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“Quiero ser el ídolo de Colombia”: Luis Bolívar

En Cali defendió su territorio ante Castella. Ganó el trofeo de su ciudad. Es el vigente Señor de los Cristales. El vallecaucano se proclama torero de Bogotá, plaza en la que tendrá dos presentaciones. Quiere que cuando se nombre a Colombia, y se hable de César Rincón, también se hable de él.

Rodrigo Urrego Bautista / Especial de Colprensa para El Espectador
11 de enero de 2009 - 03:00 a. m.

Luis Bolívar está acostumbrando a la afición colombiana a verlo salir a hombros en cada tarde. Esta costumbre, o mejor, esta sorprendente racha, carece de antecedentes cercanos en la temporada colombiana. Pocos son los datos que indican que un torero, en cinco tardes, haya cosechado igual número de puertas grandes.

El Bolívar que lo ha conseguido es distinto al de años anteriores. Al que por estos días ven las plazas colombianas, parece que le sirvieran todos los toros, sin importar su condición. El propio torero dice que hoy le sirven más toros que antes. Reconoce, y lo ven los aficionados, un mayor oficio y bagaje que le ofrecen mayor claridad y cabeza fría.

Pero lo que sustenta sus resonantes triunfos, más allá de la evolución de su toreo, que es evidente, es una actitud ambiciosa,  de hambre y de mandón de la fiesta, porque al menos en Colombia, está camino de ser amo absoluto.

Luis no admite que en su tierra alguien intente hacerle sombra, ni que “le muerdan la oreja”.  En Cali ha defendido su territorio ante un Sebastián Castella y en Manizales lo acaba de repetir (al cierre de esta edición, y antes de esta entrevista, Bolívar ya había cortado sus primeras tres orejas ante un bravo encierro de Fuentelapeña). Por primera vez en su carrera se llevó el trofeo de su ciudad. Hoy es el vigente Señor de los Cristales.

A mitad de la temporada colombiana, Bolívar hace su primer balance. En diálogo con El Espectador, confiesa que más allá de cortar orejas, llevarse los trofeos o salir a hombros, su objetivo prioritario es ser el máximo ídolo del toreo colombiano, algo que ya está consiguiendo. También se proclama torero de Bogotá, plaza en la que tendrá dos presentaciones.

Luis, lo primero que habría que preguntarle sería por ese trofeo tan codiciado que se pudo llevar en Cali. ¿Qué sensaciones tiene de ser el Señor de los Cristales?

No venía con el objetivo de llevarme el trofeo, porque lo que me desvela es mi evolución y la forma como quiero ir planteándome las cosas. Luego, en resultados, cuando salen bien, pues llegan este tipo de trofeos. Pero venía con la idea de que cada día fuera un golpe de verdad. A partir de allí vienen los reconocimientos. Lo que quería es que cuando un aficionado se sentara en el tendido viera la evolución de un torero, el crecimiento y que se dé cuenta de que soy capaz de hacer cosas distintas a todos. Y bueno, después de eso, pues también bienvenido el trofeo.

Pero ya tenerlo en las manos debe suponer una satisfacción especial, sobre todo por la disputa que hubo con Sebastián Castella, que también anduvo en un gran nivel…


Es muy bonito competir con toreros de esa categoría y pelear el trofeo de una feria con una figura del toreo. Además, nunca me había ganado el trofeo de Cali, aunque hubiese estado cerca en otros años. De niño, en Cali, siempre había soñado con el trofeo, pero creo que ha llegado en un momento importante que servirá para ir acentuando las cosas.

Dentro de esa evolución que predica, la hay de dos tipos. La técnica, la de su tauromaquia y la personal, la del ser humano, la de un Luis Bolívar que ya se ha convertido en hombre y que ahora quiere convertirse en el ídolo de la afición colombiana. ¿Está mandando un mensaje que es el local y nadie viene a sacar puntos en su patio?

Ahora mismo la partida del maestro César Rincón deja ese hueco. Pero mi ilusión es que la gente se entusiasme cuando esté anunciado el nombre de Luis Bolívar, y que tenga la ilusión de ver a ese torero. Pero no por el paisanaje, sino porque es un torero que se juega la vida de verdad, porque va a competir con las figuras. Ese es el concepto en que quiero que me  tenga la afición. También quiero que en Colombia crean en un torero. Tengo la suerte de estar en España, torear en las principales plazas, y llevar el nombre de Colombia. Me hace ilusión que digan: “Colombia dio otro torero importante”.

