Juan, Gustavo y Dulce: una orgullosa familia homoparental

Hace dos años, Juan David Arango y Gustavo Arboleda pudieron darle el primer abrazo a su hija Dulce María. Hoy, ellos son familia gracias a la adopción y su hija de siete años se siente profundamente orgullosa de decir que tiene dos papás. Esta es su historia.

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Mariana Escobar Bernoske
27 de junio de 2024 - 07:00 p. m.
Juan David Arango (izq), Dulce Maria y Gustavo Arboleda.
Juan David Arango (izq), Dulce Maria y Gustavo Arboleda.
Foto: Archivo Particular
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El día en que Juan David Arango y Gustavo Arboleda vieron la foto de su hija, Dulce María, dicen que entendieron a qué se refiere la gente con “el amor a primera vista”. Sí, suena cliché, pero es que no encuentran más palabras para explicar la explosión de emociones y sentimientos que tuvieron. “¿Quieren continuar con el proceso de adopción?”, les preguntaron. No había otra respuesta que un unísono y contundente sí.

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Tanto Gustavo como Juan David coinciden en que siempre quisieron casarse y ser papás. Sin embargo, también aseguran que asumirse abiertamente como hombres gais fue, en algún momento, pensar que nunca iban a poder cumplirlo, en especial, el tema de la paternidad. “Para mí salir del clóset era directamente proporcional a cancelar ese sueño que tenía incluso desde niño, lo veía demasiado lejano”, dice Juan David, quien tiene 31 años y es comunicador social.

“Era un sueño con frustración porque yo no estaba dispuesto a ocultarme. Ser papá es una tarea difícil y, por eso, siempre quise que esa formación fuera en familia y con mi esposo”, comenta Gustavo de 43 años. En 2015 todo cambió, la Corte Constitucional emitió un fallo que les abrió la puerta a las parejas de personas del mismo sexo para que puedan adoptar en iguales condiciones que cualquiera. “La sentencia visibiliza a las parejas homoparentales y es un hito que efectivamente impacta de manera positiva. Y yo pensé ‘wow, sí se puede, ahora me falta es con quién’”, añade entre risas Gustavo que es abogado.

Están juntos desde hace siete años, se casaron a principios del 2020 y de inmediato  tomaron la decisión de iniciar el proceso de adopción. Pero, como llegó la pandemia, tuvieron que esperar. Aprovecharon el tiempo para buscar información, se pusieron en contacto con Diego Sánchez y Michael Larcher, la primera pareja de hombres que adoptó en el país, y trataron de resolver todas sus dudas. En diciembre de 2020 radicaron formalmente ante el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) su solicitud.

Como explica Juan David, muchas personas no saben que la adopción es para restablecer los derechos de los niños, niñas y adolescentes a tener una familia. Adoptar no es un proceso para cumplir el anhelo de ser padres o madres, todo lo contrario, “no buscan niños a los papás, sino la familia idónea a los niños”, dice Juan David. En el país el ICBF es la única entidad encargada de este proceso, si bien existen instituciones privadas que están autorizadas para realizar adopciones – las cuales cobran por sus servicios – al final es el ICBF quien asigna las familias para los menores.

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Según cifras de la entidad, entre 2020 y lo que va recorrido de 2024, recibieron 4.795 solicitudes para iniciar procesos de adopción, de estas 3.889 siguen en curso. El proceso es igual para todas las personas, independiente de su orientación sexual, y durante este se verifica que cada pareja o persona que desee adoptar cumpla con los requerimientos y además sean “perfectos” para las necesidades de los y las menores. Durante estos cuatro años, 4.223 niños, niñas y adolescentes fueron adoptados.

En el caso de Gustavo y Juan David, cuando les dijeron que podrían ser papás de una niña de cinco años y les entregaron la carpeta con toda la información de Dulce María, ellos sintieron que desbordaban amor. “No nos cuestionamos ni un solo segundo de que si queríamos que ella fuera nuestra hija. La pregunta fue ‘¿ella sí querrá que nosotros seamos sus papás?’”, comparte Gustavo. A lo que Juan David añade que, quizás por prejuicios interiorizados, también les preguntaron a los psicólogos del ICBF “¿cómo va a tomar una niña de cinco años el hecho de ser dos papás?”.

Básicamente les respondieron que ese miedo de cómo iba a tomar el ser una pareja gay o las preocupaciones derivadas de que fueran dos hombres criando a una niña, eran “rayones que tienen los adultos”. Les explicaron que los niños no tienen esas preocupaciones y lo que sí tienen es el deseo de una familia. Además, en el caso específico de Dulce María, ella se integraba muy bien con la idea de una familia de dos papás y dos perritos, las Golden Retriever Flora y Frida.

