“El perdón se le debe a toda la sociedad”: madres de los “falsos positivos”

Con la emblemática pregunta “¿Quién dio la orden?”, las madres de los “falsos positivos” recorrieron universidades y organizaciones defensoras de derechos humanos en los Estados Unidos. Esto dijeron en EE. UU. durante el llamado #MafapoWorldTour, que continuará este 2023 por Europa.

Leonardo Gil Gómez*, especial para El Espectador
17 de enero de 2023 - 09:37 p. m.
Jacqueline Castillo, representante de las "madres de los falsos positivos" cuenta su historia a un grupo de estudiantes en Northwestern University.
Jacqueline Castillo, representante de las "madres de los falsos positivos" cuenta su historia a un grupo de estudiantes en Northwestern University.
Foto: Leonardo Gil Gómez, especial para El Espectador

En una pausa entre presentaciones, Jacqueline Castillo camina por un muelle sobre el lago Michigan, en Northwestern University. Los rascacielos de Chicago aparecen diminutos al sur, como sombras flotantes. De esta ciudad vecina al lago, Jacqueline conoce la lucha de madres como ella contra la violencia del Estado, la pobreza y la segregación. La visita al lago es breve: el viento arrecia y quedan pocas horas de luz. Al anochecer, hablaremos del trabajo con el teatro Cenit y la Comisión de la Verdad, y de los casi quince años de lucha de la Organización Madres de los “Falsos Positivos” de Colombia - MAFAPO.

El viaje a Chicago hace parte del #MafapoWorldTour, una gira que busca apoyo internacional para su lucha por la verdad sobre las ejecuciones extrajudiciales perpetradas por el ejército. Con la emblemática pregunta “¿Quién dio la orden?”, la representante de MAFAPO visitó universidades y organizaciones defensoras de derechos humanos en Washington, San Diego, Los Angeles, Boston y Chicago. En el 2023, esperan continuar la gira por Europa.

Desde el 2008 MAFAPO ha pasado por varias etapas: el gobierno de Uribe que propició la doctrina de conteo de cuerpos y negó las ejecuciones extrajudiciales; luego su ministro de defensa se hace presidente y firma la paz; y fruto de ese acuerdo se crean la JEP, que está juzgando a los militares involucrados, y la Comisión de la Verdad. ¿Cómo han cambiado las condiciones para MAFAPO en estos años?

Primero fue sacar nuestros casos de la Justicia Penal Militar porque sabemos que los jueces en la Justicia Penal Militar se tapan con la misma cobija. Llevarlos a la justicia ordinaria no fue fácil. Llegar a esas audiencias donde muchas veces los militares no llegaban, el abogado no llegaba o decía que estaba enfermo, o por algún motivo aplazaban las audiencias. En el caso de mi hermano ni siquiera tuvimos audiencia de imputación de cargos. En las audiencias en justicia ordinaria no podíamos preguntar nada. Hablaban de nuestros familiares como criminales o guerrilleros y podían decir lo que querían y no teníamos derecho ni a respirar.

Conocer la verdad se ha tornado lo más importante, más que una condena ejemplar. Conocer por qué sucedieron estos hechos y saber quién dio la orden de cometer estos crímenes”.

Jacqueline Castillo

Hasta cuando en los acuerdos de La Habana fue creada la Justicia Especial para la Paz. En un comienzo, la esperanza era tener una condena ejemplar. Tengo que reconocerlo, teníamos mucha rabia. En la JEP vemos la gran importancia que le dieron a la voz de las víctimas. Y ha sido importante que seamos escuchadas, que podamos preguntar lo que queremos escuchar. Un proceso en el que conocer la verdad se ha tornado lo más importante, más que una condena ejemplar. Conocer por qué sucedieron estos hechos y saber quién dio la orden de cometer estos crímenes.

¿Podrías hablarnos del concepto de verdad plena? En las audiencias de la JEP esta fue una petición directa de las víctimas frente a las declaraciones de los militares.

