El trabajo por fomentar la tecnología enfocada en promover un mundo más sostenible se viene realizando desde hace décadas en Colombia. De hecho, desde 1998, cuando Empresas Públicas de Medellín (EPM) comenzó la ejecución del Parque Eólico Jepírachi, también inició una labor importante por la consolidación de propuestas sostenibles con impacto social en el mundo.
En desarrollo de su programa general de investigaciones, proyectos y actividades asociadas para el desarrollo de la energía eólica en Colombia, y para realizar los estudios iniciales del proyecto, EPM entró en contacto con la cultura wayuu, en donde se tuvieron como principios de actuación el respeto, la legitimidad, la interculturalidad, la responsabilidad y la transparencia.
Reconociendo la importancia de las oportunidades del naciente mercado del carbono, y con la necesidad de equilibrar los costos del parque eólico, Jepírachi fue la primera iniciativa colombiana para el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) del protocolo de Kyoto, y a su vez, la primera inversión en energía eólica apoyada por bonos de carbono en América Latina. Lo que impulsó al Banco Mundial a crear el Fondo Comunitario del Carbono, con el objetivo de apoyar proyectos del Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) en comunidades marginales.
Asimismo, este proyecto estimuló la creación del Comité de Energía Eólica y Fuentes Alternativas de Energía, con participación de la Unidad de Planeación Minero Energética (UPME), el Icontec, la Universidad Nacional y EPM, para conformar el mapa eólico nacional y desarrollar la normatividad para los parques eólicos en Colombia.
Hito del sector eléctrico
El parque eólico Jepírachi fue un proyecto piloto con fines experimentales para conocer y aprender sobre la producción de energía limpia y renovable, y su desempeño en un territorio como la Alta Guajira. Este parque eólico contó con el respaldo de Colciencias, entidad que lo valoró como innovación tecnológica, y del Ministerio del Medio Ambiente, que lo acogió como programa bandera de la estrategia nacional de cambio climático.
Entre julio de 1999 y junio de 2002, se realizó la consulta previa y se llevó a cabo un amplio proceso de información, participación y diálogo intercultural para identificar los impactos del proyecto. Con la participación de las autoridades tradicionales y los líderes de la zona se acordaron medidas que consideraron la aplicación de criterios interculturales de comunicación, empleo, convivencia y uso del territorio; e igualmente estrategias orientadas al beneficio comunitario y al mejoramiento de la calidad de vida en aspectos como: agua apta para el consumo humano, atención en salud, educación básica y fortalecimiento de su identidad cultural.
El 20 de junio de 2002, las comunidades de las rancherías Arutkajuy, Kasiwoluin y Medialuna, reunidas en asamblea convocada por Corpoguajira, ratificaron los acuerdos pactados en la consulta previa, y de manera voluntaria le dieron vía libre al parque eólico Jepírachi en su territorio, con el aval de las autoridades locales, regionales y del Ministerio del Interior. La localización del parque fue seleccionada con la intención de evitar los impactos y para no interferir con las actividades cotidianas, lugares sagrados y rituales de los indígenas. Así como de proteger la fauna y flora, estableciendo restricciones de retiros entre 200 y 1.000 metros a sitios como jagüeyes (reservorios de almacenamiento de aguas lluvias), rozas (huertas de cultivos), cementerios, línea costera, rancherías y rutas de aves migratorias.
Los primeros 10 aerogeneradores de Jepírachi llegaron a Puerto Bolívar, en la Alta Guajira, el 16 de noviembre de 2003, y la instalación del primer aerogenerador a gran escala del país concluyó el 17 de noviembre, un hito en la historia del sector eléctrico nacional.
Más que un parque eólico
Es importante resaltar que si bien este centro eólico fue un proyecto piloto, sus impactos en el territorio fueron notables. Con el tiempo de haber entrado en funcionamiento, el parque eólico Jepírachi se convirtió en otro de los atractivos promocionados por las agencias de turismo de La Guajira en la ruta hacia el Cabo de la Vela.
Impulsó la realización de distintos estudios e investigaciones académicas sobre su desempeño operativo, ambiental y social. Posibilitó la validación de una metodología propia para los proyectos de desarrollo limpio en el país y despertó el interés de otros generadores de energía para incursionar en este tipo de tecnologías.
Con el apoyo de universidades, sus centros de investigación y laboratorios, y de manera integrada con la industria del Caribe, EPM buscó afianzar un programa de ingeniería para la adaptación y reconversión de componentes críticos de los aerogeneradores de Jepírachi, para su fabricación en Colombia.
Es así como EPM es pionero en el país en la generación de energía eólica, en la generación de energía limpia y renovable incluida la hidroeléctrica, en la conformación de comunidades energéticas y en proponer ideas y desarrollar proyectos para que Colombia avance con las mayores certezas por la senda de la transición energétic