¿Cómo explicarle a una madre, que exige justicia por el asesinato de su hijo, que el testigo estrella de ese crimen fue acribillado bajo la custodia del Estado colombiano? Esa es la deuda que, desde el pasado 3 de enero, la Fiscalía y el Ministerio de Justicia nacionales tienen con Maricel Albertini, madre del fiscal paraguayo antimafia, Marcelo Pecci, asesinado en 2022 en Isla Barú. El Espectador contactó a Albertini, a raíz del homicidio en prisión, al parecer en una fiesta con alcohol en su propia celda, del condenado Francisco Luis Correa Galeano, quien había firmado un acuerdo con la justicia para obtener una rebaja de pena a cambio de contar todo lo que sabía del caso. Correa Galeano fue el que planeó, en Colombia, el asesinato y llevó a la condena de hasta seis participantes. Albertini criticó a las instituciones nacionales y contó detalles de lo que sabe del caso.
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¿Cómo tomó la noticia de la muerte de Correa Galeano, quien era líder del grupo criminal Los Paisas y que estaba bajo custodia del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec)?
Correa Galeano era un preso que requería alta seguridad por lo delicado del expediente y, encima, las autoridades penitenciarias le ponen a compartir la celda con un reo que formaba parte de un grupo criminal. Es increíble todo lo que pasó. ¿Cómo es que salen a festejar en el patio con alcohol? ¿Cómo corre alcohol en la cárcel en la noche? Sabemos que esto no es una excepción, porque en muchas cárceles pasa eso. Pero Correa Galeano era un preso muy delicado, como para andar paseando. No prevén nada en Colombia.
Me han llamado medios de todo el mundo para preguntarme qué pasó y no me ha temblado la voz para denunciar tanta ineficiencia. Han sido muy insistentes sobre todo en Argentina, de Uruguay y de Paraguay. Hace poco estaba viendo un noticiero aquí en el país y un experto le estaba bajando la caña a la ministra de Justicia (Ángela María Buitrago), diciendo que hay muchas incógnitas tras el asesinato del reo. Y muchas son de sentido común. Por ejemplo, cómo es posible que se haya trasladado a Correa Galeano de un búnker de alta seguridad, a la cárcel La Picota de Bogotá, en silencio y sin que la ministra de Justicia estuviese enterada.
¿Qué le pediría, entonces, a la ministra de Justicia?
Que ahonden en los esfuerzos. Primero, para llegar a conocer quién ordenó matar a Correa Galeano, pero, sobre todo, el porqué. Y que el peso de la ley caiga sobre todos los involucrados, tanto en el crimen de mi hijo, como en el de Correa. En este punto debo decir que las leyes de Colombia son muy distintas a las de nuestro país. Me cuesta entender que a Correa le le otorgaran el beneficio de sacarle pena por colaborar con la justicia.
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Eso cobra una importancia adicional cuando se tiene que, en mi opinión, Correa realmente no sabía quién era el mandante del asesinato. Si lo supiera, en su momento lo hubiera declarado. Alcanzó a decir todo lo que sabía. Y hasta dijo otras cosas que, de verdad, no sabía. En un momento involucró a un presidente de Estado, que era el expresidente paraguayo Horacio Cartes. Y resultó que solo un reo, que llevaba el alias de presidente y que estaba en la cárcel con ellos anteriormente.
Lo que sí llegamos a enterarnos es que tenía un teléfono donde, al parecer, estaba todo guardado y donde habría información palpable sobre quién fue el que mandó a asesinar a mi hijo. Pero el teléfono nunca apareció o nunca lo entregó, y nunca se supo que pasó. Por otro lado, en mi corazón yo creo que la muerte de Correa fue una venganza del equipo que cayó, quienes quisieron desquitarse de él por lo que habló, por culpa de él cayeron todos los otros.
Están por cumplirse dos años del asesinato de Marcelo Pecci, ¿las autoridades de justicia ya les han dado alguna primera hipótesis de quién ordenó el crimen?
No tenemos ni asomo de quien pudiera ser. Hubo algunas aristas relacionadas con un traficante de droga, pero, nosotros como familia, no tenemos nada en concreto. Y siempre nos quedamos con las cosas que apenas y se dicen, que son muchas. Hace poco salió el tema de que desde Panamá le estaban siguiendo cuando viajó y que fue seguido por redes sociales. Hay una serie de hechos aislados que todavía no hemos podido hilar. Creemos que la gente del hotel en Isla Barú también, en algún momento, pudo estar involucrada en el tema de pasar información a los gatilleros quienes les seguían. No me han avisado si han investigado a la gente del hotel, tampoco.
