Un aliado para la economía

La sostenibilidad no es un obstáculo, sino lo que necesita el mundo para generar mejores realidades.

Nicolás Valbuena
25 de julio de 2021 - 02:03 p. m.
Lightbulb is located on the soil, plant are growing.Renewable energy generation is essential in the future
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Foto: Getty Images/iStockphoto - Galeanu Mihai

Si miramos el mundo actual con una perspectiva histórica de lo que ha sido la vida de los humanos en los últimos siglos, es plausible afirmar que vivimos mejor que nuestros antepasados. Los niveles de pobreza mundial, hasta antes de la pandemia, se encontraban en un mínimo histórico.

Según los datos recogidos por el Banco Mundial, el porcentaje de la población que vive en situación de pobreza extrema, es decir, con menos de US$1,9 al día, pasó de ser 44 % en 1981 a tan solo el 10 % en 2015.

En la mayoría de los lugares del mundo se espera que las personas vivan por más tiempo que sus ancestros. En este contexto, solo en Suramérica la expectativa de vida promedio pasó de ser de 51 años en 1950 a 75 en la actualidad. Un aumento que se debe también a la rápida caída en las tasas de mortalidad infantil.

En la mayoría de los casos, estos progresos históricos han estado acompañados de crecimiento económico. Por ejemplo, a finales del siglo XX y principios del siglo XXI países como China y los denominados cuatro tigres asiáticos -Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwán- presentaron tasas de crecimiento excepcionalmente altas y fueron los líderes en reducción de pobreza en el mundo.

Este y otros casos generaron un consenso alrededor de una aparente relación de causalidad entre economía y bienestar social. Surgió un paradigma de globalización neoliberal guiada por el mercado, como lo describe el profesor de Harvard Michael Sandel, que ha sido promovido desde los ministerios de Hacienda a escala global en las últimas décadas.

Sin embargo, la promoción irrestricta de dicho paradigma ha llevado a una degradación ambiental del planeta que no tiene precedentes, así como a la conformación de sociedades cada vez más desiguales.

Externalidades que no deberían ser interpretadas como meros efectos secundarios del paradigma, sino como un impedimento a que el mismo cumpla con su promesa de una constante mejora en la calidad de vida.

Los cada vez más recurrentes fenómenos medioambientales producto del cambio climático, como la reciente ola de calor en el sudeste canadiense o las sequías y temporadas de incendios forestales en California, tienen efectos adversos en la agricultura y más industrias, así como en los sistemas de protección social y, por ende, en el agregado económico.

El desarrollo sostenible, con la agenda global de 17 objetivos promovida desde Naciones Unidas, propone una alternativa a esta visión unidireccional del desarrollo al procurar un balance entre las dimensiones económica, social y medioambiental.

Jeffrey Sachs, reconocido economista y uno de los pioneros de esta idea desde la Secretaría de la ONU, lo describe como “el nuevo paradigma o centro de gravedad de la economía mundial en el siglo XXI”. Este no busca que se deje de lado el crecimiento económico, sino por el contrario, que sea viable en el mediano y largo plazo al garantizar que sea justo, equitativo y sostenible con el medioambiente.

En esta línea, a principios de la pandemia, se habló de la existencia de un dilema entre garantizar la estabilidad económica o proteger la salud de los ciudadanos. Luego de unos meses se hizo evidente lo erróneo que era plantear la discusión siquiera en esos términos. Poner a la población en una situación de riesgo por garantizar el funcionamiento de la economía, además de ser éticamente cuestionable, traería repercusiones económicas muy grandes.

Con la protección del medioambiente y el fomento de políticas inclusivas la lógica es la misma. Solo podemos garantizar una constante mejora de la vida de los demás si realmente protegemos la casa común que habitamos y promovemos sociedades más justas y menos desiguales.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) ofrecen un marco teórico, pero también práctico, para avanzar en este sentido. Algunos hitos recientes como que se esté volviendo más barato producir energía por medio de paneles solares frente a la quema de combustibles fósiles, es un ejemplo de soluciones sostenibles con sentido económico en la actualidad.

Aún falta mucho por hacer, pero los ODS ofrecen una hoja de ruta supremamente útil para procurar crecimiento económico dentro de los límites planetarios y seguir disfrutando de progresos históricos en los próximos años.

* Economista miembro del Centro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para América Latina y el Caribe de la Universidad de los Andes.

Por Nicolás Valbuena

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