a investigar penalmente sus denuncias?

Veinte años después y solo a partir del año 2005, cuando asumió el caso la fiscal Ángela María Buitrago. Ella revisó con seriedad las pruebas que existían desde cuando terminó la retoma y que nadie había querido examinar. Le pongo un ejemplo: un año más tarde de la toma, en 1986, la periodista Julia Navarrete declaró judicialmente que vio salir con vida a mi hermana y que ella fue conducida desde el Palacio hacia la Casa del Florero. Ese testimonio, otros en el mismo sentido y los clamores de mi madre fueron ignorados absolutamente. Nadie les dio importancia y ni siquiera fueron considerados para descartarlos o aceptarlos. La propia fiscal Buitrago fue tratada como sospechosa.

Pero finalmente hubo eco judicial, porque hay varias condenas.

Sí. Sin embargo, los militares siempre han negado que nuestros familiares estaban vivos cuando salieron del Palacio. Y aún lo siguen haciendo. Tuvieron que pasar 26 años antes de que una juez, la 51 penal, se refiriera a las declaraciones de la reportera Navarrete y les diera plena validez, así como a las de los otros que ratificaron lo que ella sostenía.

¿En cuál contexto y cuándo la juez 51 relacionó la posible salida con vida de su hermana del Palacio de Justicia?

En su fallo de condena, a 35 años, del general Jesús Armando Arias Cabrales. Este es condenado, precisamente, por la desaparición de mi hermana y de otras cuatro personas cuyo paradero sigue siendo un misterio. Posteriormente, en septiembre del año pasado, también la Corte Interamericana condena al Estado por esas desapariciones. Hasta esa instancia internacional fue lenta: la demanda fue presentada en diciembre de 1990 y la decisión se tomó 24 años más tarde, en 2014.

Pese a las sentencias en que se reconoce que hubo casos de desaparecidos durante la retoma del Palacio, ustedes no tuvieron prueba directa de la supervivencia y salida del Palacio de su hermana hasta cuando Noticias Uno encontró un video en que usted la vio hace ocho días. ¿Cómo la reconoció?

Recibí una llamada de un periodista de Noticias Uno. Me dijo que quería que examinara unas imágenes en las que posiblemente estaba Luz Mary. Fui y cuando la vi, no dudé un segundo: “es ella”, le dije. Estaba en una fila de personas que salían del Palacio y que eran conducidas a la Casa del Florero por civiles armados.

¿No le cabe ninguna duda de que se trataba de ella?

No.

¿Por qué?

Por la forma de su cabello, el color de su piel que es visible; la talla y contextura del cuerpo, la cara, el uniforme de trabajo perfectamente reconocible y exacto al que las personas que trabajaban en la cafetería se tenían que poner. Cuando estaba rodando el video, en un momento pido pararlo y que me dejen ver con más detenimiento. Examiné el perfil de su cara. No tuve ninguna duda y me repetí: “es ella”.

¿Era la primera vez que usted o alguien de su familia tenía prueba, ya no testimonial sino visual, de que Luz Mary salió viva del Palacio?

Sí. Es la primera vez que tenemos constancia de ella viva, por esas imágenes, que no mienten. Esto es muy duro para mí porque, como le dije, aunque estaba desaparecida, tenía la ilusión de volver a verla. Apenas ahora, después de la publicación de ese video y del hallazgo y comprobación del ADN de sus restos, estamos empezando a hacer el duelo que nunca habíamos iniciado: 30 años esperando un resultado u otro y solo ahora tenemos respuestas firmes que llegan por el lado de los periodistas y de los investigadores de la Fiscalía. Mi madre murió el 12 de enero de 2009 de cáncer de cuello uterino. La suerte que había corrido Luz Mary torturó a mi mamá hasta cuando falleció. Ella tenía derecho a saber qué había pasado con mi hermana. Estoy convencida de que el dolor de la ausencia de su hija y de no saber lo que pasó con ella, la llevó a la tumba.