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El primero de abril del 2022, después de un año y dos meses de proceso, Dulce llegó para cambiar por completo la vida de Juan David y Gustavo. Desde ese día, ellos tomaron la decisión de que su hija crecería en un entorno lleno de amor, confianza y respeto. Le han enseñado que no existe un solo modelo de familia y que la diversidad se expresa de muchas formas. En el caso de Gustavo, él dice que la paternidad le ha enseñado a ser menos rígido, tener más paciencia y disfrutar cada oportunidad de juego con su hija. Juan David añade que también le ha enseñado a pedir ayuda y a ver lo importante que es la terapia para los padres, señala que hay que aprender a comunicarse con los niños para saber cómo poner límites y reglas.

Dulce hoy tiene siete años y para ella la familia significa amor, el “vivir juntos con mucha alegría”. Su nombre completo, Dulce María Arboleda Arango, dice que es “el más bonito del mundo mundial” y no duda ni un segundo al afirmar que tiene dos papás. Le gusta la gimnasia, estar con sus amigos, los espaguetis y la pizza. Su color favorito es el azul y así como disfruta jugar con sirenas y unicornios, le encantan los dinosaurios y los carritos.

Ella recuerda que el día que conoció a sus papás sintió mucha felicidad y que les regaló una manzana verde mordida. Aunque Juan David y Gustavo pensaron en ese momento que la manzana era su forma de expresar lo que quería compartir con ellos, dos años después tienen claro que no tenía nada que ver con eso. A Dulce no le gustan las manzanas y ella solo quería deshacerse de ella. Sin embargo, sigue siendo una gran anécdota de ese día en el que por fin pudieron abrazarse.

Les gusta salir de paseo, jugar y hacer planes en familia. Dulce María con su “papá Gus” disfrutan de contarse “chismesitos” y con el “papá JuanDa” hacen podcasts. En uno de los episodios de Jugando al Podcast,  Juan David le pregunta a Dulce que si pudiera pedir tres deseos cuáles serían. Ella los tiene claros: “primero, que ustedes estén muy bien en el cielo; segundo, que mis papás sean muy felices conmigo; y tercero, un carro a control remoto”.  Este es el tipo de respuestas que muestran porqué para ellos su hija le hace honor a su nombre “Dulce” y la describen como una mujer amorosa, espontánea, extrovertida y graciosa.

Ellos tomaron la decisión de compartir en redes su experiencia como familia homoparental por medio de la adopción. Por una parte, para informar y resolver algunas dudas sobre cómo funciona la adopción en el país incluyendo cómo es el proceso para la población LGBTIQ+. Y, por otro lado, porque creen profundamente que mostrarse cotidianamente es aportar “un granito de arena a qué familias como la nuestra se traten normal, como siempre lo hemos dicho, para que nos vean como una familia más”. Y eso lo demuestra Dulce, ella habla con total normalidad e incluso les explica a sus compañeros del colegio que hay muchas formas de ser familia: dos papás, dos mamás, una abuela con su nieto, incluso un solo papá o mamá con su hijo o que hay familias que también son con las mascotas.

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Estos dos años, la familia los describe como un proceso de conocimiento y aprendizaje mutuo en el que cada día ella los está conociendo y ellos a ella. Ha sido también una experiencia en la que han tenido el privilegio de acompañar a Dulce a descubrir cuáles son sus pasiones, miedos, preguntas y ocurrencias.

Para Juan David, Dulce se parece a su esposo en lo “justiciera, es una persona muy orientada a defender a los demás”. Mientras que Gustavo cree que ya no sabe distinguir cuál de los dos, es la persona más expresiva, “le encanta todo este tema de los medios, las cámaras, el jugar. Juan David es súper teatral y ella ya venía con esa chispa que juntos explotan”.

Como papás anhelan que Dulce María sea una niña feliz, una mujer que tenga la posibilidad de ser lo que ella quiera ser. Sobre todas las cosas, esperan que ella tenga la libertad de escoger, de expresarse siempre con libertad, criterio y sin miedo, que encuentre sus pasiones para que pueda disfrutar mucho más la vida y que nunca olvide que nada ni nadie puede decirle cómo amar.

Mariana Escobar Bernoske

Por Mariana Escobar Bernoske

Comunicadora social con énfasis en periodismo y producción sonora/radiofónica. Ha participado en investigaciones sobre Derechos Humanos desde una perspectiva feminista y de género. Tiene estudios en el Centro Latinoamericano de Derechos Humanos y la Universidad de Strathclyde.mescobarb@elespectador.com
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