Pero es claro que cuando habla de César Rincón no es para sucederlo, sino para hacer su propio destino…

Indudablemente. Quiero que cuando se nombre a Colombia, y se hable de Rincón, también se hable de Luis Bolívar. Lo del maestro es algo irrepetible. Ni siquiera un español podrá hacer lo que hizo él. Todo el mundo tiene su línea, su carrera, pero el concepto de esa fuerza y esa identidad es muy difícil que se repita. Pero me ilusiona que digan que Colombia dio una gran figura como Rincón, y después vino otro gran torero llamado Luis Bolívar.

Hablando de Cali, no fue una buena feria en materia ganadera. Pocos toros embistieron. Sin embargo, se notó que a Luis Bolívar cualquier toro le valía. ¿Eso es muestra de que el toreo al que está llegando sirve para plantear la lidia que necesita cada tipo de toro?

Cuando uno va muy decidido a las plazas, con las ideas claras, y la mentalidad de aprovechar lo que tengan los toros, pues se verá que a un torero le servirán más toros. Hoy me valen más toros que antes, porque entonces no era capaz de superar esa línea, de ir más allá, de aprovechar esas 15 embestidas que tienen todos los toros, cuando le das su tiempo, su espacio. Y te las regalan. Y tienen que ser muletazos muy intensos. He intentado en el campo aprovechar o ir más allá de lo que los toros me regalan. Y eso se está viendo en la plaza. Que no voy sólo a cortar las orejas, sino que voy en el sentido de intentar sacarle el mayor partido a cada toro, y a lo mejor, eso me ha servido para seguir evolucionando.

¿La temporada que lleva en Colombia sí podrá repercutir en España para que sea incluido en otro tipo de carteles?

Ojalá sirviera, pero para que vean que no he parado, que mi nombre sigue en circulación, en la lucha tras una temporada dura pero importante. En el toreo todo sirve, es tan importante hasta un tentadero, entonces lo que se haga en Colombia tendrá que servir para algo, y más el estar al lado de las figuras y dar la cara con esa intensidad y esa fuerza.


La primera parte de la temporada colombiana ha estado marcada por los nombres de Castella y Bolívar. ¿Cómo ha sido esa rivalidad con él, que siempre es buena y necesaria para que la gente se emocione?

Es una fuerte rivalidad porque además vamos a coincidir en casi todos los carteles. Tenemos un mano a mano en Duitama. Sebastián es muy querido aquí en Colombia, tiene sus partidarios. En el toreo siempre ha existido rivalidad, pero tiene que ser en el ruedo.

Falta Bogotá, donde tendrá que alternar con ‘El Juli’, que en la Santamaría juega de local. ¿Saldrá a ganarle ese sitio?

Aquí cada quien tiene su sitio y hay lugar para todo el mundo. He tenido la suerte de que las dos veces que he estado en Bogotá he toreado con él. Bogotá es de las plazas de Colombia donde me siento más a gusto, será porque me gusta el concepto de la gente. Lo que quiero es que todo el pueblo de Colombia sienta la ilusión por un torero, un torero que está entregado para sacar el nombre del país adelante.

Igual, la Santamaría es una plaza que le viene de maravilla…

Antes de novillero pensaba que el público de Bogotá era muy frío. Pero eso se me cambio, y me siento torero de Bogotá por el concepto, como lo reciben, y el tipo de toreo que yo quiero expresar es del tipo que a Bogotá le gusta.

Madrid, una cuenta pendiente

Luis Bolívar está muy ilusionado y espera repetir en la temporada española sus grandes tardes en las ferias colombianas. “Quiero superar lo hecho el año pasado. Las ambiciones crecen cada día. Lo fundamental es que en las primeras presentaciones todo ruede, y si es así, lo demás irá marchando. Mentalmente también estoy preparado. Madrid me exige y eso es bonito, a mí me gusta porque me hace crecer más. Sé que cada vez que vaya a Las Ventas me obligarán a ser perfecto, a que cada vez tengo que hacer las cosas mejor, porque sé que no me van a pasar ningún error”.

Por Rodrigo Urrego Bautista / Especial de Colprensa para El Espectador

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