El senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, quien hoy se encuentra en un pronóstico reservado luego de ser atacado con un arma de fuego el pasado 7 de junio, tenía cinco años cuando su madre, la periodista Diana Turbay Quintero, fue asesinada el 25 de enero de 1991. Luego de permanecer secuestrada durante cinco meses, junto con otras periodistas, la periodista murió en una sala de operaciones en Medellín.
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En medio de un operativo de rescate, Turbay Quintero fue impactada en la espalda con tres balas propinadas por sus mismos secuestradores. La periodista fue secuestrada por orden de Pablo Escobar, quien lideraba en ese momento una estrategia criminal para bloquear el tratado de extradición con Estados Unidos.
Diana Turbay Quintero, hija del expresidente Julio César Turbay Ayala (1978-1982) y de Nidia Quintero, ya se había consolidado como una de las figuras más reconocidas del periodismo colombiano a comienzos de los años 90. Dirigía y presentaba el Noticiero Criptón, editaba la revista Hoy x Hoy y, además, se desempeñaba como interlocutora en acercamientos entre el Estado y grupos armados ilegales, como el M-19.
El 30 de agosto de 1990, apenas tres semanas después de la posesión presidencial de César Gaviria, Turbay Quintero fue secuestrada por el grupo de Los Extraditables, liderada por Escobar e integrada por otros narcotraficantes.
El secuestro de la periodista fue ejecutado mediante una operación cuidadosamente planeada. Los captores la engañaron haciéndole creer que tenía acceso a una entrevista exclusiva con Manuel Pérez Martínez, alias El Cura Pérez, comandante del ELN. Junto con cinco miembros de su equipo periodístico, Turbay salió de Bogotá a bordo de una camioneta, acompañada por hombres que se hacían pasar por guerrilleros del ELN.
El trayecto incluyó un tramo a pie y otro a caballo, hasta llegar a una finca en el municipio de Copacabana (Antioquia). Allí, les revelaron la verdad: estaban secuestrados. Con el paso de los meses, algunos de los periodistas capturados fueron liberados. Pero Turbay Quintero no corrió la misma suerte.
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Su secuestro marcó el inicio de una oleada de plagios ordenados por el narcotráfico con el mismo objetivo de frenar la extradición. En los meses siguientes también fueron secuestrados Francisco Santos, jefe de redacción de El Tiempo; Marina Montoya, hermana del secretario de Presidencia del gobierno Barco, Germán Montoya Vélez; y Maruja Pachón, directora de Focine, cuñada de Luis Carlos Galán.
Sin embargo, el operativo contra Turbay fue el más numeroso: viajaba con un equipo robusto compuesto por los periodistas Azucena Liévano, Richard Becerra y Orlando Acevedo (del noticiero Criptón); Juan Vitta, subdirector de Hoy x Hoy; y el reportero alemán Hero Buss.
Durante días, en las redacciones de Bogotá se pensó que la demora era normal, hasta que el 18 de septiembre de 1990, Hoy x Hoy informó públicamente que su directora estaba desaparecida. Un día después ocurrieron los secuestros de Montoya y Santos. Fue hasta el 30 de octubre que Los Extraditables asumieron públicamente la autoría de los hechos mediante un comunicado en el que aseguraron que tenían a los periodistas como presión para evitar ser extraditados.
A pesar del plagio, Turbay no renunció al periodismo. Llevó un diario de su cautiverio y llegó a entrevistar a Ricardo Prisco, el jefe de sus captores. En esa entrevista, publicada de forma póstuma en 1992, Prisco reveló que llevaban tiempo siguiéndola, pero habían aplazado el secuestro tras el asesinato de Luis Carlos Galán en agosto de 1989.
A comienzos de 1991, casi todos los rehenes ya habían sido liberados, excepto Turbay y el camarógrafo Richard Becerra. Según relató El Espectador en su momento, la Policía recibió información de que Escobar se escondía en una finca en Sabaneta (Antioquia). El 25 de enero, un comando de élite conformado por unos 120 hombres, cinco helicópteros y dos camiones, irrumpió en la propiedad.
No encontraron al capo, sino a Diana y a Becerra, custodiados por cerca de 15 hombres armados. Al escuchar el sobrevuelo de los helicópteros, los captores forzaron a los rehenes a huir a pie por una zona montañosa. “Corrimos durante 15 minutos subiendo una montaña muy difícil. Cada vez que pasaba un helicóptero teníamos que ocultarnos y ponernos los sombreros para parecer campesinos”, relató Becerra.
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Durante la huida, Turbay fue alcanzada por tres disparos. Cayó al suelo gritando: “Me hirieron, me mataron”. Becerra se quedó a su lado hasta que llegó la Policía. Diana Turbay fue trasladada en helicóptero al aeropuerto Olaya Herrera de Medellín y luego en ambulancia al Hospital General de la ciudad, donde fue sometida a una cirugía.
Mientras tanto, en Bogotá, su padre, el expresidente Julio César Turbay, participaba en una reunión con los expresidentes Misael Pastrana y Alfonso López Michelsen, quienes oficiaban como mediadores con Los Extraditables para la liberación de rehenes. A las 4:35 p.m. del 25 de enero de 1991, se confirmó oficialmente la muerte de Diana Turbay.
Su madre, Nidia Quintero, responsabilizó de inmediato tanto a Los Extraditables como al gobierno de César Gaviria. “Tenemos bien sabido que helicópteros se acercaron hoy a la finca donde Diana estaba recluida. ¿Se imaginan ustedes si en una finca donde hay unos helicópteros volando, los iban a dejar vivos?”, dijo esa tarde ante los medios.
Quintero lideró durante años la Fundación Solidaridad por Colombia y creó una beca en memoria de su hija. La muerte de Diana Turbay dejó una marca imborrable en el periodismo colombiano y en la memoria colectiva del país, que hoy, 34 años después, está en vilo por la vida de su hijo Miguel Uribe Turbay.
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