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¿Qué es un período menstrual incapacitante y por qué está en la consulta popular?

La pregunta por si debería existir en Colombia una licencia por periodo menstrual incapacitante abrió un debate sobre salud y derechos laborales. No obstante, también dejó en evidencia el desconocimiento y los estigmas que aún persisten en torno al ciclo menstrual.

Mariana Escobar Bernoske
09 de mayo de 2025 - 07:20 p. m.
Copa menstrual.
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Foto: Colectivo La Herejía
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La propuesta del presidente Gustavo Petro de incluir una pregunta sobre la licencia por período menstrual incapacitante en la consulta popular sobre la reforma laboral busca, en principio, reconocer y atender las necesidades de salud de las mujeres y personas menstruantes en el ámbito laboral. Sin embargo, ha generado opiniones divididas respecto a su implementación y posibles consecuencias, además de revelar un gran desconocimiento sobre el ciclo menstrual.

Un período menstrual incapacitante se refiere a aquellos casos en los que el sangrado menstrual y los síntomas asociados a este son tan intensos que causan dolor e impiden realizar las actividades cotidianas, incluidas las laborales. Según Cristian Pérez, ginecoobstetra de la Universidad del Sinú, seccional Cartagena, estos casos afectan completamente la calidad de vida y suelen estar relacionados con condiciones médicas como la endometriosis, los miomas, el síndrome de ovario poliquístico o trastornos hormonales.

Para Pérez, un período menstrual incapacitante es aquel que se ubica en la escala del dolor entre siete y diez, cuyos síntomas no mejoran con antiinflamatorios orales y cuyo dolor se agrava paulatinamente cada mes. Algunos de los síntomas asociados son: dolor muy fuerte en el abdomen, la espalda o las piernas; sangrado muy abundante, a veces con coágulos grandes; náuseas, vómitos o diarrea; fatiga extrema, mareos y, en algunos casos, desmayos. Actualmente, los tratamientos disponibles son la toma de analgésicos, tratamientos hormonales y, en los casos más graves, procedimientos quirúrgicos.

“Una cosa es el cólico y otra el dolor. La menstruación no debe generar dolor”, explica el profesional a El Espectador. Por esto, si bien no todos los períodos menstruales son incapacitantes, muchas mujeres y personas con capacidad de menstruar que pueden padecer algunas de estas patologías, no son diagnosticadas ni tratadas oportunamente. Esto está estrechamente ligado al estigma y al desconocimiento sobre el ciclo menstrual, junto con el hecho de que, socialmente, se ha difundido la idea de que el dolor menstrual es “normal” y que, por lo tanto, debe ser soportado en silencio.

Angélica Ramírez, ginecóloga alternativa y terapeuta menstrual, señala que este dolor se ha normalizado por una combinación de factores históricos. “Durante mucho tiempo, el cuerpo femenino ha sido invisibilizado en la medicina, y a los síntomas ginecológicos se les ha dado menos importancia, resolviéndolos sencillamente como: ‘ah, es que es normal, aguántate, es que estás histérica o estás estresada’. Y toda esta carga se ha heredado y nos ha desconectado de nuestro derecho de entender y cuidar nuestro ciclo”, afirma.

La propuesta en debate: ¿licencia o atención integral?

En su momento, la reforma laboral presentada por el Gobierno incluía una disposición para otorgar licencias remuneradas a trabajadoras que experimentan ciclos menstruales incapacitantes, dismenorreas —es decir, dolor pélvico severo— o cuadros de tensión abdominal asociados a la menstruación, especialmente cuando están relacionados con diagnósticos como la endometriosis. Esta medida pretendía “reconocer la salud menstrual como un aspecto relevante en el bienestar laboral y promover la equidad de género en el entorno laboral”.

