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Reina por siempre

Paola Turbay comenzó a cumplir sus sueños en 1991, cuando fue elegida la mujer más bella de Colombia, y en 1992, cuando la nombraron virreina universal. Luego lo haría en el mundo del espectáculo, tanto en Colombia como en estados unidos.

Redacción Gente
04 de abril de 2014 - 06:06 a. m.
/ Óscar Pérez
/ Óscar Pérez

Desde que era niña, y en su casa la motivaban para que desfilara y tocara el piano en frente de los amigos, Paola Turbay se vislumbraba como una mujer que aparecía en la televisión y en el cine, que desde ahí transmitía sus ideas y abría puertas. Entonces, años 70 y 80, estudiaba en el Gimnasio Femenino de Bogotá. Allí, las niñas de los cursos superiores se reunían durante los recreos sólo para verla, sin que ella se diera cuenta, y apostaban paquetes de papas y gaseosas a que había amanecido menos bonita que el día anterior. Nadie podía demostrar que hubiera sido así o no, pero la decisión la tomaban por votación. Ella nunca lo supo, y con los años confirmó el pronóstico de todas sus compañeras: sería reina de belleza.

“En el instante final, cuando debían dar el nombre de las cinco primeras, salí decidida a todo y a nada, pues a pesar del puntaje cualquier cosa podía ocurrir —escribiría para la revista Cromos en noviembre de 1991, , cuando la coronaron reina en el Concurso Nacional de la Belleza—. Llamaron a las cuatro primeras, sólo quedaba un espacio, que, igual, lo podían ocupar tres o cuatro niñas. ¡Qué angustia! Miré hacia arriba y esperé el último nombre, ese llamado tenía que ser para mí. Cuando dijeron mi nombre, una vez más, pensé en el refrán que dice: ‘Los últimos serán los primeros”’.

Ella fue la primera. No lloró. Le preguntaron por qué. Respondió que sólo lloraba cuando estaba triste y que ese día había sido el más feliz de su vida. Aquella noche pasó de ser una candidata más a la reina más querida de los colombianos, una mujer carismática que llegó a ser reconocida como la reina de la paz, una figura de todos que seis meses más tarde, en Tailandia, potenció el sentido de pertenencia de los colombianos por su país con el título de virreina universal de la belleza. Paola Turbay no sólo era la mujer más hermosa de Colombia. Era la más admirada.

“Pero lo importante es que en un país que pasaba por escándalos, guerras entre carteles y justo a esa hora llegaba la luz del diario apagón, se vivió una victoria como las del fútbol o el ciclismo —escribiría tiempo después para la revista Soho—. El sentido patriota brotó por un instante, y mientras todos salían a la calle a tirar Maizena, a mí me llamaba el presidente Gaviria a felicitarme. Los papás de la Miss Namibia ni se habían enterado de su logro, y yo ya tenía un país en carnaval. El primer puesto siempre será mejor que el segundo, pero con el segundo también se puede gozar y sentir orgullo”.

Después de sus reinados retomó el mundo del espectáculo, aquel en el que había vivido de niña. Estudió actuación y se dedicó a la televisión. En 2002 protagonizó la telenovela Las noches de Luciana y cuatro años más tarde
presentó la versión colombiana del reality show Bailando por un sueño.

También participó en las películas Perder es cuestión de método, El amor en los tiempos del cólera y Lenny, the Wonder Dog, así como en la serie de CBS Cane. En 2008 estuvo en algunos episodios de la serie de ABC Family. The Secret Life of the American Teenager, como Cindy Lee. Un año después interpretó a Mikki Mendoza, una detective lesbiana, en la quinta temporada de The closer. Luego actuó en True Blood, de HBO, y en El mentalista.

Por Redacción Gente

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