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¿Tambalea la política "dura" antidrogas?

Hace casi 18 años que descubrimos que tumbar a los carteles de Medellín y Cali no afectó la oferta de cocaína. Hace casi 10 que nos dimos cuenta de que fumigar masivamente tampoco la afectó. Solo durante los últimos 10 años, grupos ilegales y criminales financiados por el narcotráfico han asesinado más de 100.000 personas en Colombia, México y Centroamérica.

ADAM ISACSON*
25 de marzo de 2012 - 08:42 p. m.

Las políticas durísimas contra las drogas se originaron en Estados Unidos durante los años 80 y 90, pero ahora el tema no es de primer plano en este país. En 1990, durante el auge de una ola de delincuencia alimentada por las drogas, la encuestadora Gallup encontró al 37% de la población estadounidense identificando a las drogas como el principal problema que enfrentaba el país. Ahora ese porcentaje es menor al 0,5%. De hecho, el tema pocas veces ha aparecido en los debates de los candidatos presidenciales de 2012, 2008 ó 2004.

La caída de la urgencia del tema significa que ahora hay más espacio para sostener una conversación sobre políticas antidrogas alternas. Aunque la propuesta nunca saldrá del gobierno. En varias localidades de EE.UU. las actitudes están cambiando. En muchas ciudades ya hay acceso a la marihuana medicinal y en 2010 el 46,5% de los votantes de California apoyó su plena legalización.

En América Latina, el aumento del espacio para la discusión de alternativas se refleja en las llamadas de expresidentes —y algunos presidentes actuales— a favor de un debate sobre la descriminalización. ¿Para dónde va todo esto? No está claro todavía, porque los líderes reformistas de la región no han especificado mucho sus propuestas. Un escenario probable es que haya más movimiento hacia la descriminalización de la marihuana y más tolerancia a la “dosis personal” en varios países.

La descriminalización de otras drogas más “duras” o adictivas (cocaína, heroína, metanfetaminas) sería más difícil debido a la suposición de que más acceso a ellas causaría peores daños que la prohibición. Lo que falta saber es cuántas personas adicionales abusarían de una droga si se legalizara. Esto, quizás, se podría modelar estudiando políticas alternativas en los próximos años.

VICENTE FOX

Presidente de México entre 2000 y 2006. Tras su salida de la jefatura de Estado creó un centro de estudios, museo y biblioteca (Centro Fox), en donde se imparten talleres de formación y diplomados en diferentes áreas. Ha sido una de las voces líderes de América Latina para remarcar la necesidad de reorientar la política de lucha contra las drogas y promotor de la legalización de la producción y el consumo.

1. Legalizar, buena opción

Debemos salir de la trampa de violencia en que estamos, al menor costo posible. Legalizar es una salida y contribuiría a separar definitivamente los dos planos que se derivan del tráfico: violencia y crimen, por un lado, y salud, por el otro. Es la hora de actuar.

2. Aumento de la tolerancia

Anteponiendo en primer término el valor fundamental de la paz, la concordia, la certidumbre y la legalidad, todos los países se ven precisados a manejar un margen de tolerancia y al tiempo poner en manos del Gobierno presupuestos para informar, educar y prevenir.

3. Recuperar a los jóvenes

Cuando lo que hemos hecho no da resultado, es momento de intentar cosas nuevas. Sólo en México, en los últimos seis años la lucha contra las drogas ha dejado más de 40.000 muertos. Debe haber una apuesta por rescatar a los miles de jóvenes que hoy andan en el camino equivocado y que son en buena medida el futuro del país.

4. Crecimiento económico

La prohibición deja ganancias millonarias en manos de criminales y corruptos. Cambiar el enfoque es necesario para que este flujo de dinero quede en manos del Gobierno y así retornar al crecimiento económico y la generación de nuevas alternativas. Legalizar termina con “el mercado negro”.

5. Libre albedrío

Casos como los de Holanda y Portugal son buenos ejemplos. Legalizaron el consumo y lograron la disminución no sólo del crimen, también del propio consumo. Los gobiernos deberán permitirnos administrar con responsabilidad nuestras libertades.

HAMID GHODSE

Presidente de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes. Es de nacionalidad iraní y médico de profesión, aunque con múltiples posgrados en psicología, psiquiatría, filosofía y política internacional, cursados en su mayoría en el Reino Unido. Cuenta con más de 40 años de experiencia en el estudio de sustancias y adicciones. Es miembro de la junta desde 1992.

1. Alianza global

El mundo sólo tendrá éxito en la lucha contra las drogas si se coopera mucho más de cerca, practicando el principio de responsabilidad compartida, en la implementación de un equilibrio entre la oferta global y las medidas de la demanda.

2. Información renovada

Es importante que las autoridades nacionales lleven a cabo encuestas periódicas sobre el abuso de drogas, para mantenerse al tanto de los nuevos desarrollos. Por ejemplo, el abuso de medicamentos recetados es ahora un problema emergente.

3. Prevenir y rehabilitar

Los Estados están obligados a atender el abuso de drogas, la prevención, el tratamiento y la rehabilitación, compensados con medidas de reducción de la oferta. La reintegración es la clave para conseguir individuos que vuelvan a las comunidades a llevar una vida sana, libre de drogas.

4. Apoyo de la OMS

La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes recomienda que las tendencias en el abuso de sustancias deben estar estrechamente vigiladas por los gobiernos y que la información sobre nuevas sustancias de abuso se transmitan a la Organización Mundial de la Salud.

5. Legalizar es inviable

La proporción de los delitos relacionados con el consumo de alcohol es altamente significativa. La legalización de las drogas no es una opción, no reduciría el tráfico ni la delincuencia organizada. El intercambio de información entre las autoridades policiales es esencial.

* Director del programa para la Política de Seguridad Regional, perteneciente a la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA).

Por ADAM ISACSON*

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