Siempre hablamos en la JEP de que necesitamos tener una verdad plena. Si voy a contar mi verdad no necesito tener ningún documento para leerla. Sucedió con muchos de los comparecientes. Tenían documentado lo que debían decir, hasta dónde lo debían decir y cómo lo debían decir. Eso deja de ser la verdad plena.

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Tengo que reconocer el gran trabajo de la JEP. Documentar esos 6.402 casos para nosotros mostrar con estas cifras que sí fue una práctica sistemática. Sabemos que son más; nos han contactado familias en muchas regiones. Dicen: “a mi hijo le pasó lo mismo, estoy seguro de que también es un ‘falso positivo’”. Muchas familias no denunciaron porque no tienen recursos o les daba temor enfrentarse al Estado. Nos han contactado militares que quieren contar la verdad. Hace muy poco, cuando la audiencia de reconocimiento público de algunos militares, me contactó un militar involucrado en casos de La Guajira que aún no han sido conocidos. Sabe dónde están muchachos que tal vez sus familias no han encontrado.

No actuó solo el Ejército. Aquí hay vínculos con paramilitares. Aquí está involucrado Medicina Legal, el CTI. Ellos también estaban en capacidad de denunciar, y si no lo hacen, son cómplices”.

Jacqueline Castillo

Sabemos que la JEP está trabajando por regiones y empezaron desde bajos rangos y la idea es llegar a los altos mandos. Pero llegar a ese momento en que el ministro de defensa tuvo que haber tenido conocimiento, el mismo presidente, porque él además fue creador de esa directriz donde de acuerdo a los resultados recibirían beneficios como ascensos, medallas, vacaciones, dinero. Sabemos hoy que no actuó solo el Ejército. Aquí hay vínculos con paramilitares. Aquí está involucrado Medicina Legal, el CTI. Ellos también estaban en capacidad de denunciar, y si no lo hacen, son cómplices. El trabajo es seguir destapando este horror y contribuir a esa verdad y a esa reconciliación que necesitamos.

¿Ha habido algún cambio en la relación con los militares?

Hemos tenido encuentros presenciales con ellos. En el proceso que hicimos con la Comisión de la Verdad con estos comparecientes, algunos de ellos de alto rango que decían “todo fue a mis espaldas. Acepto porque me están imponiendo esos cargos, pero yo no hice nada…”. Pero ya en estas nuevas conversaciones que se hicieron en septiembre, estos comparecientes aceptaron que sí fueron ellos los que ordenaron, ellos buscaban los uniformes, los dineros para pagar supuestos informantes.

Si en justicia ordinaria los teníamos al frente, no sabemos por qué en la JEP los ponían en [una sala espejo en] otro cuarto. Es importante que la persona que nos causa daño la tengamos al frente y nos mire a los ojos y entender la situación del otro. Haber estado con ellos y escuchar la situación que han vivido, cómo dañaron su vida, las de sus familias. Tampoco es fácil para ellos verse en televisión como asesinos; cuando van a la calle tienen que disfrazarse porque son reconocidos.

Es importante que la persona que nos causa daño la tengamos al frente y nos mire a los ojos y entender la situación del otro”.

Jacqueline Castillo

¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar con la Comisión de la Verdad?

Cuando yo las conocí, las madres eran bastante frágiles, casi no podían hablar en ningún espacio porque el dolor no les permitía. Sin embargo, ellas decían que no les gustaba ser terapiadas en psicología. Y haber logrado con la Comisión trabajar esta parte psicosocial casi trece años después, llegar al punto de estar en una misma mesa con varios de los comparecientes involucrados en las muertes de nuestros familiares, compartir un almuerzo, contribuir a este informe que entregó la Comisión. Este Informe sería importante que siempre esté en colegios y universidades, y se conozca la historia de ese crimen tan atroz.

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Sin embargo, tengo que decirlo, nos dolió hace dos meses que el padre De Roux, que trabajó tanto tiempo con nosotras hablando de los crímenes de Estado, luego de hacer la entrega del Informe Final, saca un informe diciendo que los “falsos positivos” no fueron una política de Estado. Sí fue una política de Estado y sí fue una política sistemática.

