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Bogotá se vive a pie: así es como la ciudad camina hacia la seguridad

La capital del país cuenta con una política pública que pone a los peatones en el centro, con metas claras para hacer de las calles espacios accesibles, amables y seguros.

Redacción Especiales

15 de diciembre de 2025 - 06:30 a. m.
Proteger a los peatones es proteger la manera más simple y más humana de vivir Bogotá
Foto: Cristian Garavito
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Bogotá es una ciudad que se recorre paso a paso. Cada día, millones de personas caminan para estudiar, trabajar, llevar a niñas y niños al colegio, ir a la tienda o simplemente moverse por sus barrios. Entre los grupos poblacionales que más caminan están los adultos, seguidos por los niños, adolescentes, los adultos mayores y quienes tienen movilidad reducida. Es importante resaltar el papel de la mujer donde el 11% de los viajes que realizan a pie están asociados a motivos de cuidado, demostrando que la caminata no es solo un medio de transporte sino una actividad social y económica crucial para el funcionamiento de la ciudad y por eso se ha convertido en el reflejo de la vida cotidiana de todas y todos. Proteger a los peatones es, en esencia, proteger la manera más simple y más humana de vivir Bogotá.

En ese contexto de ciudad aparece Prudencia, la figura femenina que acompaña los cruces en los semáforos y que fue escogida por votación ciudadana. Se convirtió en la voz que recuerda que todos somos peatones en algún momento del día y que la seguridad depende de pequeños gestos: mirar antes de cruzar, mantener contacto visual con los conductores, usar los pasos seguros, elegir rutas iluminadas y evitar distracciones como el celular. Pero esto no es solo responsabilidad de los peatones, la seguridad de los peatones es una responsabilidad compartida y los conductores tienen el rol más importante, no olvidemos que al conducir debemos reducir la velocidad, ceder siempre el paso, respetar los semáforos peatonales, al momento de girar, hacerlo con precaución y No invadir andenes o cebras. Su nombre es una invitación permanente a adoptar comportamientos que cuiden la vida.

Caminar, además, trae beneficios que van más allá del desplazamiento: reduce tiempos, es económico, mejora la salud física y mental, disminuye emisiones contaminantes y permite conectarte fácilmente con el transporte público. Pero para que caminar sea una opción confiable, la ciudad necesita entornos pensados para quienes se mueven a pie. Por eso Bogotá cuenta con una política pública que pone a los peatones en el centro, con metas claras para hacer de las calles espacios accesibles, amables y seguros. Esta hoja de ruta a 2035 orienta desde la mejora del espacio público hasta la promoción de comportamientos respetuosos entre quienes comparten la vía.

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Las acciones ya están en marcha. En toda la ciudad se han intervenido miles de pasos peatonales, instalado resaltos, ajustado tiempos semafóricos y creado paraderos accesibles. También se han mejorado los entornos escolares, donde niñas y niños son especialmente vulnerables, y se han incorporado nuevas medidas para calmar el tráfico y ordenar el flujo vehicular. Son cambios que no siempre requieren grandes obras; muchas veces basta con intervenciones rápidas que transforman de inmediato la experiencia de quienes caminan.

El urbanismo táctico ha demostrado ese poder. En barrios como Kennedy, el proyecto “Mi Barrio Activo” convirtió calles comunes en corredores seguros mediante ciclorrutas segregadas, cruces mejorados, señalización renovada y espacios pacificados y recuperados. Estas intervenciones devolvieron el protagonismo a quienes antes debían esquivar vehículos o caminar entre obstáculos y permitieron que cientos de estudiantes se movieran con más tranquilidad. La mejora fue visible desde el primer día: velocidades más bajas, rutas más claras y un entorno que invita a caminar.

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Hay que tener algo claro, y es que la seguridad no depende solo de la infraestructura. Los conductores tienen un rol definitivo: no olvidemos que para llegar a nuestro vehículo tuvimos que caminar hasta el, todos somos peatones en algún momento del día.Cada decisión detrás del volante influye en la vida de quienes están al otro lado del parabrisas. Cuando eso se entiende, la ciudad completa se vuelve más cuidadora.

Bogotá se vive a pie y seguirá haciéndolo de manera más segura en la medida en que infraestructura, comportamiento ciudadano e iniciativas comunitarias avancen juntas. Prudencia no es solo un ícono en los semáforos: es el recordatorio de que la vida está en cada cruce y de que caminar es una elección que la ciudad debe proteger todos los días.

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