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Finalistas de la categoría de Salud

Colombianos que trabajan por la salud y el bienestar de quienes más lo necesitan

Estos son los finalistas en la categoría de Salud en la edición de Titanes Caracol 2022.

12 de diciembre de 2022 - 11:30 a. m.
María del Pilar Echeverri, Jaime Abello, Ever Roncallo y Diana Castro.
María del Pilar Echeverri, Jaime Abello, Ever Roncallo y Diana Castro.
Foto: Cortesía

Por la igualdad en la atención a personas con labio leporino

María del Pilar Echeverri es fonoaudióloga y jefa de un equipo de especialistas que se dedican a darlo todo por sus pacientes con labio fisurado y paladar hendido.

Hace 22 años decidió crear Fisulab, una fundación dedicada a la rehabilitación integral de estos pacientes, teniendo en cuenta que son personas que necesitan una atención minuciosa y clave en cada momento de su vida, guiada por profesionales muy especializados para su rehabilitación.

María del Pilar ha sido consciente de que la fisura trae grandes consecuencias en el habla, la alimentación, la respiración, el crecimiento, la relación de los maxilares, los oídos; pero, sin duda, lo más importante es el efecto emocional, familiar y social.

Por ende, el énfasis de Fisulab es poder brindar un tratamiento integral a todos los pacientes, independientemente de su capacidad económica o de su situación social y cultural. Lo ideal, según explica Pilar, es comenzar el tratamiento cuando el bebé nace y hasta sus 25 años, tiempo en el que deben atenderlo al menos cinco especialistas.

“Eso normalmente es muy costoso e inaccesible para la mayoría de las personas en Colombia. Por eso hemos sido capaces de perseverar a pesar de las adversidades, buscando los recursos para que todos los pacientes puedan tener la misma calidad de atención. Esto no puede ser un privilegio solo de algunos. Todos merecen el mismo estilo de vida y tratamiento”, puntualiza.

Fisulab ha atendido a un enorme histórico de pacientes que nacieron haciendo el procedimiento con la fundación y los ha visto crecer, integrarse a la sociedad y ya son profesionales. En otros casos, ya se han integrado a la vida laboral de manera satisfactoria, se han casado, formado una familia y seguido su vida con naturalidad. Por eso, María del Pilar destaca la importancia de la igualdad de oportunidades y condiciones de vida.

La transformación del dolor en solidaridad

Hace 18 años ocurrió un milagro en la vida de Diana Ibeth Castro Nieva, pues, a pesar de que supuestamente no podía tener hijos, dio a luz a Santiago. La felicidad se vio opacada cuatro años más tarde, cuando su pequeño fue diagnosticado con cáncer, pero, una vez más, su vida fue ejemplo de un milagro, pues su hijo es un sobreviviente de esta agresiva enfermedad.

Sin embargo, Diana vivió en carne propia situaciones difíciles sociales, familiares y económicas que la motivaron a crear la Fundación El Nuevo Amanecer, que nació hace trece años, con el fin de brindar una mano a las familias que pasan por esta situación; es decir, la mano que le hubiese gustado recibir a ella cuando la atravesó.

A lo largo de estos años, la fundación ha logrado impactar a más de 500 familias positivamente, ayudando a niños desde la atención lúdica psicológica, jurídica, de suministro de medicamentos, educativa y desde el hogar, que alberga a diez niños con sus madres.

Asimismo, Diana se presta para apoyar a las familias cuando los niños fallecen, alivianando los gastos funerarios y brindando acompañamiento constante.

A esto se suma la campaña anual, en la que lleva a un grupo de pequeños a conocer el mar de los siete colores de San Andrés, como recompensa por su lucha, soportando todo lo que acarrea padecer cáncer y sus efectos colaterales.

La fundación hace labor social en cuatro clínicas de Cali, donde se están haciendo los tratamientos de oncología pediátrica, y ha logrado impactar a más de 306 niños en todas sus necesidades, así como a las madres que no pueden volver a trabajar por ser cuidadoras de sus hijos.