Ahora bien, esta propuesta ha generado diversas opiniones. Por un lado, quienes celebran la licencia como un avance y paso hacia el reconocimiento de los derechos menstruales en el país. Y, por otro lado, surgen discursos prejuiciosos y estigmatizantes que apuntan a que esta sería utilizada como “una excusa” para trabajar menos, reforzando estereotipos de género y limitando las oportunidades laborales de las mujeres.

“Una licencia mal comprendida puede reforzar prejuicios como que las mujeres son menos productivas o que somos más problemáticas. Pero el problema no es la licencia, sino la falta de una cultura que entienda el ciclo menstrual como una parte natural del cuerpo humano. En el contexto laboral, la idea es que se promueva un derecho al descanso cuando hay un dolor incapacitante, sin que esto implique una discriminación”, argumenta Ramírez en diálogo con este diario.

En este punto coincide Isis Tijaro, antropóloga, investigadora y activista por los derechos menstruales en Colombia. “La vivencia menstrual está llena de conceptos negativos que la invisibilizan socialmente y la convierten en un mecanismo de control político y cultural”. En su opinión, el tema de la licencia menstrual es el único punto de la agenda sobre derechos menstruales que genera controversia, pues hay sectores que consideran esta medida como un supuesto privilegio que se le otorgaría a las mujeres y personas que menstrúan.

Para la experta, lo fundamental es entender que se debe “hablar de salud menstrual, hormonal y ovulatoria” porque referirse únicamente al periodo “es reducir la menstruación a un mero sangrado”. Por eso, aunque aplaude el avance de incluir la licencia menstrual en la agenda pública, advierte que, sin lineamientos claros, puede llegar a ser contraproducente. “¿Qué ocurre cuando la persona va al sistema de salud a solicitar incapacidad? ¿Recibe un diagnóstico y tratamiento adecuado o simplemente le recetan un antiinflamatorio y la devuelven a casa?”, se cuestiona en entrevista con El Espectador.

Asimismo, como enfatizan Pérez y Ramírez, es clave dejar de subestimar los síntomas asociados al sangrado menstrual incapacitante. Por ello, advierten que cualquier política pública relacionada con la salud menstrual debe ir acompañada de formación para profesionales de la salud y empleadores, así como de mecanismos claros para garantizar su aplicación, sin poner en duda la palabra de quienes la solicitan. También señalan que es necesario establecer criterios médicos definidos y protocolos que permitan evitar negligencias.

De esta manera, como concluyen todas las fuentes consultadas por este diario, la existencia de una licencia por período menstrual incapacitante no va a solucionar por sí sola las dificultades que enfrentan las personas que padecen este diagnóstico. Hablar sobre la menstruación nos compete a todas las personas, independientemente de si menstruan o no.

Por eso, señalan que un verdadero avance en materia de derechos menstruales y laborales debería contemplar también una infraestructura adecuada y una educación inclusiva que, juntas, ofrezcan respuestas integrales a las personas que menstrúan. Solo así la licencia dejaría de ser un “pañito tibio” y se convertirá en una medida de cuidado y justicia social, como pretende el Gobierno.

Mariana Escobar Bernoske

Por Mariana Escobar Bernoske

Comunicadora social con énfasis en periodismo y producción sonora/radiofónica. Ha participado en investigaciones sobre Derechos Humanos desde una perspectiva feminista y de género. Tiene estudios en el Centro Latinoamericano de Derechos Humanos y la Universidad de Strathclyde.mescobarb@elespectador.com
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Helga66(40077)09 de mayo de 2025 - 08:19 p. m.
¿Hay hombres que mestruan? Tener cuidado con la redacción porque lo políticamente correcto no puede estar por encima de la ciencia. En esta absurda narrativa terminamos escribiendo la tierra redonda y la tierra plana para tener reconocimiento de los terraplanistas. En la especie humana son la mujeres las que mestruan así se tenga que hacer reconocimiento social y político de una persona que reniege de su género o que quiera ella en su fuero interno ser identificada de manera diferente
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