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El Petronio Álvarez

He sido muy afortunado porque he estado en todos los ángulos, en todas las esquinas del Festival Petronio Álvarez.

Hugo Candelario González* Especial para El Espectador
29 de diciembre de 2013 - 01:00 a. m.

Tuve la oportunidad de concursar y de ganar en dos ocasiones, y casi todos los años hemos estado como invitados con mi agrupación Bahía, en casi todos los formatos en los que hemos experimentado a partir de las diferentes manifestaciones del Pacífico colombiano.

Este año, en el que se realizó la edición número XVII del festival durante el mes de septiembre, fui el homenajeado, y el hecho de haber recibido ese reconocimiento me hizo sentir muy bien: me sentí realizado y fue como recibir un fresquito, un aire nuevo a mi trayectoria como artista. Para mí, este tributo es la confirmación de que estamos haciendo las cosas bien. Hemos llevado con mucho amor y responsabilidad la música del Pacífico y eso ha dado fruto, aspecto que se evidencia en la acogida que tiene el evento, no sólo en la región occidental sino en Colombia y en el exterior.

Lo que más me gusta de ir a ese encuentro con el folclor es la posibilidad de poder escuchar y ver a los grupos desde alguna esquina. Cuando los integrantes de esos grupos que están en competencia me piden un concepto y una opinión, me encanta poder guiarlos para que logren la consolidación de sus carreras artísticas. El Petronio Álvarez es una gran vitrina para todo aquel que quiera exhibir su talento. Para mí ha resultado fundamental para adquirir experiencia.

Mi proceso nació de la necesidad de conexión con mis raíces y con el hilo folclórico del que me nutro día a día, y en ese aspecto ha sido vital la posibilidad que he tenido de estar primero en el teatro al aire libre de Los Cristales, luego en la plaza de toros de Cañaveralejo, más adelante en el estadio Pascual Guerrero, y este año en el Complejo Deportivo. En todas esas tarimas me he sentido afortunado de poder compartir mi música.

Al llegar muy temprano a la ciudad viniendo de una población muy pequeña como Guapi (Cauca), me di cuenta de la urgencia de conectarme con mi núcleo pues no quería alejarme del sonido original. Intenté unir lo rural con lo urbano, lo empírico con lo académico, lo científico con lo tradicional. En ese camino voy hacia adelante gracias al impulso del festival.

La marimba es como una mamá para mí. Ella recibe todo, ella todo lo logra con amabilidad, y una de las modalidades favoritas de la gente que asiste al Festival Petronio Álvarez es esa. Luego de mi presentación y de mi homenaje en la edición XVII, pienso que la marimba y los instrumentos de viento que interpreto son un matrimonio chévere y me hacen muy feliz de contribuir en el fortalecimiento de las manifestaciones folclóricas del Pacífico.

* Músico del Pacífico

Por Hugo Candelario González* Especial para El Espectador

 

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