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De la ilusión a la ira

El Juli cortó una oreja y Pepe Manrique mostró voluntad. Bronca a Morante de la Puebla.

Víctor Diusabá Rojas
26 de enero de 2009 - 03:28 a. m.

Los pronósticos de mal tiempo fallaron. Las ilusiones, también. La terna, hecha a la medida, tropezó con un encierro descastado que no fue ni la sombra de los buenos antecedentes inmediatos de los 'juanbernardos' en Cali y Manizales. El naufragio no se hizo esperar.

A simple vista, y eso sólo lo sabe el ganadero en los libros de su dehesa, lo que jugó en la Santamaría fue eso que los taurinos llamamos "otra cosa". Por hechuras, primero, y, luego,  por comportamiento. Sin mayores cambios, aparte de lo que se dio en el tercero, al que El Juli le cortó una oreja, el encierro prefirió las tablas y ni siquiera allí se sintió a gusto.

Por supuesto, la gente se aburrió y encontró en las notorias prevenciones de Morante de la Puebla con el quinto de la tarde esa chispa para desfogarse. Pero como en el viejo proverbio del oficio: se va a los toros para volver de los toros. Y no siempre con las orejas en la mano.

Hablando de orejas, El Juli cortó esa que mencionamos con una faena en la que encontró el sitio, muy cerca de la cara del toro, y con el manual de la técnica para hacerse al poder. El ejemplar no trascendió pero hay que admitir que se movió y logró atemperarse en la parte final de la muleta, luego de haber quedado demasiado crudo en el caballo. Salieron entonces los muletazos más templados y ligados. Pinchó Julián, pero rectificó con otra espada arriba y el acierto en el descabello.

En el sexto debió postergar lo que la Santamaría quería ver: a un torero maduro y en maestro. El toro le apuntó al pecho, pero ni eso los disuadió. Igual, había tan poco allí que era mejor no intentar lo imposible. Algunos muletazos por fuera y hasta la próxima.
Pepe Manrique venía dispuesto a hacer historia. Ninguno de los dos que le correspondieron hicieron algo por ese sueño. El que abrió la tarde pasó bien en el capote muy templado, pero casi de inmediato se fue a buscar el abrigo de las tablas de sol. Allí, Manrique expuso en muletazos plenos de valor. Palmas.

En el cuarto, bronco, logró una tanda de naturales sueltos, porque el toro no quería más que marcharse. Ovación.
Morante se fue en medio de la bronca. Le hizo asco al quinto, que tampoco era un monje de la caridad, En el segundo dejó una media verónica y un quite, más algún detalle. Silencio.
 
Ficha de la corrida

Plaza de toros de Santamaría

Temporada 2009

Segunda corrida de abono

Más de tres cuartos de entrada.

Seis toros de Juan Bernardo Caicedo. Desiguales de presentación y mansos, a excepción del tercero que se movió en los medios con relativa calidad. Pesos: 503, 509, 489, 452, 491 y 452 kgrs.

Pepe Manrique 

Azul marino y oro

Palmas y saludo
 
Morante de la Puebla

Lila y azabache

Silencio y bronca
 
El Juli

Oliva y oro

Oreja y palmas
 
Detalles:

Tarde despejada. Muy bien Ricardo Santana, Álvaro Montes y Hernando Franco con las banderillas.

Por Víctor Diusabá Rojas

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