Paradójicamente, también se identificó hace poco, por pesquisas de la Fiscalía, el cuerpo de su hermana cuando Medicina Legal comprobó su ADN, como usted dice. ¿Cree que, aunque tarde, se está iniciando un ciclo de descubrimiento de la verdad?

Definitivamente. Fue impactante conocer los resultados de Medicina Legal, no solo de los restos de mi hermana, sino de los de otras dos de los once desaparecidos del Palacio: el pasado 20 de octubre Medicina Legal identificó el ADN y reportó hallazgos de coincidencia en los cuerpos de mi hermana Luz Mary Portela, de Lucy Amparo Oviedo (visitante ocasional del Palacio) y de Cristina del Pilar Guarín (cajera de la cafetería).

¿En qué circunstancias apareció el cuerpo de su hermana?

Calcinado y enterrado en uno de los cementerios privados del norte de Bogotá. Fue sepultado bajo el nombre de Libia Rincón Mora, funcionaria judicial. De hecho, el cuerpo de Luz Mary se lo habían entregado a los familiares de Libia Rincón como si fuera el de esta. Todos estos años ellos creyeron que habían enterrado a su pariente. Ahora saben que los verdaderos restos de Libia pueden estar desaparecidos, a pesar de que hay informaciones preliminares de que estos se encontraron en la tumba de una magistrada auxiliar. Si se confirma esta versión, querría decir que ahora la magistrada auxiliar entraría a la lista de los desaparecidos, puesto que sus restos no serían los suyos, sino los de la funcionaria Rincón.

¡Qué terribles historias! De los once buscados inicialmente, ¿cuántos han aparecido, en total?

Cuatro: Ana Rosa Castiblanco cuyos restos incompletos fueron encontrados en 1998 en una fosa común del Cementerio del Sur; y los de mi hermana y las otras dos personas que ya le relacioné, hallados hace dos semanas. Pero se podría añadir el de la magistrada auxiliar.

Usted ya empezó a hacer el duelo y aunque constituye un gran dolor tener la certeza de que su hermana murió durante la retoma del Palacio, ¿no es mejor saber la verdad que mantener las dudas para siempre?

Sí. Le doy gracias a Dios por poder cerrar este ciclo e iniciar el duelo después de encontrar sus restos y de saber, sin especulaciones, que salió con vida de la retoma y que sus restos fueron identificados. Siento, además, la fortaleza interior de saber que los funcionarios públicos no van a poder decirme que ella no existió y que su vida y su nombre fueron inventados por nosotros. Ellos hoy deberán asumir la responsabilidad por esos hechos. La etapa que sigue ahora para mí es la de que se establezca esa responsabilidad, judicialmente hablando. El Estado ya no podrá negar, nunca más, que mi hermana desapareció estando viva y sana, en manos de sus agentes. Ya no me la pueden volver a desaparecer.

¿Con cuáles otros familiares de desaparecidos se conoce y ha seguido este proceso?

Con todos los familiares de los once desaparecidos, porque en esta lucha nos hemos constituido entre nosotros como otra familia. Hemos repasado tanto nuestros recuerdos, que cada uno de nosotros siente que conoció a todos los desaparecidos.

¿Cómo se siente ahora con el vuelco que ha tenido la historia de su hermana?

Tengo muchas sensaciones revueltas por las verdades que estoy conociendo, pero también me quedan nuevas dudas: qué vivió mi hermana después de salir del Palacio y de entrar a la Casa del Florero; por qué desaparecieron todo rastro suyo; cómo encontró la muerte; si fue torturada o no… No puedo evitar tener la impresión dolorosa de que corrió la misma suerte de Yolanda Santodomingo, estudiante del Externado que narró todo por lo que pasó y lo que le hicieron y quien pudo sobrevivir a ese hueco de la historia nacional.

