Que la educación se está adaptando a la virtualidad, que los profesores han tenido que cambiar sus metodologías y que la pandemia ha traído retos en todo el mundo, todo eso es cierto. Sin embargo, la academia ha usado esa capacidad de aprender, enseñar y tener paciencia para irse adaptando a un presente virtual que por ahora es incierto.
Una muestra de esa adaptación son las clases por YouTube. Integrando se llama el canal de Juan Carlos Martínez, un matemático que hace poco más de dos años comenzó con la aventura de subir sus clases a la plataforma de videos más vista de internet y así conectarse con sus alumnos de Bogotá, pero sin querer terminó dando clases en otras partes de Colombia.
La idea se la dio su papá, un hombre que le insistió hasta el cansancio, y hasta cuando el cáncer dijo no más, para que viera lo que hacía otro docente llamado Julio profe, quien ganaba, según su padre, una buena cantidad de dinero. Juan Carlos, después del fallecimiento, decidió darle luz verde a la idea y comenzó Integrando, nombre que tomó de las tan conocidas, temidas y odiadas integrales. “No solo fue eso, sino que al hacer videos explicando y enseñando me di cuenta de que uno puede integrar a muchos estudiantes que o necesitan un refuerzo, o han tenido una educación deficiente”, dice Martínez.
Al ver la cuenta en YouTube hay hasta cuatro o cinco videos a la semana, con temáticas como antiderivada e integral indefinida, variable aleatoria continua, igualdad de matrices y muchas más.
Aunque no fueron solo su padre y Julio profe los responsables de la idea, lo fueron también las protestas. “Cuando he dado clases en la Universidad Nacional, con tanto paro y aplazamientos, me di cuenta de que además de subir videos podía hacer un streaming de la clase y solucionar dudas”.
Hoy, muchos de sus estudiantes, los de internet, le hacen preguntas y piden aclaraciones en los comentarios debajo del video. “Yo les contesto en la medida que puedo; es más, hay ocasiones en que entre ellos mismos llegan a la respuesta”, dice.
Esa interacción quizás es la que más ha extrañado en estos meses de pandemia. “Se pierde ese trato directo con los estudiantes. No tener la certeza de si están o no poniendo atención, si aprenden lo que les enseñan. Eso es lo que más me cuesta y me frustra”.
Una de las muchas ventajas de dar clases por medio de YouTube es que muchos de sus alumnos pueden retroceder, adelantar y volver a ver algo de la clase. Aunque no siempre tuvo tan claro cómo hacerlas.
“En los primeros videos cometí muchos errores. Uno como profesor a veces se aprende los discursos y varias veces me pasó que cuando tenía el video listo, pum, un error. Entonces a volver a grabar. Ahí me di cuenta de que tenía que hacer guiones de las clases”.
Ese error tiene una razón de ser. “Hay veces en las que quienes nos corrigen son los estudiantes. Eso es lo bello de la enseñanza, que nunca dejamos de saber, de aprender, de entender”.
Pero a pesar de toda la tecnología, las interacciones, los views y el alcance, Juan Carlos, quien lleva más de veinte años dando clases en el Externado, espera, al igual que muchos, que todo esto termine y la vida, como la educación, deje de ser virtual.