De sicario a actor solicitado: La increíble historia de redención de Gueber Ariza
Su vida parece escrita por el mejor guionista. De ser sicario y pagar cárcel, pasó a tener una prominente carrera en la actuación. Su proceso de redención es inspiración para personas privadas de la libertad.
Jhoan Sebastian Cote
@SebasCote95 / jcote@elespectador.com
Cada vez que se escribe de Gueber Ariza, quedan borradores de lo que podría ser una de las mejores películas inspiradas en Colombia. Con sesenta años, puede decir que su vida recién está iniciando, luego de sostenerse de la criminalidad y reencarnar en uno de los actores y dobles de riesgo con mayor proyección en el país. Lo sentenciaron a veinte años de prisión por los delitos que cometió cuando fue sicario en la costa Caribe y, ahora, comparte sets de grabación con personajes de la talla de Will Smith, John Cena y Mark Wahlberg. Con una carrera en ascenso, comparte su historia de vida en las cárceles para inspirar a privados de la libertad.
Gracias por ser nuestro usuario. Apreciado lector, te invitamos a suscribirte a uno de nuestros planes para continuar disfrutando de este contenido exclusivo.El Espectador, el valor de la información.
Cada vez que se escribe de Gueber Ariza, quedan borradores de lo que podría ser una de las mejores películas inspiradas en Colombia. Con sesenta años, puede decir que su vida recién está iniciando, luego de sostenerse de la criminalidad y reencarnar en uno de los actores y dobles de riesgo con mayor proyección en el país. Lo sentenciaron a veinte años de prisión por los delitos que cometió cuando fue sicario en la costa Caribe y, ahora, comparte sets de grabación con personajes de la talla de Will Smith, John Cena y Mark Wahlberg. Con una carrera en ascenso, comparte su historia de vida en las cárceles para inspirar a privados de la libertad.
Lea también: Crisis carcelaria en Colombia: ¿Qué hacer con el Inpec?
La historia de Ariza comenzó en los años 60 en La Guajira. Recuerda que entre las costumbres de su infancia estaba tanto el amor irrevocable a la familia como la ley del ojo por ojo. Manipular armas de fuego era tan fácil como salir al parque, lo que lo llevó a ser un adolescente con ambición de poder. “El ambiente me perjudicó y era fácil entrar a la delincuencia. Yo comencé a robar carros, era una forma de tener como un tanque de guerra. Como cualquiera de los malos, contaba con una guarida. Tenía armas, vehículos y varias ciudades ricas, como Cartagena, Barranquilla y Santa Marta, para poder robar a narcotraficantes”, recuerda Ariza.
Ariza llegó al lugar de la conversación perfumado, peluqueado, bien vestido y con un libro discontinuado de psicología. Si ser doble de riesgo de Jean Claude Van Damme tuviese una vacante, Ariza llegaría a ese cargo tan solo enviando una foto. A su porte de guardaespaldas nunca le faltó el arma, que lo hacía sentir invencible, temido. Luego de disfrutar de lujos, autos, dinero en efectivo y de los mejores hoteles en Colombia, Aruba y Venezuela, su vida cambió el 9 de octubre de 1989. Un colega bandido lo entregó a unos policías que, según Ariza, intentaron desaparecerlo.
Le puede interesar: “Entre peor sea la cárcel, hay más chance de reincidir en el crimen”: profesor de la Eafit
“Me cogían por el pelo. Un policía que estaba afuera dijo: ‘¡Sácalo! En el carro no hay que matarlo’. Sigo luchando y yo siento la voz de Dios que dice: ‘Eres víctima’. Y ese sonido físico a mí me da risa. Y el policía me dice: ‘¿Te voy a matar y te estás riendo?’. Yo simplemente le dije, a los ojos, a ese tipo que me amenazaba con el arma: ‘¿Sabes por qué me río? Porque yo sí soy un criminal y merezco esto y hasta el infierno, pero tú eres más malo que yo. Tú juraste ante una Biblia y ante la justicia que si yo cometía un delito, me entregabas a los jueces. Te voy a encontrar en el infierno, por eso me río’. Él comenzó a temblar, no fue capaz. Ese man se convirtió”, agregó Ariza.