Usted sufrió otro gran impacto, además de constatar que era ella, por la forma en que su hermana salió del Palacio cuando estaba examinando el video. ¿Por qué?

Porque mi hermana sale con los brazos levantados y cruzados detrás de la nuca, en actitud de detenida y no de rehén rescatada. Y luego, porque en el mismo video se les ve a ella y a los demás que la acompañan en la fila, cruzar la calle custodiada por hombres armados que los llevan agarrados del brazo, como en actitud de que no se les fueran a escapar.

Pero podría ser también una actitud de protección.

No. La forma en que eran conducidos coincide con lo que ya se había descrito en la sentencia por estos hechos, de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y también en los fallos de la justicia interna: quienes salieron de esa manera, habían sido catalogados como sospechosos por los militares. Hay testigos que indicaron que los que salían de gancho con militares o civiles armados y a quienes les pidieron poner las manos tras la nuca, habían sido catalogados como sospechosos de pertenecer a la guerrilla o de ser sus auxiliadores. Y por eso les dieron lo que se llamó, entre los militares, un tratamiento “especial”. Fue a ellos a quienes condujeron al segundo piso de la Casa del Florero. Y los de esa lista fueron los desaparecidos.

* * *

Una suerte parecida a la del magistrado Urán

Liliana Andrea Ávila es abogada de la Comisión Intereclesial que ha acompañado a los familiares de los desaparecidos en sus reclamaciones ante el Estado.
¿Qué harán, desde el punto de vista jurídico, con el video en que se ve a Luz Mary viva a la salida del Palacio?

Le pediremos a la Fiscalía que incorpore esta prueba al proceso y le solicitaremos que avoque una línea de investigación que permita establecer por qué una mujer que sale viva del Palacio bajo custodia militar aparece muerta y su cuerpo calcinado y enterrado con el nombre de otra persona.

Existe similitud entre el destino de Luz Mary Portela y el que sufrió el magistrado Urán de quien, igualmente, consta que salió vivo y después su cuerpo apareció en las ruinas del Palacio con rastros de heridas de bala hechas a quemarropa. ¿Qué piensa?

La Corte Interamericana concluyó que el magistrado Urán fue ejecutado extrajudicialmente cuando estaba bajo custodia de agentes del Estado. En cuanto a Luz Mary Portela, de quien ahora tenemos constancia visual de que salió con vida, que desapareció y cuyos restos aparecen calcinados, no es descabellado plantear la hipótesis de que su suerte fue igual a la del magistrado.

Vergonzosa condena internacional

El 14 de noviembre de 2014, la Corte Interamericana declaró por unanimidad que “el Estado (colombiano) es responsable por la de desaparición forzada de Carlos Augusto Rodríguez Vera, Irma Franco Pineda, Cristina del Pilar Guarín Cortés, David Suspes Celis, Bernardo Beltrán Hernández, Héctor Jaime Beltrán Fuentes, Gloria Stella Lizarazo Figueroa, Luz Mary Portela León, Lucy Amparo Oviedo Bonilla y Gloria Anzola de Lanao y, por tanto, por la violación de los derechos a la libertad personal, a la integridad personal, a la vida y al reconocimiento de la personalidad jurídica, contemplados en… la Convención Americana… Es responsable por la desaparición forzada y la ejecución extrajudicial de Carlos Horacio Urán Rojas… Es responsable por la violación del derecho a la libertad personal (e integridad personal), en perjuicio de Yolanda Santodomingo Albericci, Eduardo Matson Ospino y Orlando Quijano… Es responsable por la violación del derecho a la integridad personal y a la vida privada, por la tortura y violación de la honra y dignidad cometidas en perjuicio de José Vicente Rubiano Galvis”. Siguen diez responsabilidades más y sus descripciones, todas vergonzosas para el país y sus gobiernos desde 1985. Fue por esta condena que el presidente Santos tuvo que pedir perdón.

Por Cecilia Orozco Tascón

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