Ustedes han trabajado con artes para encontrar maneras de contar su lucha. ¿Qué cosas han encontrado allí?

En el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación nos dejaron un lugar de encuentro. Allí recibimos jóvenes de colegios, universidades. Las madres empezaron a plasmar sus historias en telas a través de la costura y del tejido. Y fue un espacio donde cada una, y los mismos estudiantes, contribuían a las construcciones de estas escenas. Algunas de las madres se tatuaron el rostro de sus hijos. Nosotras ya a estas alturas de nuestras vidas y pensar en un tatuaje, uno dice: “¡A ver!, eso es como para los jóvenes”. A Doris, que es la única que no ha logrado rescatar el cuerpo de su hijo, le dije: “Doris, ahí lo va a tener para siempre. Va a estar siempre a su lado”, porque ella no quería. Y hoy en día luce sus tatuajes, sabe que su chico está con ella, aunque no se ha logrado rescatar el cuerpo de su muchacho. También a través del teatro, con la Comisión de la Verdad pudimos sacar Develaciones que es realmente impactante: 120 personas trabajamos allí y poder sacar esa rabia, ese odio, ese rencor. Trabajamos en la Universidad Pedagógica con serigrafía donde tallamos también los retratos de los hijos, algo de su infancia, recuerdos que cada una quisiera plasmar.

Hicimos otro proceso, ser enterradas en la tierra, que no fue fácil. Cuando Sebastián Ramírez me contactó y me dijo que querían hacer ese trabajo, yo no le veía sentido. Sin embargo, algunas madres dijeron: “Yo sí quiero hacerlo”. Me tardé unos meses, pero cuando lo hice fue algo bastante sanador. Porque donde encontré a mi hermano fue en una finca, unos terrenos que habían alquilado porque ya no daban abasto ni el cementerio ni Medicina Legal de la cantidad de muertos que había en Ocaña. Se habla de las fosas comunes, ¡yo no sabía qué era una fosa común! Y haberlos encontrado ahí en la tierra, totalmente desnudos sin ninguna cosita que los identificara, echados ahí como perros. Cuando yo me metí en esa tierra y empecé a sentir la tierra que iba cayendo para taparme, vi cómo ellos hicieron esa misma práctica de estar tapando una verdad. Pero luego poderme liberar del peso de esa tierra, salir de allí con más ganas de seguir luchando por esa justicia, por esa verdad, y entender cómo nuestra madre tierra, que es la que da la vida, y nosotras las mujeres somos quienes damos vida... Por eso quedó el libro así titulado: Madres Terra.

Cuando yo me metí en esa tierra y empecé a sentir la tierra que iba cayendo para taparme, vi cómo ellos hicieron esa misma práctica de estar tapando una verdad”.

Jacqueline Castillo

¿Cuáles serían las acciones de reparación colectiva que esperaría MAFAPO ver al final del proceso con la JEP?

Una de las mejores maneras de reparación es en primer lugar que ellos reconozcan que sí cometieron estos crímenes, que no solamente a estas familias les deben el perdón. El perdón se le debe a toda la sociedad. Para mí sería la manera más importante de reparación. Pero hemos pedido que ellos paguen las deudas de los cementerios que tenemos en este momento. Llevamos diez años de deudas. Como son procesos judiciales, los cuerpos no se pueden mover de donde están. Nadie ha respondido quién va a pagar estas deudas y hay muchas mamitas que han pedido préstamos para ir abonando. No es justo que tengamos que pagar. Pedimos que se hiciera un mausoleo que sea construido por ellos mismos y llevar nuestros familiares a ese sitio para que esas deudas se puedan frenar de alguna manera. Hemos pedido que se haga un memorial donde queden plasmados esos 6.402 nombres, aunque sabemos que son muchos más. Pedimos que se hiciera un polideportivo o una escuela, pero finalmente viene a sacar una resolución hace un par de semanas la Justicia Especial para la Paz donde son siete puntos que incluyen que los militares involucrados en estos hechos dictaran cátedras de derechos humanos. Eso nos parece absurdo, y además van a pagarles por dictar esas cátedras. Eso no tiene sentido.

