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Una historia de medio siglo de desplazamientos, líderes asesinados y promesas de tierra incumplidas llegaron a su fin para el pueblo indígena Zenú. Esta semana, al menos 5.000 integrantes de ese pueblo se reunieron en el Polideportivo de San Andrés de Sotavento (Córdoba), para recibir 466 hectáreas de tierra que llevaban al menos 50 años exigiendo y que tan solo hasta ahora, gracias al gobierno Petro a través del Ministerio de Agricultura y de la Agencia Nacional de Tierras (ANT), llega al corazón de esta comunidad.
La entrega, más que un acto administrativo que adjudica hectáreas, es la reparación para miles de familias que, a causa de la guerra, huyeron de sus hogares a orillas del río San Jorge y que, cuando quisieron volver, no encontraron más que despojo y acaparamiento. También es un reconocimiento a lo que todo este pueblo, integrado según el DANE por más de 300.000 personas, ha sufrido por la permanencia en sus territorios, un acto de resistencia que han pagado con la vida de sus integrantes y la pérdida de sus costumbres ancestrales.
“Nunca el Pueblo Indígena Zenú había contado con un convenio que les permitiera visitar sus predios, analizar cada hectárea y cada espacio vital para su comunidad y su organización. El pueblo Zenú tiene la capacidad, la organización y la disposición para avanzar junto a la ANT, y así superar el rezago de sus procesos de adquisición de tierras”, explicó el director de la Agencia, Juan Felipe Harman.
Son en total siete predios que suman 466 hectáreas, distribuidas en lo que históricamente ha sido el territorio ancestral de este grupo indígena. Las tierras, que fueron objeto de procesos judiciales de restitución, tutelas y reclamos, ahora podrán beneficiar a familias de los municipios de Sampués y Sincelejo, en Sucre, y San Andrés de Sotavento, en el corazón cordobés.
Los frutos de una lucha
El pueblo Zenú tiene muchas historias que contar. Cómo llegaron a asentarse en los ríos Sinú y San Jorge; en qué momento el sombrero vueltiao se convirtió en un patrimonio de su cultura, y las dos veces que tuvieron que desplazarse masivamente de las tierras de sus ancestros. La primera fue en la década de los 20, cuando los colonos y la violencia los obligaron a moverse a San Andrés de Sotavento. Y el segundo, en 1995, pocas horas después de que su líder José Elías Suárez fuese asesinado frente a la comunidad por guerrilleros del Ejército Popular de Liberación (EPL). Era el tercer dirigente indígena asesinado por grupos armados en la época, dejando a centenares de familias invadidas de miedo y sin un gobierno propio.
Que la Agencia Nacional de Tierras le entregue estas hectáreas al pueblo Zenú es un acto de justicia que, de cierta forma, repara los daños que causaron las balas y reconcilia a los indígenas con el territorio, dice Argelio Ávila, uno de los líderes que heredó la lucha de sus predecesores y ahora recibe los predios que varias generaciones esperaron.
“Nos honra la llegada del presidente Gustavo Petro y del director Harman a nuestro territorio. Gobiernos anteriores nos habían quedado en deuda, pues en más de una década no recibimos ni un solo pedazo de tierra, pero con este gobierno recibimos las tierras”, comentó Ávila.
Y es que el pueblo Zenú intentó de todas formas poder regresar a sus territorios, pero sus gritos de justicia fueron ignorados. En 2018, la Alcaldía de Cartagena emitió una orden de desalojo a un grupo de 60 familias Zenú que estaban asentadas temporalmente en una vereda de la capital de Bolívar. Tres años después, los líderes de la comunidad hicieron un acto de protesta en el Parque de Montería, pues sus integrantes seguían envejeciendo y la cultura, sin un territorio dónde conservarla, poco a poco se perdía.
Incluso llegó una demanda judicial por parte de este pueblo. A la Unidad de Restitución de Tierras aterrizó una demanda para devolver terrenos a 300 familias que tuvieron que exiliarse a causa de combates entre los grupos armados. Casi un año después, el proceso en los estrados sigue en “veremos”. Harman comenta que incluso hay evidencia de derechos de petición redactados por líderes indígenas que, luego de siete años, seguían sin respuesta, aun cuando el plazo legal de ser respondidos es de, máximo, 30 días.
Pero tan solo hasta ahora sus pedidos son escuchados. Para el presidente Gustavo Petro, esta entrega de tierras salda una deuda no solo con los Zenú, sino con la supervivencia de los pueblos indígenas de Colombia. “Estamos haciendo la Reforma Agraria más grande del mundo. Nos estamos acercando al millón de hectáreas para repartir entre el campesinado”, afirmó el jefe de Estado, que junto a Harman, también han entregado tierras a las comunidades Wayuu, Arhuaca y Nasa.
Con miras a futuro
En el evento se anunció que, en la sala de máquinas del Estado, especialmente de la Agencia Nacional de Tierras, hay listo para firmar un decreto que comprará 150.000 hectáreas al Fondo de Reparación para las Víctimas, que se destinarán para repartirlas al campesinado de todo el país. Y el dinero que reciba la Unidad para las Víctimas será para reparar monetariamente a las víctimas del conflicto armado.
“Con estas hectáreas, si antes contábamos con 750.000 en el Fondo de Tierras, ahora si nos estamos acercando al millón de hectáreas para entregar al campesinado”, concluyó el presidente Petro.
A este decreto se le suma un convenio firmado con el pueblo Zenú, que de acuerdo con Harman ya está listo para suscribirse y que entregará 3.000 hectáreas de tierras productivas al pueblo. Ese territorio, en cuestión de meses, se sumará a los predios que fueron entregados por la Agencia Nacional de Tierras y ampliará el hogar de este pueblo indígena.
“Hay un componente técnico de un convenio de apoyos y de equipos para que sean los mismos profesionales indígenas del pueblo Zenú los que prioricen esas hectáreas”, manifestó el director de la ANT.
En la Audiencia, Martha Carvajalino, ministra de Agricultura, recordó la importancia de devolver las tierras a quienes la trabajan: “Este es un acuerdo entre los pueblos campesinos, indígenas y las comunidades negras con este gobierno, para que la Reforma Agraria que nos han negado durante 100 años sea impulsada de manera decidida por el pueblo durante la próxima década”.
En los últimos tres años, la Agencia Nacional de Tierras ha entregado al menos 110.000 hectáreas a pueblos étnicos, en su mayoría comunidades indígenas que, durante años, además del desarraigo, han sido catalogados como pueblos en riesgo de extinguirse física y culturalmente, como reza el Auto 004 de 2009 proferido por la Corte Constitucional.
Ahora es momento de empezar a escribir un nuevo capítulo en la memoria del pueblo Zenú: la historia de cómo luego de tantos líderes, procesos y reclamos, al fin lograron acceder a la tierra que tantos de sus antecesores anhelaron y algunos de ellos, incluso murieron por ellas. Más que unas hectáreas que reivindican toda una historia de luchas, será el terreno fértil que esta comunidad tendrá para contribuir a la soberanía alimentaria de Colombia y, de la mano con sus costumbres ancestrales, continuar protegiendo el medio ambiente como lo han hecho durante décadas.
*Contenido realizado en alianza con la Agencia Nacional de Tierras
