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Los toreros de Pablo

De por qué la complicidad del éxito la comparte el rejoneador con sus caballos. De los ocho que están en Bogotá, tres tienen nombre de figuras del toreo de a pie.

Rodrigo Urrego / Especial para El Espectador
30 de enero de 2011 - 02:00 a. m.

Desde el pasado 23 de enero, en Bogotá se habla más de toros. Pablo Hermoso de Mendoza es el responsable. Una sola tarde le bastó en la Santamaría para hacer historia, para cortar un rabo, pero además, para hacerse ídolo de la plaza. Pablo se sorprende. Aún no sale de su asombro de que su triunfo haya tenido tanta repercusión. En la prensa, en la radio, en la gente en general. Hasta el expresidente Álvaro Uribe, amante de los caballos, fue a visitarlo al ruedo de la Santamaría, el que por estos días ha sido su cuartel general.

El hombre de Navarra comparte las mieles del éxito con sus toreros. Tres en particular: Curro, Chenel y Silveti. Así se llaman tres de los mejores caballos de su cuadra. Los mismos nombres de tres toreros singulares en la historia del toreo. Porque Pablo Hermoso de Mendoza no es sólo gran caballista. También es un gran aficionado del toreo de a pie.

“Desde mis comienzos quería revolucionar el toreo a caballo. Y para darle un giro, me podía fijar en el mundo de la equitación moderna, la doma clásica, y en el del toreo de a pie. Miraba con detenimiento qué hacen los toreros de a pie, qué me podía inspirar y ver qué tanto podía trasladar eso al mundo del rejoneo”, dice Pablo. “Siempre me guié de toreros de clase, de toreros de pellizco, que son los que han tocado mi sensibilidad. Por eso, cuando cada uno de mis caballos me demuestran su sensibilidad, su grandeza, es cuando digo: ‘A mi modesto juicio, le viene bien un determinado nombre de torero, porque siento que tiene aromas de aquel torero, y también porque tengo la intuición de que el caballo va a ser tan importante que puede convertirse en un bello homenaje a ese determinado maestro”.

Chenel, homenaje a Antonio Chenel ‘Antoñete’

“Le puse a dos caballos anteriores el nombre de Chenel. En sus comienzos apuntaban muy alto, pero ninguno de los dos llegó al nivel esperado. Tuvo que ser un tercer Chenel el que llegó a ese aroma, a ese pellizco, a esa verdad que tenía el maestro ‘Antoñete’ toreando. Es bonito cómo he tenido el beneplácito del maestro Chenel. Hoy se emociona cuando ve al caballo”.

Lo particular de esta historia es que Antonio Chenel ‘Antoñete’, el padrino de alternativa de César Rincón, tuvo tres épocas distintas en el toreo. En los 60 apuntaba a ser la gran figura de su época, pero por diversas circunstancias nunca llegó. Ya veterano, en la década de los 80, alcanzó la cima de su carrera. Se hizo torero de Madrid y gran figura del toreo.

Silveti, homenaje a David Silveti

“Cuando yo llegué a México, de una de las cosas que más gocé en ese país fue vivir las tertulias. Especialmente con el maestro Juan Silveti, con sus hijos, con sus nietos. En esas tertulias me hablaban de tiempos anteriores, de la fiesta, de cómo había transcurrido. Eso me enriqueció mucho y me hizo apasionarme más.

Luego tuve la suerte de vivir la reaparición del maestro David Silveti. Le conocía en persona, pero nunca le había visto torear. Recuerdo la tarde de su regreso a La México. Yo estaba toreando en Arandas (Jalisco) y cuando llegué al hotel estaban pasando por televisión la faena de David. Le vi parar un toro de Fernando de la Mora, su espalda recostada en las tablas, sin moverse, el toro se metía entre él y las tablas, y David se lo quitaba sólo con un movimiento de sus muñecas. Fue de las cosas que no se me olvidarán.

A partir de ahí tuve el honor de participar en sus últimas corridas. Toreamos juntos, vivimos unos entradones en La México y una pasión. Nos admirábamos el uno al otro. Luego, estando en México, me tocó vivir la tragedia de su suicidio. Por eso, de alguna manera, mi admiración por él y por ellos, y por eso dije: “Uno de los caballos más importantes que tenga tiene que hacer honor a esta dinastía de toreros”.

Juan Silveti, ‘El Tigre de Guanajuato’, fue el primer ídolo de la Santamaría, por allá en la década de los 30. También fue el padre de una de las más célebres dinastías de toreros mexicanos. La saga continuó con Juan y su nieto David, quizás una próxima figura del toreo mexicano.

Curro, homenaje  a Curro Romero

“Es un caballo más irregular. Que cuando tiene una tarde buena, tiene un pellizco y un arte al reunirse con el toro, cosa que ningún otro caballo de mi cuadra lo tiene. Pero también tiene otras tardes que me deja en el aire y no sé ni por dónde meterle mano y no le gusta el toro. Quizá sea por esa sangre árabe que tiene, que lo hace un caballo más rebelde. De alguna manera define un poco lo que fue el maestro Curro Romero, un hombre de unos contrastes tremendos, pero de un pellizco fuera de lo normal”.

Curro Romero es considerado por no pocos aficionados como el torero más artista de la historia. El aroma de su toreo ha sido singular. Pero también ha sido el torero más irregular de la historia. Tenía una tarde excepcional, pero una decena de tardes que hacía enfadar a la afición que lo seguía por todos los ruedos, como quien esperaque llegue un milagro.

Por Rodrigo Urrego / Especial para El Espectador

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