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Desde septiembre de 2005 no se tenía información sobre el oficial retirado del Ejército Jorge Humberto Victoria, más conocido en los expedientes judiciales con el alias de Capitán Victoria, pues fue mano derecha del líder paramilitar Carlos Castaño en la expansión de ese grupo criminal en los Llanos Orientales. Incluso, fue condenado por el papel logístico que cumplió en la masacre de Mapiripán, perpetrada en julio de 1997. El Espectador conoció información reciente sobre su círculo cercano a raíz del masivo hackeo que sufrieron miles de correos electrónicos de la Fiscalía General, en la que quedó expuesta información delicada sobre todo tipo de procesos al interior del búnker.
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Dentro esa grave filtración, de la que la administración de Francisco Barbosa no ha dado ninguna explicación, este diario encontró que, desde mayo de 2022, el ente investigador le sigue los pasos a un socio del Capitán Victoria, quien lideró entre 1998 y 2001 el temido bloque Centauros de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc). Se trata de Wilson Muñoz Ávila, quien apareció en el radar de la Fiscalía por las alertas que recibió su Unidad de información y Análisis Financiero tras varios y millonarios movimientos bancarios que no corresponden a su perfil financiero.
Además de sus extraños movimientos bancarios, la Fiscalía inició sus investigaciones contra Muñoz Ávila por otros dos factores. Primero, por su cercanía con el Capitán Victoria y otros exparamilitares como Ramiro Tuberquia Manco. Y segundo, porque en un proceso penal una de sus cuentas aparece como beneficiada con un millonario desvío de recursos públicos. Resulta que 243 millones de pesos, que la Alcaldía de Neiva le debía al Ministerio de Defensa como excedente del pago del impuesto predial de dos predios donde se encuentra la Novena Brigada del Ejército, terminaron en los bolsillos de Muñoz Ávila.
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“El perfil financiero de Muñoz Molina, la desproporción entre este y sus movimientos tributarios y financieros. El vínculo de una de sus cuentas bancarias con un delito contra la administración pública y los vínculos de dicho ciudadano con personas que pertenecieron a grupos criminales, son motivos fundados que permiten inferir la posible comisión de conductas punibles de lavado de activos y enriquecimiento ilícito por parte de Muñoz Ávila”, dice uno de los documentos encontrados por este diario al hackeo de la Fiscalía.
Dentro de las investigaciones, la Fiscalía estableció que Muñoz Ávila figura como representante legal de la sociedad Bricks Constructions & Proyectos Inmobiliarios SAS, la cual ha registrado, entre 2005 y 2018, ser propietaria de 44 inmuebles en Medellín Chigorodó, Carepa, Bogotá y Cartagena. Además, el ente investigador, encontró que tiene movimientos “inusuales” de dinero en sus cuentas bancarias cercanos a los 6.000 millones entre 2014 y 2018. En 2017, dice la Fiscalía, que Muñoz Ávila intento hacer una consignación por más de 1.000 millones en un entidad bancaria, pero fue rechazada por esta al ver que Muñoz no pudo justificar que tenía un origen legal.
El historial del Capitán Victoria
De acuerdo con los expedientes judiciales, a inicios de los años noventa, el capitán Victoria fue el enlace de los hermanos Castaño con militares activos que terminaron en las filas de los paramilitares. ‘Raúl’ se desmovilizó con el Bloque Centauros en el 2006. Entre 1998 y 2001, este lideró la parte militar del temido Bloque Centauros de las Auc, del que luego fue relevado por Miguel Arroyave, alias Arcangel o el Químico.
Victoria ingresó en 1988 a los Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá, ACCU, bajo el mando de Fidel Castaño Gil. En 1990, después del proceso de paz con el EPL, contribuyó a que una facción disidente de esa guerrilla se integre a Los Tangueros Escopeteros, grupos que sirvieron de base para las ACCU. Así mismo, estuvo en calidad de cabecilla en las masacres conocidas como de La Picota, 6 de julio de 1998; El Anzuelo, 8 de noviembre de 1998 y las de Caño Blanco del 24 de noviembre de 1997 y 4 de mayo de 1998.
Victoria hizo parte del Ejército desde 1974 hasta 1987, pero, según su relato a la Fiscalía, se metió en el mundo criminal con los Castaño porque era bien retribuido económicamente. Su tarea era ser el enlace de las Auc con los militares en aquellas zonas donde los paramilitares pretendían expandirse territorialmente. Tras la muerte de Fidel Castaño en 1994, Victoria dijo que fue enviado al Valle del Cauca donde estuvo con el grupo a cargo de alias ‘El Alacrán’. Después de que el ‘Alacrán’ se entregó a las autoridades, fue enviado a Montería, Córdoba, como escolta de Sor Teresa Gómez, hermana de crianza de los Castaño y que hizo parte de la estructura paramilitar.
Aunque en registros de prensa aparece que Victoria se desmovilizó en 2006 con el bloque Héroes del Llano en Casanare, también figura que estuvo prófugo de las autoridades hasta 2011, cuando se entregó a las autoridades para dar versión libre sobre la masacre de Mapiripán, en la que fungió como logístico de la muerte de un número indeterminado de civiles. Desde ese momento, no se había conocido mayor información de Victoria, quien ahora reaparece en el radar de la Fiscalía General.
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