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“Sin caballo, sería medio torero”

El rejoneador español Álvaro Montes debutará hoy en La Santamaría. También estará el portugués Joao Moura, hijo. Por Colombia, Jorge Piraquive con toros de Dosgutiérrez.

Rodrigo Urrego B. / Especial de Colprensapara El Espectador
17 de enero de 2009 - 03:21 a. m.

Álvaro Montes Montoro quería ser matador de toros. De a pie. Soñaba con ser figura y por eso, cuando tenía 13 años, decidió inscribirse en la Escuela Taurina de Jaén, su tierra. Allí aprendió la técnica. A manejar con arte el capote, la muleta y la espada. Probó suerte en varios tentaderos de ganaderías andaluzas, pero empezó a descubrir que faltaba algo para sentirse plenamente torero. Ese algo era el caballo, pues tan fuerte era su afición por los toros como por los caballos, ese animal con el que nació y creció, ya que en la finca de la familia se criaban caballos de razas lusitana, árabe y española.

Cuando celebra la temporada de su décimo aniversario de alternativa, Montes, de 26 años, debutará hoy en La Santamaría, con la intención de repetir una tarde de triunfo y lo intentará con la voluntad de otros tres ‘toreros’: Chambao, Jamo y Maestro, tres de sus principales caballos, a los que considera como sus hijos.

¿Cómo se formó esta vocación por el toreo y el caballo?

Mi afición viene por mi padre, José Montes Herrero. Siempre ha sido un buen aficionado. Somos seis hermanos y casi todos hemos pasado por los lomos de los caballos.

¿Cómo es esa preparación que tiene con sus caballos?

Para dominar un toro, primero hay que dominar al caballo. Ponerte de acuerdo con él es más complicado que el toreo a pie, sin quitarle ningún mérito porque hay que tener mucho valor para ello. Pero tienes que jugar con dos animales y el secreto es tener dominio de quien está a tu favor, el caballo.

¿Cómo define a estos caballos en su función de toreros?

Estos tres caballos que he traído son de los más importantes de mi cuadra. Los defino como valientes y un poco aventureros. Son tan buenos que no me da miedo enfrentarme a lo que salga.

Para un rejoneador los caballos son como unos hijos. ¿Qué significan ellos para su vida?


Así es, cuando me refiero a ellos yo les digo ‘mis niños’. En la finca digo ‘voy a echarles de comer a mis niños’. Se les coge mucho cariño, son una parte muy importante de mi vida.

¿Cuál de ‘sus niños’ es la estrella del toreo a caballo?

Para mí todos son estrellas, porque a la hora de ‘meter el hombro’, todos lo hacen. Pero si tuviera que elegir, pues quizá Chambao, porque es un caballo que le gusta mucho a la gente. Es un torero que da espectáculo y es muy vistoso.

En estos 10 años de carrera, ¿cuál es su mayor logro?

Lo más importante es el sitio que me están dando los compañeros. Me lo estoy ganando poco a poco y cada año estoy subiendo un escalón.

¿Su padre, su familia, lo siguen cuando torea?

Mi padre me sigue mucho, pero mi madre es la que nunca me ha visto torear, aunque ella sabe la seguridad que tengo en un caballo. Mi madre siempre quiso que fuera torero de a caballo, porque desde pequeño me está viendo que ando como un indio.

¿Qué sería de Álvaro Montes si le quitaran el toreo y el caballo?

No sé. Esto es mi vida. Pero quizá me verían en el Dakar, me apasionan mucho los rallies. Hoy soy rejoneador y tengo espíritu aventurero. Si no lo fuera, no perdería ese espíritu.

Por Rodrigo Urrego B. / Especial de Colprensapara El Espectador

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