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El voto en la historia del país

Que el voto es la máxima expresión de la democracia y que Colombia es un país que, gracias a no haber padecido el fenómeno de las dictaduras —que fueron un factor común a mediados del siglo XX—, puede hacer gala de una gran tradición democrática, son apenas verdades a medias.

Redacción Política
23 de marzo de 2012 - 03:10 a. m.

La realidad es que el voto se ha convertido en el fiel testigo de la historia del país, las luchas sociales, los éxitos y fracasos políticos, las disputas partidistas y hasta los intentos de los ilegales por cooptar el poder.

La lucha de clases y las reivindicaciones sociales se hacen evidentes a través del voto. En los primeros años de la historia de Colombia el sufragio era un derecho de muy pocos. En la Constitución de 1819 se determinaba que para ejercer ese derecho se debía poseer una propiedad raíz y educación.

Esta diferenciación de clases se mantuvo por casi un siglo, período en que muy pocos ciudadanos se podían dar el lujo de ir a las urnas. Fue sólo a principios del siglo XX, con la Constitución de 1910, que se implementó el voto para los hombres mayores de edad, pero se dejó por fuera a las mujeres.

Es entonces cuando se hacen evidentes factores que hasta hoy están presentes en la historia política : la lucha, en ocasiones violenta e ilegal, por el poder; las disputas partidistas y el rol protagónico de la Iglesia Católica en el ejercicio democrático. Más de 50 años estuvo en el poder el Partido Conservador, respaldado de forma casi incondicional por la Iglesia, que empleaba el púlpito como escenario de debate.

En 1930 se da el rompimiento de la hegemonía conservadora con la llegada del liberal Enrique Olaya Herrera a la Presidencia, iniciándose los primeros brotes de la violencia partidista. Las luchas sociales se hicieron evidentes con el ejercicio del voto y en 1936 se abrió la posibilidad para que los hombres pudieran sufragar sin que sus bienes o educación fueran un prerrequisito. La lucha bipartidista, por su parte, tuvo su episodio cumbre en el ‘Bogotazo’, el 9 de abril de 1948, cuando fue asesinado el líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, y la violencia sin control se extendió por más de una década y sus secuelas incluso se extienden hasta nuestros días.

Al fragor de esas disputas llegó un nuevo logro representado en el sufragio. En 1946 fue expedida la primera cédula a Carola Correa, esposa del general Gustavo Rojas Pinilla, y las mujeres votaron por primera vez en 1957. Fecha que coincide con la implantación del Frente Nacional como salida al conflicto bipartidista: un pacto de repartición del poder entre liberales y conservadores.

El bloqueo de otras alternativas democráticas generó tal inconformidad, que se recrudeció la búsqueda del poder a través de las armas. Con el fin de menguar la inconformidad, surge la Constitución de 1991 con la finalidad de garantizar los derechos políticos a todos los sectores y que tuvo como gran protagonista en las urnas a los otrora guerrilleros del M-19.

El experimento no salió del todo bien. La nueva Carta Política dio pie al surgimiento de una diáspora de partidos, al punto que el tarjetón electoral para elecciones a la Presidencia llegó a contar con más de 20 candidatos, lo que obligó a repensar el sistema democrático.

El voto también ha sido testigo de la intención de los ilegales de llegar al poder. En las últimas décadas, Colombia ha asistido a una serie de escándalos en el marco de los cuales carteles y grupos delincuenciales han tratado de capturar el sufragio de los ciudadanos. Así, el jefe del Cartel de Medellín, Pablo Escobar, llegó a la Cámara de Representantes en 1982. Y más recientes son los comprobados vínculos de congresistas y dirigentes políticos con grupos paramilitares.

El voto es el principal protagonista de la historia política del país. Ha estado presente en luchas sociales, políticas e ideológicas. Este semestre se discutirá un nuevo Código Electoral, que implicará cambios sustanciales. Para muchos, llegó la hora de la real implementación del voto electrónico, algo que modificaría las costumbres políticas de electores y elegidos.

JOSÉ THOMPSON

Director del Centro de Asesoría y Promoción Electoral (Capel) del Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH), entidad que ha realizado más de 250 ejercicios de observación electoral en el hemisferio. En Colombia ha acompañado los procesos electorales desde 2002, de forma ininterrumpida.

HANS BRUNING

Director del Instituto Holandés para la Democracia Multipartidista (Nimid, por sus siglas en inglés). Bruning ha venido trabajando con el Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Colombia, en el marco del Programa para el Fortalecimiento Democrático que adelanta esta entidad en el país.

1. Una normatividad clara y organizada

Al régimen electoral colombiano le hace falta integralidad. Las elecciones en Colombia se hacen con una normativa construida a punta de retazos. Pedazos que vienen de reformas constitucionales, de reformas estatutarias y normativas legales. Hay que darle integridad y congruencia para que las reglas de juego estén claras para todo el mundo. El hecho de que en Colombia estén hablando del trámite de un código electoral facilita ese debate.

2. Voto electrónico ayuda, pero no es la solución

El voto electrónico es concebido como una herramienta para hacer los procesos electorales más eficientes y para aumentar la confianza. En Holanda fue implementado y años después se volvió a los tarjetones de papel, porque para los electores era imposible verificar si las máquinas arrojaban los resultados correctos. Mi consejo, en el caso colombiano, es que piensen en un sistema combinado de voto electrónico y tarjetones de papel.

3. Hay que garantizar el secreto del voto

Si usted garantiza el secreto del voto no va a eliminar el clientelismo, pero le va a dejar a la persona la oportunidad de escoger por encima de lo que le hayan ofrecido o los mecanismos de coacción que pretendan imponerle. En el ejercicio democrático sólo deben estar presentes el votante y su conciencia.

4. Tomar la decisión de combatir el fraude electoral

En Colombia es evidente el interés por la política, el interés por las elecciones y por la participación ciudadana. Ese entusiasmo no puede ser alterado y eso tiene que ver con la compra de votos, intimidación de candidatos, suplantación de electores. No podemos deslegitimar el sistema electoral colombiano, pero estos son problemas reales que deben ser solucionados y esto requiere de decisiones políticas que enfrenten la intención de hacer fraude.

5. Hay que escuchar a la Registraduría

El gobierno debe escuchar el punto de vista que tenga la Registraduría. En Colombia ha pasado que las decisiones se toman a nivel político desde los órganos legislativos y no se analiza el impacto en la práctica y quien puede decir eso es el registrador, que maneja lo operativo de las elecciones. En Colombia, Carlos Ariel Sánchez ha hecho énfasis en la importancia de la identificación y la consolidación del censo. En el Congreso se habla es del voto electrónico.

Por Redacción Política

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