A principios de los noventa, Mauricio Álvarez empezó a explorar una técnica que hoy es uno de los sistemas más efectivos para medir la biodiversidad: grabar el canto de las aves. Sus sonidos son una especie de registro digital que muestra el estado de nuestros bosques y selvas.
Sergio Silva Numa
25 de marzo de 2015 - 03:38 a. m.
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