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Desde 2019, cuando disidentes de las Farc asesinaron a la candidata liberal Karina García en vía pública del Cauca, el hombre que ordenó ese crimen, Leider Johany Noscué, conocido como Mayimbú, se volvió uno de los más buscados por las autoridades. En un día pasó del anonimato a estar en todos los noticieros y se ofrecían hasta $1.000 millones por información que condujera a su captura. Sin embargo, solo tres años más tarde, en junio de 2022, el poderoso disidente murió en un operativo militar. ¿Por qué la Fuerza Pública tardó más de tres años en dar con su paradero? No solo por la accidentada geografía caucana: de por medio hay sobornos y pagos ilegales.
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Así lo demuestra un informe reservado que la Fiscalía elaboró para analizar el actuar criminal de Mayimbú, documento que forma parte de los miles filtrados por el colectivo Distributed Denial of Secrets y el grupo Guacamaya, que conoció El Espectador. El dossier fue elaborado en mayo de este año (un mes antes de que el jefe disidente muriera) por un investigador del CTI que consignó en 11 páginas las razones por las que este hombre era tan escurridizo para las autoridades. El objetivo era que un juez lo declarara persona ausente -judicializarlo sin estar presente-, pues “se hace casi imposible lograr su captura”, según se lee en el documento.
El informe comienza recordando que las Fuerzas Militares han emprendido acciones contra Mayimbú que incluyen infiltraciones, interceptación de comunicaciones, allanamientos, entre otras operaciones. Y a renglón seguido, asegura que hay tres razones que explican por qué ninguna de esas acciones condujo a la captura del jefe del Comando Coordinador de Occidente, bloque de disidencias que opera en el suroccidente del país, quien seguía órdenes de Gentil Duarte. La primera razón es que la comunidad “por simple miedo resguarda a estas personas al margen de la ley”, según se lee en el documento.
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En segundo lugar, el documento sostiene que un factor adicional es la topografía caucana, “en donde es muy fácil utilizar los corredores de movilidad” para evadir a la Fuerza Pública. Y, finalmente, el informe asegura que Mayimbú y sus disidencias han logrado evadir a las autoridades pagando por información. Bien sea a informantes que tienen en el interior de “organizaciones gubernamentales” o a terceros. Si bien el informe no desarrolla este punto a mayor profundidad, sí pone ejemplos de la tranquilidad con la que se movía por el Cauca quien hasta ese momento era uno de los criminales más buscados.
“Él fácilmente en la mañana de cualquier día puede vérsele en alguna vereda del municipio de Corinto, y fácilmente en horas de la tarde puede vérsele en Suárez, Buenos Aires o Morales”, dice el informe. Entre los dos primeros municipios descritos hay 80 kilómetros y es una de las zonas del país con mayor presencia militar. Además, el documento muestra que Mayimbú, durante el mismo día, podía visitar a su familia -todos viven en Corinto, donde también nació él- y antes de finalizar la jornada podía desplazarse hacia otros municipios donde tiene influencia la disidencia de las Farc que comandaba.
De hecho, el informe de la Fiscalía pone de presente un hecho concreto. Fue el puente del Día del Trabajo de este año, comprendido entre el 29 de abril y 1° de mayo. Durante todo el fin de semana Mayimbú estuvo consumiendo alcohol a la vista de todo el pueblo en el corregimiento de La Playa, en Naya (Cauca), incluso acompañado por uno de sus jefes financieros de confianza, alias Camboya. El jefe disidente, dice el informe, hasta organizó un torneo de fútbol en la cancha principal de la comunidad, mientras sus hombres de seguridad “se encontraban en las partes altas y bajas, garantizando así su total esparcimiento de manera tranquila”, añade el documento.
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Luego de la notoriedad que ganó con el asesinato de Karina García, Mayimbú pudo dar varios golpes más. Por ejemplo, se le atribuye la muerte de un puñado de líderes sociales, como la gobernadora indígena Cristina Bautista. Se le señala también del carro bomba a la estación de Policía de Santander de Quilichao, que en 2019 dejó tres policías muertos y cinco heridos. En total, contra el jefe del Comando Conjunto de Occidente había 22 órdenes de captura vigentes, una millonaria recompensa y muchas expectativas. Pero la Fuerza Pública nunca pudo aprehenderlo.
Cuando lo encontraron, apenas a mediados de 2022, el jefe disidente murió durante un enfrentamiento y, aunque lo identificaron por un tatuaje en su brazo, su cuerpo solo fue recuperado por las autoridades hasta días después. La prueba reina que pudo extraer el Ejército del lugar de la operación fue una pistola 9 milímetros enchapada con oro y grabada con las palabras “Majin Buu”. Y a pesar de que la Fiscalía tiene indicios desde mayo de que hay funcionarios públicos que le vendieron información a Mayimbú para que escapara de las autoridades, hasta ahora nadie ha sido vinculado a una investigación por estos hechos.