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Valentina Mahecha, la patrullera que perdió a un hermano en las protestas del 9-S

La relatoría sobre los hechos violentos ocurridos en Bogotá y Soacha, entre el 9 y el 11 de septiembre de 2020, reveló la historia de una patrullera de la Policía que perdió por esos días a su hermano, Freddy Mahecha, tras recibir dos impactos de bala de un arma que habría accionado otro policía.

Redacción Investigación
13 de diciembre de 2021 - 05:00 p. m.
Valentina Mahecha, la patrullera que perdió a un hermano en las protestas del 9-S
Foto: El Espectador

Freddy Mahecha recibió dos impactos de bala durante los disturbios del 9 de septiembre de 2020, en el entorno del CAI de Aures, en la localidad de Suba, al noroccidente de Bogotá. Su hermana es patrullera de la Policía y esa noche no tuvo que prestar servicio en la misma localidad en la que su hermano perdió la vida. Freddy le dijo a su hermana Valentina que ya volvía. Ella se paró delante de la puerta para rogarle que no saliera. “Ya vengo, no me demoro, esté pendiente de la olla”, fueron sus palabras de despedida antes de salir a la calle y no volver.

(Lea aquí todos los detalles, hallazgos y conclusiones de esta relatoría)

El drama se vivió en el Hospital de Suba, repleto de gente llorando y gritando. Valentina Mahecha se desmayó frente a dos enfermeras y cuando pudo reincorporarse no sabía cómo llamar a su mamá, para contarle lo que había pasado. La paradoja del destino. Freddy recibió dos disparos en la protesta. Cuando su hermano Andrés lo recuerda también reclama “cómo puede ser vándalo alguien a quien le gusta la milicia”. La expresión de Andrés Mahecha resume la encrucijada familiar.

En contexto:

“Nosotros tenemos tíos policías, mi abuelo, que en paz descanse, era policía, yo hice papeles para ser policía. Todos en esta familia tenemos cariño hacia la Policía. Freddy no era un vándalo”, insiste Andrés en el testimonio recogido por la relatoría independiente que auspició la Alcaldía de Bogotá, con el apoyo del Sistema de Naciones Unidas para indagar lo que sucedió entre el 9 y el 11 de septiembre en Bogotá, a raíz del estallido social contra el abuso policial en las calles de la capital.

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En medio de los sentimientos cruzados de varios miembros de la Policía entre la familia y una víctima de los sucesos del 9, 10 y 11 de septiembre de 2020, la reflexión es de la madre de la víctima, Ludy, quien concluye: “Yo no voy a pedir la cabeza del policía porque él no se levantó y dijo, yo voy a salir a matar a Fredy Mahecha, lo que sí se necesita saber es quién dio la orden de disparar y quiénes fueron los indolentes que le negaron el auxilio viéndolo herido”. En últimas, la familia solo pide lo mínimo, que la Policía reconozca que se equivocó y que le diga al país que las víctimas del 9 de septiembre no eran vándalos, sino jóvenes trabajadores, repletos de sueños.

(Reviva la transmisión de la entrega de esta relatoría en la Alcaldía de Bogotá)

Aquí un fragmento de la relatoría sobre la historia de Valentina y su hermano Freddy:

“Valentina fue la última que lo vio y quien asumió todo el proceso de ir a reconocerlo muerto en un hospital y el papeleo para llevarlo a Cúcuta para enterrarlo con los suyos. “Ese día él llegó con mirada cansada, triste, le molesté el cabello y se acostó conmigo ahí un rato y estuvimos hablando de cómo fue el día de ambos. Al rato se levantó y me dijo que se iba a poner a hacer el almuerzo, pero se dio cuenta de que faltaban unas cosas para hacerlo. Puso a hervir unas arvejas le volví a preguntar qué tenía y respondió: ‘No, no, nada cansancio’. Él fumaba cigarrillo y me dijo: ‘Ya vengo, Amita, voy a fumarme un cigarrillo’. Le pedí que no saliera, se lo rogué, me paré en la puerta, pero insistió: ‘Sí, sí, voy a fumarme un cigarrillo, compro lo que hace falta del almuerzo y ya vengo y lo termino, en 15 minuticos me lo apaga y yo ya vengo y lo termino’, dijo”, relata su hermana con el ceño fruncido del solo dolor del recuerdo.

Era las 7: 00 de la noche, lo recuerda Valentina porque empezó el noticiero, quien parada delante de la puerta le pidió que no saliera. No le hizo caso y dijo que iba ahí no más. “Ya vengo, ya vengo, no me demoro, está pendiente de la olla”, aseguró, y continúa Valentina en el relato: “Yo lo dejé ir, y eso a veces me hace sentir culpable de su muerte, por haberlo dejado salir, ¿por qué no eché candado a la puerta?, me reclamo en mi cabeza. Yo me acosté y me puse a hablar con mi mamá, contándole lo que pasaba, me preguntó por Freddy y le dije: ‘Mamá, él se fue a comprar lo del almuerzo y me dijo que ya venía’. A las 9 me inquieté. Le dije a mi mamá que Freddy nada que llegaba. Me pareció raro, porque cuando él iba a llegar tarde me decía, además al otro día tenía que madrugar. En la angustia presentí el disparo, sentí miedo de que le hubiera pasado algo, no sé porque la imagen que me llegó fue la de un disparo, cuando me entró una llamada de un número desconocido, contesté y dijeron: ‘¿Usted es la hermana de Mahecha?’

