La cuenta regresiva para que llegue una nueva administración ha empezado. A menos de un mes de la posesión de Carlos Fernando Galán, la actual alcaldesa avanza en el proceso de empalme para dejarle las riendas de Bogotá al alcalde electo y su equipo de trabajo.
Por eso, hablamos con Ivonne González Rodríguez, alta consejera de Paz, Víctimas y Reconciliación de Bogotá, para conocer los avances alcanzados durante los últimos cuatro años con miras a aportar a la paz total y el apaciguamiento de la violencia urbana en la capital.
Asumió el cargo en julio de este año, ¿cómo recibió la dirección y lo que dejó el antiguo consejero?
Lo que hemos logrado ha sido el trabajo continuo de una apuesta política en la que pasamos tres personas que tuvimos clara la visión de la alcaldesa Claudia López en materia de paz. Fuimos el primer ente territorial que en su Plan de Desarrollo apropió recursos para una estrategia de paz y por ello creamos los dos Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET): uno rural en Sumapaz y otro urbano en Ciudad Bolívar.
Esto con carácter reparador, a través de la formulación e implementación de una estrategia para la reintegración y reincorporación efectiva de excombatientes y la articulación con el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición (Sivjrnr), en el marco del proceso de reconciliación. Para su creación cruzamos bases de datos de las alcaldías locales e identificamos dónde vive el mayor número de víctimas del conflicto, los excombatientes, sus niveles socioeconómicos y demás aspectos para no caer en acciones que revictimicen.
La alcaldesa se planteó una meta ambiciosa: consolidar a Bogotá en un territorio de paz y reconciliación. ¿Cómo han avanzado en eso?
Los resultados se ven y por ello desde el inicio identificamos que éramos el mayor ente territorial receptor de víctimas del conflicto armado. De allí la relevancia de llevar la paz a las ciudades y destinar recursos no solo en la inversión, también en otras vías como políticas públicas, teniendo como centro a las comunidades étnicas, por ejemplo, para hacerlas integrales y construir una línea base de reformulación.
Bogotá tiene uno de los mejores avances del país en esta materia; pero no solo por el tema presupuestal, también dejamos políticas de paz integradas. Cinco políticas públicas étnicas tienen ahora un componente de paz y tenemos, vía decreto, una Política Pública de Seguridad para Bogotá en lógica de seguridad humana, anticipándonos a la llegada del Gobierno Nacional.
La capital es la ciudad más receptora de víctimas, eso es un hecho. ¿Tienen una cifra aproximada de cuántas personas han llegado en busca de refugio?
Desde la Alta Consejería para la Paz hablamos de un consolidado en Bogotá de quienes han sido reconocidos como víctimas del conflicto armado que supera las 360.000 personas, quienes ya tomaron su residencia en la ciudad y decidieron tener un proyecto de vida acá con corte al 30 de octubre.
¿Cómo ha sido el acompañamiento institucional a iniciativas restaurativas en el marco de la justicia transicional?
En este aspecto hay un hecho muy significativo y es la creación de confianza sobre la justicia restaurativa y lo que representa. Nuestra apuesta de fondo era apropiarla en las localidades y lo hemos logrado. La gente no entendía qué significaba la implementación de los Acuerdos de Paz y por eso adelantamos todo un proceso para hacer pedagogía y cambiar imaginarios dentro de la Ruta TOAR (Trabajos, Obras y Actividades con contenido Reparador).
Como agente territorial, no podíamos llegar con acciones de daño. Es así como llegamos con estrategias de resolución de conflictos a localidades como Kennedy y Ciudad Bolívar, allí los cambios son absolutamente notorios. Estamos a punto de sacar un libro con las experiencias de la ruta, en donde hemos podido retratar un poco la mirada de lo que ha significado generar estas “dialogías” entre diferentes actores en búsqueda de la reparación.
¿Cuáles deberán ser las prioridades de quien ocupe su cargo?
Es elemental que, al igual que nosotros, se tenga en cuenta a las víctimas en el Plan de Desarrollo. Dejamos una Bogotá con estructuras de participación mucho más fortalecidas. Acabamos de elegir a la nueva Mesa Distrital de Víctimas y se renovó en un 60 %, que es una cifra histórica. De hecho, ellos mismos van a radicar un documento detallado de cómo se quieren ver reflejados en la nueva administración. Esperamos que sean escuchados y reconocidos.
Lo segundo tiene que ver con la presencia de los indígenas emberas en el Parque Nacional. Desde el 2020 hemos hecho ocho procesos de retorno a sus territorios; sin embargo, en la caracterización siempre encontramos que del 80 al 85 % querían regresar y solo el 15 % tenía intención de quedarse en la ciudad, lo que los vuelve sujetos de medidas transitorias por parte del Distrito.
A la fecha avanzamos en un nuevo plan retorno; pero lo que dicen las cifras es que, a diferencia de otras veces, no quieren volver debido al conflicto que se mantiene en sus lugares de residencia oficial (Risaralda y Chocó).
El alcalde tendrá que decidir qué va a hacer con esta población y establecer un plan de vida junto al Gobierno Nacional, porque no es viable que sigamos atendiéndolos por vías de hecho, dado que solo desde la Alta Consejería hemos invertido más de $5.000 millones en atención humanitaria a estos sujetos de especial protección.
Sumado a que Bogotá sí debe tener participación en la construcción de la paz total. Hoy más que nunca, el Gobierno Nacional debe darle una mirada a la paz territorial e incluir la paz urbana, partiendo de la presencia del ELN en la ciudad, el significado de las estructuras urbanas. Las ciudades capitales no se pueden quedar fuera de estas conversaciones, porque son las que les abren las puertas a las víctimas.
“Bogotá: epicentro de memoria, paz y reconciliación”
El próximo 12 de diciembre el hotel Tequendama será el escenario para reconocer a los líderes y lideresas que han trabajado en las localidades en los procesos de reparación, reconstrucción de tejido social, asistencia humanitaria, psicosocial y de acompañamiento.
“Se trata de una medida simbólica frente a la no estigmatización y una rendición de cuentas, si se le quiere llamar así, con los líderes. Queremos construir a varias voces un análisis de lo que hemos logrado y lo que queda pendiente para el empalme”, afirma Ivonne González, alta consejera de Paz, Víctimas y Reconciliación de Bogotá.
En el encuentro, la Alta Consejería presentará el ‘Libro por la paz’, que reúne aprendizajes y lecciones de la institución en materia de memoria y construcción de paz. El evento incluirá dos paneles temáticos con el apoyo del Programa Restaurando Nuestro Futuro de USAID, implementado por OIM.