Ese día, a los 27 años, Ariza inició su nuevo camino. Lo detuvieron y aunque su familia le mandó abogado, lo rechazó porque le parecía injusto intentar exculpar su daño. Fue condenado a veinte años de prisión. En la cárcel, su esposa, Lina Morales, le propuso retomar sus estudios de hotelería, una cosa llevó a otra y terminó descontando de su pena por cocinarles a los internos de la cárcel de Cúcuta. En 2001, Ariza regresó a la sociedad. Recuerda que, cuando veía televisión, casi se reía de ver a los sicarios de telenovela. Se puso la meta de entrar en el mundo de la actuación, en papeles de los que nadie podría ser mejor imitador que él.
Sumado a ello, Ariza maquinó un plan de vida en el que todo día contara y, además, en el que el cuerpo y el espíritu lo llevaran a los cien años. Se educó como preparador físico y pasó de trabajo en trabajo hasta hallar ese llamado a la aventura. En 2009, una actriz reconocida le dijo que tenía casting de guardaespaldas, un trabajo que ya había hecho en Bogotá unos años antes. La actriz lo recomendó en una productora, donde le preguntaron por qué buscaba una oportunidad en la pantalla con casi cincuenta años. Dijo su verdad, se perfiló frente a una cámara y en pocos días ya tenía un papel como doble de riesgo en Rosario Tijeras.
En contexto: Así se llegó a la masiva violación de derechos en centros de detención transitoria
“De ahí seguimos con A mano limpia (2010) y comenzamos con muchas producciones nacionales para hacer escenas de riegos y cosas así. Mi primera vez como actor fue en Tiro de gracia (2015) y luego en Tarde lo conocí (2017). Cuando ven mi trabajo, me empiezan a llamar de series y películas como en Narcos (1, 2 y 3), El Chapo, Distrito salvaje, Siempre bruja, Loving Pablo, Milla 22 (con Mark Wahlberg) y Gemini Man (con Will Smith). Ahora estoy grabando Freelance con John Cena y Juan Pablo Raba. Tengo en este momento 63 producciones y diez películas de Hollywood”, agregó Ariza.
Hacer el papel de malo le sale tan natural que siente algo de pena por quienes se preparan por años para emular al temible asesino a sueldo que ronda por las ciudades. Ariza encontró un lugar donde puede desatar esa adrenalina que le producían las persecuciones, poniendo en tiro de cámara la expresión más auténtica posible. Ese es el trabajo que le da de comer, pero el que realmente le alimenta el espíritu está en las prisiones. Dicta talleres y es conferencista en fundaciones como Buena Semilla, Casa Libertad, Pan y Vida y Caminos de Libertad y para organizaciones con un componente católico como Emaús.
“El mensaje que les doy a los privados de la libertad es: sé tu mejor amigo. Encuentra en ti esa conversación intercesora en la que, a través del espíritu, tú puedes ser tu mejor versión. Ayuda. Sé silencioso. Maravíllate todos los días del nacimiento del sol, porque no sabes si mañana lo vas a volver a ver”, sostiene el actor. Su hija, Lucila Ariza, psicóloga y conferencista, invita a las instituciones de justicia a no mirar a los internos como personas sin arreglo. “Cuando entran a prisión, lo último que hay es una posibilidad de cambio. El mensaje de mi padre es: ‘Si yo pude a pesar de todo esto, quiere decir que tú también’”, dijo.
Gueber Ariza encontró la libertad justo cuando cayó condenado y cada tanto la vida y su fe le regalan golpes de suerte. Si hay que tirarse al río Magdalena a doce metros de altura, como en Niche, lo hace, y si toca despertar en la audiencia el temor que transmite un bandolero, ya se sabe los movimientos de memoria. Detrás de cámaras, les habla de cambio a personas que viven lo mismo que él tras las rejas. “Algún día tendré un protagónico. Yo pienso que si Dios me da la oportunidad, será con mi propia película. Mi propia historia, la que cuente cómo llegué a conseguir un estado de paz y tranquilidad”, concluyó.