Esto desde el plan padrino, en el que se ayuda a pagar la EPS, los medicamentos, la ropa y suplir la alimentación con mercados, entre otras necesidades básicas.

De la chatarra a una segunda oportunidad

Ever Enrique Roncallo Villalba nació en Tenerife, Magdalena, pero hace doce años vive en Barranquilla. Es un abogado especialista en Derecho Ambiental e hizo de su profesión no solo una contribución para el medio ambiente, sino para las personas más necesitadas.

Hizo de una bodega de chatarra de su propiedad, un taller en el que recupera restos de equipos ortopédicos, que rehabilita y luego los dona a personas de escasos recursos.

Muletas, caminadores y sillas de ruedas son algunos de los equipos que pinta, teje a mano y luego dona a las personas que más lo necesitan en la región Caribe de Colombia.

Su iniciativa social empezó con la historia de dos hermanos, menores de edad con discapacidad, que no tenían los recursos para ir al médico a sus citas de control. Ever recibió un video de su caso y se apersonó de él, al punto que fue la inspiración de su labor.

En su misión benefactora, ha involucrado a otros comerciantes de chatarra y hoy su equipo de trabajo está conformado por siete personas. Asimismo, tiene empresas aliadas en Barranquilla como Metal Búnker, Néstor Coronado SAS y Kyb Ingeniería, entre otras.

Con su admirable gesto de solidaridad humana, que responde a la vocación de servicio que heredó de sus padres, ha beneficiado a más de cuarenta personas con discapacidad, entre niños, adultos mayores y jóvenes.

Es de resaltar que la ayuda de Ever a personas con movilidad limitada no se reduce a la donación ocasional de un caminador, una silla de ruedas o unas muletas, también ofrece mantenimiento gratuito y renovación, cuando el aparato ortopédico se deteriora.

Con su labor, Ever espera seguir ayudando a quienes más lo necesitan en la región Caribe, y ser reconocido por impactar socialmente en Colombia desde su bodega de chatarra.

Malabareando las calles

Ese es el nombre de la fundación de Jimmy Alexánder Abello Jiménez, un pereirano que desde hace más de cinco años dedica su tiempo a la dignificación de la vida y los derechos de niños y adolescentes en situación de calle, explotación sexual comercial y trabajo infantil de Pereira.

Su labor se basa en salir de madrugada a buscar a los menores y jóvenes debajo de los puentes, en los andenes, en las esquinas, en las residencias donde pagan habitaciones diarias y en los cambuches que frecuentan.

El paso a seguir es llevarlos a la Casa de los Sueños, donde, a través de arte, yoga, pintura, música, teatro, danza y deporte, contribuye a reducir su tiempo en las calles, el consumo y sanar sus heridas y sacarlos de allí totalmente.

Esta iniciativa surgió cuando, en 2016, Jimmy evidenció un notorio incremento de menores de edad en las calles, haciendo malabares en los semáforos, tocando llantas, limpiando vidrios, vendiendo chicles y hasta durmiendo en los parques principales de la ciudad, sin ninguna institución estatal que los buscara o hiciera algo por ellos. Jimmy tiene una razón más de peso y es que, de los nueve a los once años, vivió en las calles con su hermano, a quien asesinaron durante este tiempo.

“Cuando mataron a mi hermano, crecí en un hogar hasta los 17 años, cuando me fui a estudiar para formarme y así poder ayudar a otros, que no tuvieran que estar en la condición que yo estuve y la muerte no los encontrara tan rápido como a mi hermano”, expresa.

En estos cinco años y medio, la fundación ha atendido a más de 400 niños y adolescentes, sacando de las calles a más de 180, de los cuales 38, que antes no estudiaban ni sabían leer, se han graduado de bachillerato, 19 ya están vinculados laboralmente en empresas de Pereira.

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