Desde la época de Guadalupe Salcedo —líder de las guerrillas liberales en los Llanos, quien logró en 1953 un acuerdo con el entonces presidente, general Gustavo Rojas Pinilla—, hasta hoy, se siguen allanando caminos que conduzcan a poner fin a un conflicto que data de hace más de 50 años.
»En su momento, Rojas Pinilla expidió el Decreto 1546 del 22 de junio de 1953, para indultar a los alzados en armas y terminar así con la violencia bipartidista de la época. Un año después expidió otro decreto, el 1823, para complementar el indulto, pero vino el asesinato de los reinsertados y la posibilidad de paz se esfumó.
»Con el Decreto 1718 de 1958 se creó la Comisión Especial de Rehabilitación de las zonas afectadas por la violencia, que luego se convirtió también en una propuesta de indulto. Lo que se consiguió fue un espacio político para los armados, pero el intento de paz se frustró por denuncias de formación de repúblicas independientes que dieron paso a la represión oficial y el surgimiento, seis años después, de las Farc.
»En 1982, con Belisario Betancur como presidente, se constituyó una comisión de paz. En 1984 y 1985 se firmaron acuerdos con las Farc, el M-19 y el Epl. Luego nació la Unión Patriótica, pero llegaron los asesinatos selectivos, y con el holocausto del Palacio de Justicia, en 1985, se acabó definitivamente con cualquier opción de encontrar la paz en el país.
»A finales de los 80, el M-19 se desmovilizó y en enero de 1989 empezaron a negociar con el gobierno una paz que fue sellada el 9 de marzo de 1990. Un mes después ocurrió el asesinato de Carlos Pizarro. Pese a ello, el M-19 se convirtió en un movimiento político y protagonista en la construcción de la Constitución de 1991.
»En mayo de 1990 comenzó el proceso de reinserción del Epl a la vida civil. El 15 de febrero de 1991, en momentos en que deliberaba la Asamblea Constituyente, se firmó la paz y a pesar de haberse gestado una disidencia, el Epl se convirtió también en un frente político.
»Cuando el Ejército atacó Casaverde, sede del secretariado de las Farc, a finales de los 90, muchos pronosticaron un fuerte deterioro del orden público. Sin embargo, meses después el gobierno, las Farc y el Eln llegaron a la mesa de negociación. Conversaron en Arauca, Venezuela y México, pero no avanzaron y los diálogos finalizaron en medio de la muerte en cautiverio del exministro Argelino Durán.
»En 1995, durante la presidencia de Ernesto Samper, se buscó despejar el municipio de Uribe (Meta), para abrirle paso a la paz, pero los militares se opusieron. Luego, en 1996, las Farc atacaron la base de Las Delicias (Putumayo) y se llevaron 60 militares. Al año siguiente se dio su liberación y aunque hubo acercamientos, nunca se concretó conversar directamente.
»Andrés Pastrana empezó en 1997, antes de llegar a la Presidencia, la búsqueda de un proceso de paz con las Farc. Desmilitarizó 42 mil kilómetros en lo que se conoció como la zona de distensión del Caguán, para dialogar, pero todo terminó en fracaso. La guerrilla aprovechó el proceso para fortalecerse militarmente y Pastrana dio por terminado el experimento el 20 de febrero de 2002, tras el secuestro de un avión de Aires.
»El presidente Álvaro Uribe negoció la paz con los grupos de autodefensa. Hubo también una zona de concentración de los combatientes en Santa Fe Ralito. En octubre de 2004, en una declaración pública denominada “Acto de fe por la paz”, los paramilitares reiteraron su voluntad de desmovilización. Dos años después, los jefes desmovilizados fueron recluidos en el centro especial de La Ceja y luego en la cárcel de Itagüí. En mayo de 2008 la gran mayoría de ellos fueron extraditados a Estados Unidos ante el incumplimiento de lo prometido.
KRISTIAN HERBOLZHEIMER
Asesor en procesos de paz. Director de los Programas Colombia y Filipinas Conciliation Resources. Es español y tiene un máster en construcción internacional de paz. Fue durante siete años director del programa de Escuela de Cultura de Paz de la Universidad Autónoma de Barcelona, apoyando procesos de paz en Filipinas, Sahara Occidental y el País Vasco. Fue observador en las elecciones legislativas de El Salvador y las presidenciales de Guatemala.
BRUNO MORO
Coordinador residente y humanitario del Sistema de las Naciones Unidas y representante residente del PNUD en Colombia. Es italiano, con más de 20 años de experiencia en el PNUD. Ha cumplido misiones en México, Kenya, Uganda y Cuba. Fue secretario general para los Acuerdos de Paz en El Salvador, donde apoyó su implementación, el fortalecimiento de las nuevas instituciones y los programas de reinserción de excombatientes.
1. Instituciones fuertes
El camino a la paz se construye con pasos significativos orientados a tratar las raíces de los conflictos. Según ha declarado el secretario general de las Naciones Unidas, “las instituciones tienen un papel fundamental en la consolidación de la paz y la reducción de los riesgos de recaer en la violencia. Construir instituciones que respeten y promuevan los derechos humanos debe ser el elemento central de todos los esfuerzos que se hagan en este campo”.
2. Paz y justicia
No hay respuestas fáciles para resolver la compleja relación entre paz y justicia. Sin embargo, el principio marco es claro: no puede haber una paz sostenible sin justicia. La paz y la justicia, la rendición de cuentas y la reconciliación no son mutuamente excluyentes. Al contrario, van de la mano.
3. Participación de los afectados
Es esencial contar con capacidades civiles fuertes para construir una paz duradera. Para construir la paz en Colombia sería apropiado incluir las iniciativas territoriales y las redes sociales que representan a las poblaciones más afectadas (víctimas, campesinos, jóvenes, pueblos indígenas y afrocolombianos).
4. Un cambio en la sociedad
La paz es una responsabilidad colectiva. La paz no la va a traer ni un presidente, ni una mesa de negociación, ni un acuerdo. La paz se va tejiendo día a día en una sociedad que aprende a respetar y valorar a quien piensa de forma diferente; una sociedad que pone el interés común por encima de las prioridades particulares; una sociedad que identifica y condena las prácticas mafiosas y excluyentes.
5. Protagonismo de la mujer
Las mujeres serán protagonistas. Porque saben nadar a contracorriente. Porque sus ideas y sus anhelos son tan diversos como el país. Porque las une la lucha por hacerse respetar. Porque no se valoran sus saberes. Porque no es difícil hacerlo mejor que los hombres. Porque no se van a cobrar su exclusión histórica: todas y todos somos imprescindibles.