Mientras millones de colombianos permanecían bajo las medidas más estrictas de confinamiento para evitar contagios masivos de COVID-19, los grupos y las bandas narcotraficantes hicieron caso omiso a las restricciones y siguieron traficando o sellando pactos mafiosos para continuar abasteciendo al consumo de cocaína en el mundo. Uno de los focos del narcotráfico en Colombia este año y en los últimos ha sido el suroccidente de Colombia, en donde los grupos armados y narcotraficantes se disputan violentamente el control de los cultivos ilícitos y las rutas de salida de la droga con destino a Centroamérica, Estados Unidos y Europa.
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El municipio que peor lo pasa, de lejos, es Tumaco, en donde el frente Óliver Sinisterra y los Contadores controlan y se disputan el negocio de la cocaína. Un tercer actor en disputa son las Guerrillas Unidas del Pacífico, a las que en octubre pasado la Armada les decomisó dos toneladas que iban a ser entregadas a un cartel mexicano. En ese momento, esa fuerza armada señaló que en lo corrido del año se habían decomisado 132 toneladas de cocaína. Como reveló este diario ese mismo mes, uno de los tres narcotraficantes que controla el envío de droga en esta zona es alias Cachano, un narco invisible que en el pasado trabajó con el cartel del norte del Valle y que está en la mira de la DEA.
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Según fuentes de la Fiscalía, Cachano es uno de los hombres que se sientan directamente con los representantes de los carteles mexicanos, que entran por la frontera con Ecuador y a quien ya las autoridades le pisa los talones. Otro de los narcos poderosos en Nariño es la denominada Dama del Pacífico, una mujer que por el contrario aún no tienen identificada físicamente ni su nombre. Sin embargo, las investigaciones de la Policía señalan que su droga llega a manos del cartel de Jalisco Nueva Generación, el grupo criminal liderado por alias el Mencho, uno de los criminales de vieja data más poderosos de México y que hoy está enfrentado con el cartel de Sinaloa.
Aunque este último es el cartel que tiene los negocios pactados en esta zona, el de Jalisco Nueva Generación viene ganando terreno. Además de la Dama del Pacífico, hay otra dura del narcotráfico que saca droga por este departamento azotado por las mafias. Se trata de alias Señora Cero, la cual fue esposa de un temido narco y despacha sus negocios desde Medellín. Esta mujer, de 50 años, es otra de las que empezaron a traficar con el cartel de Jalisco en junio de 2020, luego de una reunión en Cali de alto perfil criminal, a la cual asistieron representantes de alias Otoniel (líder del Clan del Golfo o Agc) y de otras redes de narcotráfico.
Sobre Dairo Antonio Úsuga, como realmente se llama Otoniel, lleva más de un lustro siendo el hombre más buscado por las autoridades. En ese tiempo se sabe que su principal bastión es el Urabá, lugar de donde es oriundo (Necoclí, Antioquia) y en el que también delinquió mientras fue parte de los paramilitares de los hermanos Castaño en los noventa y los 2000. Este año, las autoridades lo dejaron sin dos de sus fichas claves en el narcotráfico: alias Pueblo y Tavo. El primero murió durante un operativo de las Fuerzas Especiales de la Policía en agosto de 2020, mientras celebraba una fiesta en Mutatá (Antioquia) y en plena pandemia. Era considerada la ficha de Otoniel en esta subregión entre Chocó y Antioquia.
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El segundo fue capturado a finales de abril pasado en Cereté (Córdoba), señalado de ser el coordinador de Otoniel para los envíos de cocaína desde las costas de Córdoba, Sucre, Bolívar, Atlántico, Magdalena y La Guajira hacia Estados Unidos y países de Europa y Centroamérica. El pasado criminal de alias Tavo confirma que dentro de las filas de Otoniel hay un origen paramilitar y de la Oficina de Envigado: estuvo bajo el mando de alias Ramón Isaza en el Magdalena Medio, posteriormente integró el bloque de los Montes de María y luego manejó una oficina de cobro en Cartagena de alias Diego Vecino y Juancho Dique. También fue mano de alias Valenciano, antigua cabeza de la Oficina de Envigado.
Sobre este último grupo criminal, fundado por Pablo Escobar en los años 80, las autoridades también capturaron a una de sus principales cabezas: alias Servi, una de las cabezas del cuerpo colegiado de la Oficina y primo del narcotraficante alias Fritanga. Hace un par de semanas, las autoridades lo capturaron ya que el gobierno de los EE.UU. lo requiere por delitos de narcotráfico. El otro que también es pedido por una corte gringa es el Señor T, un narco que permaneció bajo la sombra durante tres décadas y que en el pasado se alió con el cartel de Medellín y hasta el momento de su captura (enero de 2020) era socio del cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNC).
Además de Gentil Duarte, jefe de una de las disidencias de las Farc, otro que aprovechó este 2020 para expandir sus redes de narcotráfico fue Iván Márquez, quien estaría en disputa con el primero por varios territorios. Por ejemplo, y como reveló este diario, Márquez llegó al sur del Meta, considerada una de las subregiones que controla el frente Primero de ese grupo criminal que se apartó de los Acuerdos de Paz en junio de 2016. Además, la gente de Márquez estaría sacando la droga por Venezuela y tendría fichas en el sur de Huila, Arauca, Norte de Santander, La Guajira, entre otras regiones claves, para el tráfico de cocaína para venderla a los mexicanos.
A Meta también llegó uno de los hombres de confianza de “Otoniel”. Se trata de alias “Aquiles”, un antiguo miembro del bloque Centauros de las Auc que fue capturado esta semana. La Dijín señala que llegó a ese departamento en noviembre pasado junto con 40 hombres del Clan del Golfo y desde allí coordinaba una ruta de tráfico de drogas por el río Meta hacia el Orinoco, y que conectaba con Venezuela. Investigadores de la Dijín le dijeron a este diario que “Aquiles” se movía entre los municipios de Cumaral, San Martín y Barranca de Upía. Los seguimientos que le hicieron también daban cuenta de que tenía reuniones clandestinas en el Urabá con el propio “Otoniel” y “Chiquito malo”, otro duro del narcotráfico.
“Desde los Llanos Orientales se encuentra articulando un plan de consolidación del Clan del Golfo en Cúcuta (Norte de Santander), como eje principal para la dinamización de actividades de narcotráfico en la región del Catatumbo y la frontera con Venezuela. Recientemente, este cabecilla habría realizado alianzas con la desarticulada estructura de los Rastrojos para confrontar al grupo de los Pelusos (un reducto de la guerrilla del Epl) y retomar la ruta hacia Venezuela. “Aquiles” efectuaba desplazamientos desde Villavicencio hacia Cúcuta para movilizar armamento y entregar dinero para incrementar la confrontación y homicidios en esta zona”, señaló una fuente de la Dijín.
Pero a Colombia no solo llegan las mafias desde México. Un reciente patrón que encontró la Dirección Antinarcóticos de la Policía fue que, en pocas palabras, las mafias europeas tienen segmentado el mercado ilegal colombiano de la cocaína. “Por ejemplo, los holandeses que llegan a buscar contactos suben a la Costa Caribe, los ingleses se quedan en Bogotá o cogen para Medellín, y los mafiosos que provienen de los Balcanes bajan a los Llanos Orientales. Sin embargo, la pulpa, lo grande, queda en manos de los mexicanos que viajan a Nariño, Cauca o el Catatumbo”, concluye un oficial antinarcóticos de la Policía.