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¿Cómo la hace sentir la muerte de Correa Galeano?
Yo, honestamente, no voy a ser hipócrita, me siento feliz de la forma en que murió, que fue de la misma forma en que murió mi hijo. Aunque me hubiera gustado que sufriera un poco más, realmente. Lo que él hizo no tiene perdón. Es muy fácil decir que nos pide perdón a la familia, como lo dijo en una audiencia. Por decir esas palabras, la justicia colombiana les rebajó muchos años de pena a todos.
A uno de los hermanos Pérez Hoyos, quienes pusieron la plata, le hicieron una entrevista. Y dijo que, en su momento, quiso hablar y no lo dejaron, y que ya no iba a hablar más, porque quiere vivir y que sus hijos vivan. Qué bien que quiera que sus hijos vivan, pero, entonces, ¿los hijos de los otros que no vivan? Son gente sin sentimientos. Son cosas. Son bestias. No son seres humanos. Uno no puede tener pena de ellos. Yo siempre dije: con la pena de muerte tuvieron que haber pagado.
Para la Fiscalía, desde lo judicial, Correa era una persona valiosa. ¿Les genera algún tipo de sensación de desesperanza por la información que tenía?
Yo voy a hablar por mí, porque no sé qué opina la justicia colombiana y la paraguaya. Para mí, ya dijo todo lo que tenía que decir. Los datos que dio hicieron que todo el clan cayera. (Han sido condenados Wendret Carrillo (tirador), Cristian Camilo Monsalve (marcador), Eiverson Adrián Zabaleta Arrieta (transportador de los asesinos), Gabriel Carlos Luis Salinas Mendoza (conductor de la moto acuática) y Ramón y Andrés Pérez Hoyos (financiadores). Realmente no creo que quedara pendiente alguna cosa.
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¿Cómo la está marcando el sistema judicial colombiano?
Voy a decir algo, aunque no lo crean. El primer viaje que hizo Marcelo, lo hizo cuando tenía dos años. Yo trabajaba en una compañía aérea y fuimos a San Andrés, Colombia. ¿Y cuál fue el último país que le vio a él? Colombia, donde consiguió su muerte. Yo fui la que le dijo a Marcelo que fuera al país de vacaciones, ya había ido muchas veces a Bogotá y a él le encantaba Colombia. Yo también estuve en Santa Marta, Barranquilla, Cartagena, Barú, y también estuve en ese hotel.
Fui yo la que le preparó su luna de miel, porque yo tengo una agencia de viajes. Le dije que era tranquilo, que era hermoso, que ahí iban a estar bien. Imagínate si yo me pongo a pensar que fui yo la que le conduje a él a la muerte, me vuelvo loca, me pego un tiro. Al final me hicieron entender que no era así. Que su destino estaba marcado. Que a él lo iban a ajusticiar en cualquier lado del mundo, en Brasil, Argentina o donde estuviera.
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Independientemente de eso, Colombia es un país hermoso, la gente es encantadora. Por dos, 10 o 15 personas, no puedes decir que el país entero es así. Es muy triste lo que me pasó a mí y a la familia. Perder un hijo es lo más fuerte que te puede pasar, pero el resto de la gente no tiene la culpa de que unos cuantos estén metidos en asuntos criminales.
Usted hace parte de un proceso judicial en el que es víctima y en el que trabajan nuestros funcionarios públicos. ¿Cómo califica el avance de nuestra justicia?
La primera etapa fue excelente y, de hecho, podría definirla como de tiempo récord. En ningún país del mundo se vio una cosa como esta en la que en solo 15 o 20 días se tenía la película completa con cámaras de seguridad, y se tenía localizada a la gente, los autores. Eso fue impresionante, maravilloso, hay que felicitarles por el trabajo que hicieron. Yo creo que, a partir de ahí, la justicia colombiana creyó que la segunda parte le correspondía a Paraguay. Pienso yo. Y yo creo que después de aquel episodio, de la captura de quienes están en la cárcel, se quedaron muy calladitos en la justicia colombiana, no movieron más nada. Agarraron a los que tenían que agarrar y punto final.
¿Qué les diría a nuestras autoridades?
Quiero decirle a la fiscal general y al presidente de la República que pongan el mayor esfuerzo que puedan para dilucidar la situación, con el gobierno paraguayo si es necesario. No solo por nosotros, también por los fiscales de Paraguay, por los fiscales de Colombia, que están expuestos. A cualquiera le puede pasar esto. Y espero que haya un castigo ejemplar para que, Dios quiera, nunca más vuelva a pasar.
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