Los convocamos a través de las redes sociales para que nos enviaran sus fotografías. Hoy rescatamos algunas de las historias que cuentan de la relación entre El Espectador y quienes han hecho que nuestra labor a lo largo de estos años valga la pena. De nuevo les decimos a quienes participaron: 125 millones de gracias.
Pedro Mejía: “Aprendí a leer en su periódico, pues mis padres lo pegaban en las paredes de nuestra casa, que era de palma de makenke, y gracias a ustedes en el Icfes obtuve, en el año 1988, 376 sobre 400 puntos por comprensión de lectura. Todos los días a las 5:00 de la mañana estoy en Internet buscando su periódico”.
David Gómez: “Estas dos fotos representan 33 años de mi historia en los cuales ustedes han estado presentes. Una mía de 1979 y la otra de mi hijo Sebastián este año. Para ustedes los mejores deseos. Muchas gracias por ayudar a construir este gran país que tenemos”.
Adriana Ruiz: “Les envío la ecografía de mi bebé. Esta es la primera imagen que tengo de él, nacerá en 2 meses. Le leo al bebé todos los días las cositas chéveres de El Espectador. Un abrazo desde Ginebra, Suiza”.
José Torres: “Les envío la foto de mi abuelo José Justiniano Cárdenas. Falleció a los 85 años en 1998 y toda su vida fue suscriptor y lector asiduo de la edición diaria de El Espectador. Mi abuela lo lee todos los días”.
Tatyana Torres: “Esta imagen encierra dos generaciones que marcaron la vida de El Espectador: don Guillermo Cano y El Capi Francisco Ospina Navia en Cañaveral, cuando aún no era Parque Nacional. El Capi soñaba con el desarrollo turístico de Santa Marta con el aprovechamiento sostenible de sus escenarios naturales. La realidad coartó los deseos, indudablemente”.
Mauricio Hurtado: “Como ven, lo sigo desde que estoy en el vientre de mi madre”.
Fernando Loaiza: “Yo salía todos los días con mi perro Dino a comprar El Espectador. Año 1986. Caminábamos, él lo traía en la boca, cuando se cansaba lo soltaba, descansaba y luego lo recogía nuevamente hasta llegar a la casa”.