Respondí: ‘Freddy está bien? ¿le pasó algo?’ Contestó de una, a quemaropa: ‘Sí, a Mahecha le dispararon’”. Quien hablaba era un amigo de Freddy. Eran como las 9:30, más o menos. “Me dijeron que llegara enfrente de Centro Suba. Yo estaba en pijama, me puse una sudadera encima, revolqué todo porque no encontraba los zapatos. Agarré la moto y no sé en qué momento llegué a donde me dijeron. Ahí estaban dos amigos de él. Pregunté por mi hermano y me dijeron que Freddy estaba en el hospital de Suba. Nos fuimos para allá y el hospital de Suba estaba repleto de gente llorando, gritando; yo me hice como en una esquina y recé: ‘Diosito, por favor, que Freddy esté vivo, que no le pase nada’, y mi mamá llámeme, mis tíos, todos marcándome. Yo sólo pensaba: ‘Mi mamá’. Le contesté y le dije: ‘Freddy está bien, a Freddy no le pasó nada’. Al tiempo, la gente se alborotó porque le dieron la noticia de que se había muerto el familiar, claro, empezaron a empujar ese portón, se entraron, empezaron a golpear la puerta de urgencias, a gritar, cuando se entraron yo cogí impulso y me fui a preguntar por él”, dice Valentina reviviendo ese instante de zozobra.

Nadie le daba información, le decían que ya, que ahorita., que un momento. Los amigos de Freddy entraron a ayudarle y Valentina por momentos piensa que ellos ya sabían el resultado pero que no se atrevieron a decirle. “En ese momento llegaron los policías porque una de las familias se alteró muchísimo y empezaron a discutir. Entonces yo vi a mis compañeros y me conocieron. Como los ánimos estaban así contra la Policía, entonces yo no los saludé, me acerqué otra vez a urgencias y una auxiliar de enfermería me dijo: ‘¿Usted es policía?’ La miré y dije: ‘Sí, ¿por qué?’, contestó sin más: ‘Entonces si es su hermano el que falleció. Sí es su hermano el que falleció’. Yo me resistí y dije: ‘No, no es él’. Me dijo que fuéramos a reconocerlo porque estaba como N.N. A mí me entró el desespero y empecé a mover las manos; caminé por el pasillo, que fue muy corto, y entré a la sala: ya estaba en la bolsa y fue como verlo acostado, porque le vi los zapatos, la sudadera, el buzo, le soltaron el nudo y preguntaron: ‘¿Él es su hermano?’ Yo me desmayé, yo de una vez me desmayé ahí frente a las dos enfermeras”.

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“Cuando pude reincorporarme, no sabía cómo llamar a mi mamá, no sabía cómo levantar la cara y ser fuerte y decirle. Sentía que todo era culpa mía porque lo había dejado salir. Alrededor eran gritos. Me sacaron del hospital y yo me puse a llorar mucho, y uno de los policías que llegaron era mi jefe. Yo no podía hablar, los mismos amigos le dijeron que mi hermano se murió. Me senté afuera del hospital, ahí en la urgencia me senté y no podía creer que fuera verdad. Decía para mí: no es él el que está ahí, que a él no le podía haber pasado eso. Y sí, la vida no es lo mismo hasta la fecha. Yo digo: ‘¿Por qué? ¿por qué tuvo que pasar todo esto?’ Nunca imaginé estar en una posición de estas. Los amigos me dijeron: Valentina, Freddy ya estaba muy mal, a Freddy lo entramos en un carro y le presionaban el pecho para que respirara y dijo: ‘No me dejen, no me dejen, Valentina’. Yo a él nunca lo dejaba. Ese día no dormí, de ahí para adelante yo no podía dormir, no comía, sólo quería despertarme de este sueño, de esta pesadilla, quería creer que no es verdad. Lo que más rabia me da era que quería recibir un apoyo de la institución, y no fue así”, explica entregada al llanto y al dolor.

No es muy claro por qué Freddy estaba en los alrededores del CAI de Aures. Dijeron los amigos que un Arley le pidió que lo acompañara a buscar un buzo que había prestado y que devolviéndose se encontraron con las manifestaciones. Que trataron de salir de ellas entre cuadras, pero que por todas partes había gente y el ambiente estaba muy caldeado. Cuentan que estaban parados en una esquina tratando de elegir por dónde salir y de un momento a otro llegó un bus blanco y se bajaron varios policías y que empezaron a disparar a los que estaban en esa esquina.

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Dicen que se oyó a los policías decir: “Ellos son vándalos” y dispararon. Una señora que dice haber sido testigo de los hechos aportó diversas evidencias de lo sucedido, entre esas el video de los hombres cargando a Freddy. En un audio se oye a la señora relatar llorando cómo había sido su muerte. Primero, exclama que “¡él no estaba haciendo nada!”. Luego, narra que de un momento a otro llegó un camión de policías y empezó a dispararles directamente a los civiles. Y ahí Freddy recibió dos disparos. Al ver la gravedad del estado de Freddy, y luego de haber intentado resguardarlo en su casa, donde su esposo, un militar retirado, trató de estabilizarlo, pero las heridas eran graves. Entonces la señora afirma que se dirigió a los policías, con los brazos arriba, pidiéndoles que no le fueran a disparar porque llevaban un herido y les exigió que llevaran a Freddy al hospital. Los uniformados se negaron y con desprecio dijo uno de ellos: “Nosotros no ayudamos vándalos”. A los padres de Freddy una de las cosas que más los hace sufrir es la estigmatización hacia su hijo, que no era un vándalo, sino que es una víctima”.

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