Desde la posesión no hemos tenido ningún acercamiento con ellos, pero tenemos la esperanza de que en este nuevo año vamos a tocar las puertas nuevamente”.

Jacqueline Castillo

Ustedes han hecho activismo contra gobiernos que eran el adversario. Pero ahora tienen un gobierno que en muchos espacios ha sido aliado. ¿Cómo cambia esa relación, qué oportunidades ven?

Varios de ellos fueron nuestros aliados de lucha. Ahora que vino el proceso de reconocimiento y la entrega del Informe, no ha habido espacio de tocar las puertas nuevamente para ver cómo vamos a seguir construyendo este camino de búsqueda de justicia y verdad. Desde la posesión no hemos tenido ningún acercamiento con ellos, pero tenemos la esperanza de que en este nuevo año vamos a tocar las puertas nuevamente. Todos apuntábamos a un cambio y las esperanzas son grandes. Así como en la JEP nos dieron importancia a las víctimas, ojalá el Estado también sea abierto. Sabemos que este logro se debe en gran parte a la lucha de las víctimas. Y espero que nuestro nuevo presidente nos dé el espacio que merecemos y no permita que estos hechos sigan en la impunidad.

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Tenemos en América Latina otros casos donde madres y abuelas se han organizado por la verdad, la justicia, la reparación, la no repetición. ¿Ustedes han estado en contacto con estas organizaciones?

Hemos tenido encuentros en Colombia y Argentina con las Madres de Plaza de Mayo. Ellas llevan más de cuarenta años y son un ejemplo de que podemos seguir ese camino sin perder esa energía con la que empezamos. Estuvimos en un encuentro con madres en Monterrey, México, que querían conocer el trabajo que hemos hecho a través del arte. En Cali tuve la oportunidad de estar en un encuentro con madres de Chicago, de Argentina, de Brasil. Hace uno o dos meses estuvimos en un encuentro con madres de Venezuela que quisieron conocer el trabajo de MAFAPO. Eso fortalece a las madres en muchos territorios y en muchos países donde sabemos que esta violación de derechos humanos sucede frecuentemente.

Los gobiernos federales de Estados Unidos han sido un actor de la guerra en Colombia. ¿Qué significa para ustedes venir a los Estados Unidos, esperan que participen en estos procesos de justicia de una manera oficial, así como han participado de la guerra?

La primera vez que estuve en Washington sabíamos que el Estado [colombiano] había hecho un informe y lo había entregado a Estados Unidos. Hablaban de excelentes resultados. Pero cuando llega una de nosotras acá y cuenta la realidad (en ese momento todavía estábamos en justicia ordinaria): que no avanzaban los procesos, que había casos en los que ni siquiera había audiencia de imputación de cargos, entonces en Estados Unidos dicen “pero esto no fue lo que a mí me entregaron en el informe”. En esa visita hubo el primer recorte de presupuesto de Estados Unidos a Colombia y eso le generó bastante malestar al expresidente Uribe. Cuando vine en la segunda oportunidad a Washington, que tuvimos reuniones en el Congreso, vimos también el resultado del aporte que había de Estados Unidos a Colombia. En ese momento sabíamos que el Estado no quería que la JEP funcionara. Pero había ya un recurso específico para que la JEP pudiera seguir trabajando. Ahora venimos a seguir contando cómo va la situación en el país. Es importante que sepan cuál es la realidad desde nosotros y no desde los informes que entrega el Estado.

* Leonardo Gil es PhD de la Universidad de Northwestern, profesor visitante del Departamento de Español y Portugués en la misma universidad y cofundador y miembro de la editorial independiente Himpar Editores.

@leogilg

Por Leonardo Gil Gómez*, especial para El Espectador

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